Ésta película de terror y misterio de Mark Robson versa
sobre la muerte, es así que la mujer que buscan en el filme, Jacqueline Gibson (Jean
Brooks), es una mujer proclive al suicidio, que tiene una soga para ahorcarse preparada
en una habitación para cuando se decida finalmente, mientras su vecina que está
enferma terminal quiere vivir su último aliento a mil. Son dos caras de la
misma moneda, querer morir y adorar la vida, propuesto desde lo tradicional, el
vacío y la depresión versus la enfermedad terminal. Mary Gibson (Kim Hunter)
busca a su hermana, ella está atrapada en un culto satánico, pero el filme no
sigue el curso natural de gente malvada haciendo daño o matando sino que es un
caso más elaborado con accidentes de por medio y traiciones que deben pagarse,
pero éste culto satánico es ideológico –como forma de vida-, no quiere ser violento,
por más raro que suene tener a la adoración al demonio como tipo de vida. En el
trayecto hay relaciones afectivas, entre Mary y el esposo de Jacqueline, Gregory
Ward (Hugh Beaumont), y un amigo poeta, Jason Hoag (Erford Gage). Se propone
misterio y todo se resuelve inteligentemente, como buen cine clásico todo es
claro. Mary tiene 16 años, pero es muy madura, despierta pasiones, al igual que su
hermana, pero desde lados opuestos, una representa la luz –la vemos hasta tomando un vaso de leche- y
la otra la sombra –con su estilo noir y dark-.Tom Conway hace el mismo papel
que en la estupenda Cat People (1942), interpreta al psiquiatra Louis Judd, y pone un lado
de sofisticación con un toque de intriga. Tenemos un lado romántico tratado muy
suavemente. El economizar tiempo y exhibir mucho es magistral como cabe esperar
del cine clásico, como cuando Jacqueline camina por la calle asustada perseguida
por alguien que quiere matarla, hay un juego de sombras, pasos, calles y
detalles poderoso. En un momento se deja ver un posible enamoramiento lésbico entre
Frances Fallon (Isabel Jewell) y Jacqueline, pero la propuesta lo maneja de
manera naif y hablan de agradecimiento por ser una buena patrona, cuando en una
escena gloriosa se le quiere obligar a morir envenenada a Jacqueline. Val
Lewton es el productor del filme con la RKO y su época gloriosa de películas B de terror,
debut del director Mark Robson y también debut de Kim Hunter, recordada por ser
Stella Kowalski en la obra maestra Un tranvía llamado deseo (1951).