El debut de Dusan Makavejev en el largometraje de ficción
tiene un manejo metafórico de la hipnosis, con la cual sutilmente se apunta
contra el socialismo, contra las dictaduras, transversalmente, hablando de la liberación,
igualdad y respeto de la mujer contra el machismo y el abuso patriarcal, para
luego englobarlo en todos los seres humanos como sociedad. En ésta pequeña
historia, porque hay otra central, la actriz Eva Ras interpreta a una mujer
sojuzgada por un marido neanderthal -borracho, mujeriego, descarado, primario-,
que produce una escena rica, candente, humorística, de claro ejemplo machista y
de una sociedad arcaica, con un vestido de su mujer que le regala éste marido bruto
a su amante. Aquí no hay sutilezas, se trata de burlarse y criticar ésta
situación institucionalizada.
La película tiene como centro el romance entre un
ingeniero ya de cierta edad, Jan Rudinski (Janez Vrhovec), y una joven y bella
peluquera, Rajka (Milena Dravic), en el que parece un pueblo minero, atrasado
en el tiempo. Junto a esto hay elementos de tipo documental, como los que
muestran el trabajo en una fábrica y el quehacer de obreros, lo mismo pasa con
el circo y los actos de su repertorio. Como otro elemento en el filme entra a
tallar un camionero, con el que se trata de mostrar la revolución femenina y su
liberalidad, sin prácticamente consecuencias, de manera muy fresca, lúdica y
sin darle mucha profundidad. Echar agua sobre un camión parece representar un
orgasmo masculino, señalando libertad sexual. El filme tiene una parte llana, y
otra digamos que intelectual, con la muestra de una orquesta tocando la música
de Beethoven acompañando la vida de los obreros, porque Jan es también un
obrero.
No hay demasiado que ahondar en éste filme que es lo más
sencillo del mundo, pero en el que claramente se puede ver el mundo
cinematográfico del director, el embrión. La manera de narrar el romance tiene
su encanto, el circo como libertad, un mundo proletario, los obreros, una chica
común. El intento de buscar la libertad sexual se da sin que la protagonista lo
note, lo hace inconscientemente, sin meditarlo mucho que hasta resulta irónico. Rajka,
la heroína, actúa como en una película francesa o típica europea, entendiéndose
una Yugoslavia en poca consonancia aun con la modernidad, la que defiende el
cine de Makavejev. Moralmente es otra cosa, la liberalidad es una trasgresión
de todas maneras. En la frescura de su heroína el director serbio muestra su
mirada, aun cuando Makavejev es de una enorme simpleza cuando trata con la liberalidad
sexual, como quien supone que está invocando lo justo o lo irrefutable y no
pretende entregar demasiadas explicaciones, aun cuando representa mucha lucha.