Django Sangre De Mi Sangre (2018), es la mejor película que
ha hecho Aldo Salvini (Bala perdida, 2001; El caudillo pardo, 2005). Abre con
una persecución en auto –la policía, secuestradores motorizados y Django forman
trepidante movimiento en la pista-; ya desde el inicio plantea ser un filme
intenso, lleno de acción, y cumple al 100 por ciento. Luego de aclimatarnos al
lenguaje vulgar el resto fluye. Hay personajes muy ricos, como el malvado
mafioso que hace Aldo Miyashiro, que le cae perfecto, que tiene un criollismo
muy natural y que se pliega a su quehacer de criminal astuto. Los secundarios están
muy bien, como el que hace Stephanie Orúe como una mujer avispada y malhablada,
aun cuando es muy salvaje; muestra harto barrio, como se diría. Óscar López
Arias como un tartamudo secuestrador, matón a las órdenes de Freddy Marquina
(Miyashiro), también destaca especialmente.
Entre los protagonistas está Montana (Emanuel Soriano), hijo
criminal de Django, que tendrá una confrontación con otro secundario
interesante, Chamaco (André Silva), que lo han vuelto tipo cómic, pero que
encaja con el mundo criollo del hampa. El filme de Salvini presenta varias
líneas narrativas, propone mucha acción, y todo se mezcla sin problemas. Django
(Giovanni Ciccia), vuelve más filosófico, más profundo digamos, con tremenda
leyenda encima, y todo el mundo le anda diciendo lo genial que es, así pues es
el mundo en el que se mueve. Intenta arreglarse, pero su hijo criminal lo
regresa a su realidad pasada. Como Montana trabaja con Marquina entra de todo
ahí, además de que quien recibe y ayuda a Django tiene una hija criminal, Magda
(Orúe). Así el guion de Yashim Bahamonde y Aldo Salvini le meten nuevos vínculos
delictivos a Django, poniendo sobre la mesa muchas más aristas que antaño.
Django se apoya de la película anterior, pero juega una
partida totalmente distinta, más espectacular, más inteligente, despliega
muchos personajes y muchos frentes. Es así que cuando aparece la Chica Dinamita
(Melania Urbina) hace su entrada triunfal, pero es más una anécdota, un poco de
nostalgia, aunque ficticia, porque la anterior película no era muy buena, pero
no obstante produjo personajes que se quedaban en la memoria. Django es leyenda,
carácter, respeto, producto de tantos bancos robados, montón de plata cogida, y
ningún muerto inocente en el camino. Es un (anti)héroe que tiene una cierta ley,
en el presente filme regresa a lo criminal por una causa de fuerza mayor,
salvar a su hijo de la cárcel.
El filme tiene su sensualidad, ésta vez no la pone la Chica
Dinamita que no sea su boca malhablada, quien tiene la palabra cachar –tener
sexo, en jerga peruana- en la punta de la lengua, tanto que así lo recibe a
Django (justo he soñado que cachábamos). Ya otrora había toda una escena con
poder decir ésta palabreja. Por eso que cuando la dicen no escapa cierta
ironía, un aplauso soterrado, y otro sonoro desde lo popular. Django incorpora
ésta palabra a su mítica. La figura que la convierte en realidad es el cuerpo
ardiente en una mujer contenida que hace Tatiana Astengo, con su desnudo y
erotismo infaltable (nuevamente). Pero, además, Salvini, que rompe con toda
regla del cine que no quieren supuestamente los peruanos y hace lo que le da la
gana, pone las lisuras, las calatas y la violencia nuevamente en la palestra en
toda fuerza, agrega la figura de Magda, que es sumamente picante, potente, no
solo sensual.
Django Sangre de mis Sangre se ampara mucho en sus notables
personajes, los nuevos engrandecen a los viejos, ahí en una sub-trama sigue el
policía que hace Sergio Galliani, compitiendo por la mujer de Django, y suma
otra el hijo menor, boxeador, de Django que tiene un momento de sobrevivencia que
es de destacar. El criollismo en el mundo subterráneo criminal igualmente yace
muy logrado, como ver en la cárcel a Marquina con dos travestis por putas y una
piscina inflable por jacuzzi. El director parece que hubiera visto Al filo de
la ley (2014) y se habría propuesto emular su conchudez y criollismo, pero
hacer algo mucho mejor, de mayor exigencia y lo consigue con creces. Marquina
yace rodeado de putas, también es caficho/proxeneta, el hombre está en todas,
punto pleno a favor del conjunto. Django y Marquina son antagonistas jugosos,
Marquina hecho en éste filme, Django producto de la misma realidad (basarse en
un famoso ladrón peruano), y paradójicamente de su película anterior.