viernes, 13 de enero de 2023

Pacifiction

Pacifiction (2022), del español Albert Serra, es un thriller, pero no uno de acción o combate físico sino un lugar de palabras, atmósferas, miedos, previsiones, estrategias políticas, poder, dinero, colonialismo y cosmopolitismo, modernidad, juerga, y mucho más. El filme se mueve en base a que en la Polinesia Francesa, en Tahití, se oye el rumor de que Francia va a llevar nuevamente a cabo pruebas nucleares en las islas y esto hace que los autóctonos de la polinesia vayan a reaccionar con enojo hacia los extranjeros. Es entonces que nuestro protagonista, el francés De Roller, el otrora protagonista de La Pianista (2001) ahora robusto y con 49 años, Benoit Magimel, intenta cuidar de sus intereses, su permanencia y el auge de sus negocio, un casino restaurante bar con hotel, sus buenas relaciones con los nacionales. De Roller es visto como un especie de embajador político, y es en realidad un empresario, representa una parada obligada de descanso para los verdaderos jefes o representantes franceses políticos. De Roller trata de corroborar los rumores, mientras se relaciona con gente de distintos bandos; hay unos jóvenes nacionales que pretenden ser líderes y no van a tolerar injerencias extranjeras si no pasan primero por sus decisiones, y hay franceses que son como mensajeros sacados de cierta paranoia general, que maneja muy bien Serra, una lograda tensión, suspenso y a ratos de una atmósfera siniestra. Todo esto es un juego, porque en realidad las acciones físicas son mínimas y es en ello que el español Albert Serra muestra mucha audacia y mucho talento. Seguramente podría hacer un thriller con explosiones o fuegos artificiales, pero lo suyo invoca un plan mucho más arty, más intelectual digámosle, si bien también es un tipo de entretenimiento y vemos fiestas -sobre todo en la apertura- con sugerencia de mucha liberalidad sexual, de la que participan felices los militares franceses y los mandos secretos políticos, dígase la élite que no pueden dejar sus apetencias y su cariz pedestre o llamémosle muy humano y no por idealistas sino por más cerca de lo amoral, si bien aquí uno viene a divertirse en toda libertad y no a ser juzgado. En ésta parte de la fiesta, que maneja De Roller, él es el anfitrión, el dueño del punto de diversión extranjero y para algunos privilegiados nacionales; con ello uno piensa un poco en una película como Querelle (1982), pero notando que la de Fassbinder está enfocada en lo gay y en ser muy frontal. Serra a ese ver es más diverso, más sutil, más cuidado. La propuesta tiene ésta parte que es nombrémosle lo paradisiaco de la Polinesia Francesa desde la modernidad liberal más una trabajada tensión y la imaginación en ebullición propia del thriller político. Medio la audacia está en no priorizar dentro del thriller en los combates físicos, que aquí no existen, aunque se manipule mucho hablar de submarinos. Es arty porque es un thriller pero donde es ver la cotidianidad simple de De Roller, siendo un trabajo interesante o curioso; es verlo relacionarse con su entorno, hasta con los bailarines del espectáculo de su casino club. Sobresale un personaje en particular que muchos pueden verlo como extravagante, pero donde Serra le da mucha naturalidad, y no se enfoca en lo clásico, en la sexualidad del personaje, que es un transexual (Pahoa Mahagafanau), sino le hace ver como una persona común a todos. Éste personaje maneja su personalidad, pero desde lo natural y llano; cero deseo de explotación sexual con ésta asistenta transexual y eso es un logro realmente y hasta puede que logre más. Hace además de pareja del protagonista y siempre está claro quien es.