domingo, 21 de octubre de 2018

Man is Not a Bird


El debut de Dusan Makavejev en el largometraje de ficción tiene un manejo metafórico de la hipnosis, con la cual sutilmente se apunta contra el socialismo, contra las dictaduras, transversalmente, hablando de la liberación, igualdad y respeto de la mujer contra el machismo y el abuso patriarcal, para luego englobarlo en todos los seres humanos como sociedad. En ésta pequeña historia, porque hay otra central, la actriz Eva Ras interpreta a una mujer sojuzgada por un marido neanderthal -borracho, mujeriego, descarado, primario-, que produce una escena rica, candente, humorística, de claro ejemplo machista y de una sociedad arcaica, con un vestido de su mujer que le regala éste marido bruto a su amante. Aquí no hay sutilezas, se trata de burlarse y criticar ésta situación institucionalizada.

La película tiene como centro el romance entre un ingeniero ya de cierta edad, Jan Rudinski (Janez Vrhovec), y una joven y bella peluquera, Rajka (Milena Dravic), en el que parece un pueblo minero, atrasado en el tiempo. Junto a esto hay elementos de tipo documental, como los que muestran el trabajo en una fábrica y el quehacer de obreros, lo mismo pasa con el circo y los actos de su repertorio. Como otro elemento en el filme entra a tallar un camionero, con el que se trata de mostrar la revolución femenina y su liberalidad, sin prácticamente consecuencias, de manera muy fresca, lúdica y sin darle mucha profundidad. Echar agua sobre un camión parece representar un orgasmo masculino, señalando libertad sexual. El filme tiene una parte llana, y otra digamos que intelectual, con la muestra de una orquesta tocando la música de Beethoven acompañando la vida de los obreros, porque Jan es también un obrero.

No hay demasiado que ahondar en éste filme que es lo más sencillo del mundo, pero en el que claramente se puede ver el mundo cinematográfico del director, el embrión. La manera de narrar el romance tiene su encanto, el circo como libertad, un mundo proletario, los obreros, una chica común. El intento de buscar la libertad sexual se da sin que la protagonista lo note, lo hace inconscientemente, sin meditarlo mucho que hasta resulta irónico. Rajka, la heroína, actúa como en una película francesa o típica europea, entendiéndose una Yugoslavia en poca consonancia aun con la modernidad, la que defiende el cine de Makavejev. Moralmente es otra cosa, la liberalidad es una trasgresión de todas maneras. En la frescura de su heroína el director serbio muestra su mirada, aun cuando Makavejev es de una enorme simpleza cuando trata con la liberalidad sexual, como quien supone que está invocando lo justo o lo irrefutable y no pretende entregar demasiadas explicaciones, aun cuando representa mucha lucha.