sábado, 30 de mayo de 2020
Todos los colores de la oscuridad (Tutti i colori del buio)
Una mujer, Jane (Edwige Fenech), teme por su vida siempre; recuerda constantemente al asesino de su madre que vio matarla cuando tenía 5 años. Ella sueña que éste la persigue hoy en día, un hombre de marcados ojos azules y sonrisa diabólica, burlona, interpretado por Ivan Rassimov. A ese respecto somos partícipes de terror psicológico, ella cree ver al asesino acechándola, a puertas de matarla, pero es sólo su imaginación que provoca harto suspenso y tensión como con la subida por la escalera o cuando lo ve por la ventana. Una vecina le propone curiosamente una celebración pagana como cura. Aquí entra a tallar la otra mitad de la película. En todo esto hay algo medio tramposo, con el asesino de los ojos azules, pero aun así tiene coherencia la película. Jane se queja con su marido, Richard (George Hilton), pero éste es inútil calmándola o dándole seguridad o que ella sienta protección, aun cuando la ama. Jane se la pasa con miedo todo el tiempo. Desde la apertura del filme lo vemos con una fuerte y representativa pesadilla de austera estética, con la visión machacona y medio desértica de una mujer muy poco agraciada despeinada de embarazo avanzado desnuda sangrando y una vieja horrible pintada como muñeca de época que se ríe como una enferma. Una imagen barata ciertamente, pero bastante efectiva para generar miedo, agregándole una banda sonora siniestra de acompañamiento. Cuando en un momento, después de ver por la ventana, el asesino entra al apartamento de Jane se maneja una estética y perspectiva visual, con un cuarto encendido en rojo de fondo y el sentir del giro de la imagen como uno a punto de desmayarse. Ésta escena es notable por sus suspenso. Igualmente sobresale estéticamente la escena de la orgía dentro del culto -de aspecto grotesco, erótico y propio de la mascarada- con desnudo de la hermosa y deslumbrante Fenech incluido. Éste giallo es un thriller en toda gloria, a su estilo; por la mitad final las fichas se mueven sobre éste género. Se torna una investigación policial, una película de misterio, ya no una película de terror psicológico, habiendo mucho menos suspenso. El director Sergio Martino tiene talento para cambiar de figura, tanto como para jugar con la mezcla, aun cuando hay que ser un amante del terror poco purista para disfrutar de la película y pasar del terror en toda regla a la acción de una investigación policial, a una película criminal, pero que es tan propio de éste famoso y entretenido subgénero italiano del terror, del giallo
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