Relaxer (2018), del americano Joel Potrykus, es una cinta independiente y se nota, pero con su originalidad, distinción y personalidad, no es una película tan notable, pero curiosa, atractiva en cierta manera. El filme trata como un loser y slacker llamado Abbie (Joshua Burge) es retado por su hermano constantemente, por Cam (David Dastmalchian). Cam lo humilla y lo minimiza siempre; Abbie que no quiere dar pena, no ser visto como un inútil y vago, aunque ciertamente lo es, acepta todos los retos absurdos y ridículos, propios de adolescentes, que Cam le pone encima. Para empeorar la imagen que se tiene de sí mismo Abbie no cumple con terminar los retos de Cam por lo que encima se le subraya de fracasado. El filme pone a Abbie a aceptar batir el récord de más triunfos en el Pac Man, pasar el nivel 256, que dicen que no se puede. Abbie acepta el reto de Cam, sin poder moverse de su sillón. Cam promete volver, como que abandona a Abbie. Abbie no quiere rendirse por nada del mundo, siente que es su última oportunidad para no quedar definitivamente relegado al papel de perdedor. Mientras Abbie yace ejecutando el reto recibe visitas, metido en un lugar muy desordenado y sucio, parece un lugar público que él ha invadido. Al lugar llega gente que lo conoce, incluso aparece un conserje extranjero que quiere fumigar el lugar. El conserje trata de hacerse entender, hablando otra lengua; Abbie ruega porque no lo boten. Es una película bastante extravagante, a ratos muy sucia, no es el caso de lo cool, sino de lo marginal, pero con personalidad propia, buscando conquistar uno su pequeño espacio en el mundo. Para ponerle mas potencia al filme, ponerle una nota más rara, más atípica, más swing, Abbie empieza a creer que puede hacer cosas sobrenaturales con el poder de la mente, todo desde lo espontáneo, nacido casi accidentalmente de un momento muy casual y coloquial, una conversación llana, de un poco de tonteo. Intenta mover con la mente un vaso de gaseosa tirado de días en el suelo sucio y se mueve para sorpresa de todos, pero luego se ve que es por una cucaracha que sale debajo. Tiene el filme, sin duda, de humor grueso, burla grande con un infaltable toque chacra, pero son chistes sencillos, sin maltrato. El hermano de Abbie, Cam, curiosamente, se ve de lejos, se nota que es el antagonista, el enemigo de Abbie, aun cuando es su hermano y tiene con él una relación íntima, próxima, de todos los días, crecieron juntos. Abbie cada vez más abandonado en su reto, en su no querer ser un loser eternamente, sigue sin moverse del sillón por más sediento y hambriento que esté, aún no teniendo mucho a la mano; parece que desvaría y sigue creyendo en tener poder mental, persiste en buscarlo, en ello hay escenas algo hilarantes, como lo señala su aspecto físico y su disfraz a días de seguir en el limbo -con tono musical de por medio-, mientras afuera se espera el anunciado apocalipsis del año 2000. Finalmente a lo Scanners (1981) o Los Bastardos (2008) veremos una escena gloriosa de terror, y un reto entre retos finalmente cumplido. El remate no se entiende bien, ¿le habla al demonio, al espectador dejando de ser también un loser o al despertar de una alucinación? Es un filme de aspecto básico y faltoso, pero cargado de imaginación y cierta originalidad. Potrykus se distingue, aunque no sea todo lo elogiable que uno puede esperar, tiene fuerza y se ve que ostenta verdadera cinefilia.