El director alemán Robert Schwentke hace una buena película,
con un tema manido, los nazis, volviendo a su natal Alemania a contextualizar
la historia, sobre un soldado desertor que encuentra un uniforme de un capitán
nazi y se convierte en él volviéndose un sanguinario asesino de desertores,
valga la paradoja.
El soldado se convierte en Willi Herold (Max Hubacher) y va
acumulando seguidores tras su uniforme, cuando la guerra está por terminar y
rinde el caos en las filas alemanas. Herold es un militar duro y efectivo en
pleno mundo nazi y esto lo mantiene como líder, mostrando mucha astucia para
hacerse cargo del falso cargo. El filme de Schwentke no plantea poner en
aprietos a Herold con su sustitución, no va por lo ordinario, sino que el traje
y el poder cada vez hacen peor persona a Herold, que se mantiene frío ante los
sucesos que van apareciendo.
Otra curiosidad de la temática nazi es que no se habla de
judíos sino de desertores alemanes, Herold por quedar bien se imbuye en una
carnicería de su propia gente, considerando a los desertores traidores y gente
inmunda a su causa recién nacida, por lo que se siente en el derecho de acabar
con todos ellos. El filme tampoco sataniza a los alemanes sino los vuelve de
carne y hueso y se agradece darles forma y credibilidad más allá de lo de siempre.
The captain (2017) sí los dibuja horribles a muchos alemanes
pero lo hace sin caricaturizarlos o convertirlos en figuras exageradas de
maldad, son tipos perversos, pero también cantan, ríen, bailan, bromean, se
hacen favores, sociabilizan, etc., como con el dúo de desertores haciendo humor
para los militares. El filme se centra en el asesinato de desertores, y hay
hasta alemanes que ven esto como una matanza inhumana. Herold es visto como un
tipo cruel entre algunos alemanes, pero como con el juicio de los nazis se ve
que estos lo aplauden en contraste.
También es notorio la lealtad y deslealtad del séquito,
entre dos subalternos en especial. Freytag (Milan Peschel) es fiel como un
perro, hombre humilde y respetuoso, es el que además inicia toda la mentira con
Herold, lo cree inmediatamente un capitán nazi y es su primer seguidor. Luego
tenemos a Kipinski (Frederick Lau), un tipo vulgar sin ética alguna, un hombre
sin ley en realidad que en más de una oportunidad quiere dejar mal o hasta
traicionar abiertamente a Herold. Estos dos lo siguen en toda la película y
brindan muchos momentos.
La película está muy bien contada, tiene todo el uso del
buen entretenimiento, de la grandeza, la agilidad y el buen ritmo
hollywodeense, pero también sabe generar atención e interés un poco más de lo
común con lo que cuenta, un hecho real, con la existencia de Willi Herold, que
por el final se convierte en un especie de rey de su propio reino en medio del
caos absoluto alemán y su inminente derrota, en lo que pudo ser fácilmente una
nueva película con la segunda guerra mundial de fondo y éste loco comandando un
séquito de asesinos de llamados traidores, en medio de un propio orden y la
bohemia, la prostitución, la fiesta y el alcohol.