miércoles, 30 de enero de 2019

Los muchachos de antes no usaban arsénico


Ahora que se viene El cuento de las comadrejas (2019), del argentino Juan José Campanella, atañe recuperar Los muchachos de antes no usaban arsénico (1976), ya que El cuento de las comadrejas es el remake de ésta película de su compatriota y maestro José A. Martínez Suárez. El cuento de las comadrejas se llama así justamente por una parte –por el final- del filme de Martínez Suárez cuando uno de los abuelos señala a sus enemigas como unas comadrejas que han estado torturándolos, y ¿cuál es la tortura?, que vendan su enorme casa.

Tres mejores amigos de avanzada edad comparten una gran amistad y vida en un lugar,  cuando la dueña de la casa donde viven –el marido, uno de los tres viejos, dueño también-, una estrella de cine mayor, retirada, melancólica porque ésta mansión y terreno fue como una pequeña Hollywood local la tiene siempre nostálgica y llorando frente al proyector de cine viéndose retratada muy joven y esplendorosa y quiere irse a vivir a un departamento de lujo para pasar la página, para olvidar. Pero su ex administrador, su ex doctor y su marido en silla de ruedas no quieren irse ni venderla, porque rompería con su convivencia y alejaría su amistad.

El filme de Martínez Suárez es muy sutil, aun cuando trata con humor negro, que veremos consolidado en la conclusión. Pero antes es una comedia muy leve, al tiempo de muy sugerente; lúdica con los tres ancianos. Están interpretados por tres grandes del cine, el actor Arturo García Buhr, el maestro del terror Narciso Ibáñez Menta y el director de cine Mario Soffici. Las comadrejas son Mara Ordaz (Mecha Ortiz), la vieja estrella de cine; y la corredora de inmuebles, la bella Laura (Bárbara Mújica). Se trabaja el filme sólo con estos 5 personajes y prácticamente en una sola locación, la enorme casa donde viven los 3 ancianos y la señora.  

Es un filme muy alegre, con los viejos tramando como intimidar a una carismática, seductora y tramposa Laura y a Mara tras bambalinas forzando la situación, pero más pasiva. Laura es la que quiere doblegarlos, pero aunque los viejos se dejan llevar un poco por ella, tienen muy presente en realidad no dejarse vencer por la corredora. Es un tira y afloja muy discreto, que no deja ver a plenitud las jugadas, pero que están ahí presentes. Por ratos pareciera que no pasara absolutamente nada, que todo fluyera hasta lo inminente, pero hay un gran remate guardado como as bajo la manga. El filme es impredecible y muy elaborado. Aunque se deja entender bien, no permite ver con claridad que hay una pugna, prefiere lo transversal y suave. Todo ello hacen del filme uno muy inteligente y entretenido, pero también algo exigente.

El título del filme es una ironía muy clara, trabajada. Los viejos son muy dinámicos, son de un espíritu muy joven e intenso. Es particularmente interesante ver como Narciso Ibáñez Menta juega con su personalidad histórica de actor, como personaje de terror, como con su araña. Arturo García Buhr aunque lo vemos en silla de ruedas sigue siendo un galán. En el filme es notable prestar atención a cierta perversidad de estos que parecen unos viejos simpáticos, como con sus mujeres, que será capital en la propuesta. Es un filme propio de lo clásico, con su inocencia y elegancia y humor fino por doquier, su cariz familiar, que se disfruta igual de sutil como es. Hay que estar atento a cada jugada, aunque no esperando lo común, donde parece que no pasa nada, como en un amistoso juego de bochas, que es como la avanzada edad, un sosiego externo y una efervescencia interna, una gran capacidad para sorprendernos.