Exil (2020), del kosovar Visar Morina, se ubica en Alemania, con un hombre llamado Xhafer (Misel Maticevic) que todo el tiempo piensa que lo discriminan en su trabajo por ser nacido en Kosovo, pero lo hacen a escondidas o de manera indirecta en general de ser así, si bien lo tratan con distancia e indiferencia normalmente, aun cuando él tiene cierta posición importante en su trabajo. Xhafer es un tipo raro o carga a cuestas un trauma, puede que esté medio loco quizá, eso el filme lo maneja ambiguamente, ahí está su principal distinción de ésta propuesta, bien al cine europeo más extremo, más pesimista y menos popular, cargando su buena cuota de frialdad en su representación. Xhafer halla ratas muertas en su casa, se topa con cochecitos en llamas. Su mujer, Nora (Sandra Huller), cree que todo esto no es producto de la xenofobia, sino porque Xhafer cae mal por su personalidad. Morina pone la cosas más ambiguas aún porque Xhafer tiene cosas recriminables, y en efecto es problemático y difícil, también algo violento. El filme, en toda su duración, maneja estas dos corrientes, una es la discriminación sutil, la otra la locura, y uno debe sacar sus conclusiones. Es un filme que tiene su suspenso, pero ostenta mucho de frío, de seco. No obstante hay su buena tensión con algunos compañeros, y una escena fuerte y sorpresiva con uno de ellos. También hay continua tensión en el matrimonio de Xhafer, y excelentes actuaciones entre ambos, entre Huller y Maticevic. El filme, en el que hay que romperse un poco la cabeza y unir y discernir cabos, puede hallar su resolución en otro lado, a la vista de algunos detalles, tras el niño lanzando un huevo, ahí puede estar todo. Es una película un poco lenta, pero en conjunto interesante. No es de las más populares, pero sí recomendable. Postula por Kosovo a la nominación al Oscar 2021 en película extranjera.