martes, 11 de diciembre de 2018

La balada de Buster Scruggs


Es una película perteneciente a los hermanos Coen que se divide en 6 historias que versan sobre el western. En la primera historia que designa el título al conjunto conocemos a Buster Scruggs (Tim Blake Nelson) y reina la parodia, la ironía, sobre un pistolero y lo salvaje que es el oeste, el sobrevivir siendo un forajido. También brilla por la música, clásica de la región del sur. La mayoría de historias son muy sencillas, pero muy bien tratadas, entretenidas de ver, visualmente imponentes además. Otra historia tiene a James Franco como un rustico asaltante de bancos. Aquí vemos un ataque de indios muy potente, y no va a ser el único, habrá otro con un tal Mr. Arthur (Grainger Hines) que se robará el show a último minuto en otro relato, aun cuando la relación intelectual que manejan Bill Heck y Zoe Kazan inicialmente es notable, despierta curiosidad de hacia dónde se dirige éste segmento.

Al filme no le falta el humor, todo tipo de comedia. Igualmente es atractiva la recreación física de los personajes, los Coen no han buscado que sean personas embellecidas, sino todo lo contrario, más bien realistas, y pasan muchos por bastante humildes y hasta alguno por feo. En una de las historias se luce irreconocible Tom Waits como un viejo buscador de oro que le habla a Dios negando la derrota. Ésta pequeña historia se halla llena de sorpresas. Tiene a su vez toda la magia de los cuentos pioneros del genial Jack London. La mejor historia –por el personaje- es la del actor sin extremidades, interpretado por Harry Melling, que tiene un rostro sumamente expresivo, sobre todo en lo referente a la melancolía. Aunque su personaje vale por ser un gran orador lo mejor son sus gestos tan significativos. En ésta historia le acompaña Liam Neeson, que al igual que Brendan Gleeson en otro relato, tiene una injerencia menor, pero elevan el nivel del conjunto con su presencia y experiencia.

Por último sobresale una historia sobre una simple diligencia –como en otra hay una caravana de colonos- llevando distinta gente a un nuevo pueblo. Dentro del carro se ponen todos los presentes –supuestamente gente respetable- a conversar, hasta discutir, sobre cómo cada uno ve el mundo desde quien es cada quien y aquí se trabaja mucho distintos tipos de dualidad. Pero lo mejor llega después (aun), cuando la historia se convierte en una (sugerente) historia de terror, mezclando un uso poco trabajado todavía en el cine, de western con horror. El filme utiliza la mención de los míticos y despreciados caza-recompensas de manera magistral. Éste relato recuerda un poco a Bola de Sebo, de Guy de Maupassant, pero la vuelta de tuerca es atacar directamente a una señora digamos que honorable, a una señora tradicional, familiar.