viernes, 20 de enero de 2023
La isla de los amores (A Ilha dos Amores)
La isla de los amores (1982), del portugués Paulo Rocha, es la biografía de su compatriota Wenceslau
de Moraes, Oficial
de marina, diplomático, escritor. La introducción es con unos cañones donde han puesto flores y hay cavilaciones y diálogos de mitología, poesía, literatura y filosofía, esto va a ratos, pero es solo una parte del conjunto. Wenceslau y Rocha se encomiendan a la diosa Venus, cuidadora de
los viajantes. La actriz portuguesa Clara Joana hará de musa y a la vez de un personaje del biopic. Estará afuera y dentro de la biografía en sí, como complemento. Lo mismo el actor que interpreta a Wenceslau, Luis Miguel Cintra. Joana interpreta a una mujer casada amante de Wenceslau. Ella se niega a viajar con Wenceslau tras una faena sexual muy cuidada pero con su pequeño erotismo. Joana luce sofisticada y bella. Hay una secuencia con un monumento de Luis de Camoes en Macao. Camoes trabajó para el reino de Portugal, fue máximo escritor de su país. Wenceslau se exilió en Macao tras ser indultado, viajó por
oriente. En la secuencia del monumento que van rodeando muy arty, discute Wenceslau sobre política y pertenencia, también sobre aburrimiento existencial y profesional. Otra muy buena escena abre con una niña china elegante tocando un instrumento chino tradicional; se produce una bonita toma desde el mirar desde arriba del protagonista. Todo parece la simple curiosidad del protagonista, pero el cine es maestro a través de los pequeños detalles y cosas que parecieran no ser importantes. Wenceslau tendrá varias relaciones con mujeres orientales. Una de ellas se llama Atchan, es china, su madre tiene un burdel y ella para ahí aunque no se especifica si igualmente como prostituta. Atchan tendrá 2 hijos con él, pero esto no repercute mucho en el filme ni se ve que lo conmueva en particular a Wenceslau, que vive más encerrado en sí mismo o viviendo su vida. Otra importante mujer en su vida se llama O-Yone, una japonesa, ella canta y la propuesta con ella. Esto agrega un plus, un aroma simpático, dulce, al filme que a ratos puede ser pesado y es lento. Otra secuencia que distingue la película es la honra de otro monumento llamado el de los 5 elementos, a lo que se suma la historia de un flautista muerto muy joven; tenemos una voz en off que lee las memorias de Wenceslau
explicando la visita al monumento. Clara Joana sobrevuela como poetiza-Venus-amante-pensadora-consciencia en juego; en un momento pasa
como fantasma por el escritorio de Wenceslau, mientras Portugal lo llama y a donde no volverá, morirá en Tokushima, en 1929. Hay un notable envejecimiento de Cintra, está muy bien diseñado el maquillaje y los efectos de su pasar del tiempo -esto es notable porque muchos fallan-, que es progresivo -está muy trabajado a rasgos mínimos pero percibibles y admirables-, ya que vivió mucho, en todo sentido. La tercera mujer importante del protagonista es Ko-Haru, sobrina de O-Yone. Es destacable la cotidianidad que maneja Rocha en Japón, también como introduce a un portugués en éste país y lo adapta sin denotar arbitrariedad, a un europeo en ese país y contexto, generando perfecto cosmopolitismo. Está muy bien porque queda en claro que muchos europeos producto de la primera guerra mundial eran vistos con fastidio y a Wenceslau lo confundían con alemán q era lo peor señalado en ésta nación por entonces. Todo esto es conversado en el filme. Wenceslau era estoico y seguía manteniéndose donde no lo querían. Encima llegó a deambular por los cementerios y ser visto como un loco. Se dan momentos que denotan frescura, como el baile tradicional donde Ko-Haru le enseña como hacerlo a Wenceslau y él se ve torpe, pero natural. Así mismo surge un rato erótico cuando el portugués le da masajes a Ko-Haru, quien era aun muy joven. Se rompe la mirada en que ejercía de padre. Ella se ve espontánea aunque desagradable cuando la vemos maltratar animales -aunque sin exagerar tampoco-, como palomas y gatos. El filme mejora en su narrativa al ser más amable pero seductor, medio que deja de lado la filosofía y la poesía. Vemos que se introduce a un pequeño gángster local y sigue proponiendo frescura, pero aun mantiene lo arty (en homenaje al teatro) cuando hace de un altar juego de tiras y aflojas entre 4 personajes incluida una narradora (que hace Clara Joana). La propuesta genera crítica política, al colonialismo y a la megalomanía de Portugal, que compite con Inglaterra. La muerte es una cruel separación, y a la vez el mayor de
los placeres como reunión de amigos, de los muertos, se deja oír. Cuando el protagonista ya está bastante viejo es ahí que otros familiares y amigos hablan de
su situación, la analizan, anuncian soledad y melancolía. Se manipula de manera audaz la crisis mental a través del cuidado de una serpiente. Aun en la vejez presenciamos una escena de juego romántico con chocolate que es sublime; si bien breve, pero suficiente.
Labels:
cine europeo,
Clara Joana,
crítica,
Luis Miguel Cintra,
Paulo Rocha,
séptimo arte