domingo, 8 de noviembre de 2020

Sin señas particulares

 

Ésta ópera prima, perteneciente a la mexicana Fernanda Valadez, es casi una película de terror. Sin señas particulares (2020) ha ganado un premio por guión en Sundance, fue la mejor película latinoamericana en San Sebastián y la película mexicana del año en Morelia. Es una propuesta que intenta explicar la violencia en la frontera mexicana, tanto como las misteriosas desapariciones. El filme pudo ser tranquilamente peruano, teniendo en cuenta que el terrorismo es un tema que se le presta mucha atención en nuestro cine; el filme de Valadez nos retrata la violencia que produce las guerrillas. Lo interesante del filme, aparte de una búsqueda muy humana, la de una madre de su hijo, es justamente que coquetea mucho con el cine de género, con el cine de terror. Vemos al diablo en sombras en medio de fogatas, mientras se mata gente. Esto es también la perspectiva de una mirada, la de un sobreviviente indígena, quien absorbe la brutalidad que observa mediante la racionalidad de la mitología. Es así cómo puede sostenerse en pie y explicar tanta maldad, sin perder la cordura. La participación del demonio además tiene una segunda explicación, cómo tienta, manipula y finalmente domina a ciertos hombres, poniéndolos frente a un callejón sin salida. La escena que retrata el control y entrega hacia el demonio es simbólica, claro, pero además posee una escenificación atroz, con el uso de un machete, que bien se le podría adjudicar de cine de horror. El viaje de Magdalena (Mercedes Hernández), en busca del hijo, es atractivo, está cargado más que de melodrama de suspenso -pero es emotivo-, el camino que recorre está plagado de amenaza, de miedo, de tentar a la muerte. La protagonista responde muy bien a una amenaza velada: ¿ud tiene hijos?, esto la describe por entero y a muchos. El filme también tiene una particularidad formal, estética, hay muchos desenfoques, se hace hincapié visual en la figura de Magdalena y la de un chico deportado de EE.UU. Es una obra que intenta tener personalidad, salir un poco de lo convencional, y lo consigue, sin ser una propuesta de ruptura. Ciertamente es un buen filme. En la escena en que Magdalena se topa por primera vez con el chico deportado, ambos yacen en la misma toma en medio de un pastizal, la imagen fotográfica del encuentro se ve hermosa. En ese momento se vive mucha desconfianza. Es una película que retrata a una mujer valiente, que humildemente se justifica como una como muchas. Magdalena es intachable, cuando se hace difícil ser así, en un mundo tan cruel.