Pueblo Viejo (2015), del huancaíno Hans Matos Camac, es un
western andino, con el uso de nombres en quechua y aymara como el del sobrino
del llamado Principal, Supay (Alberto Nue), que significa demonio, el personaje
más duro que enfrentará el héroe, el misti -que traducido es criollo u hombre
blanco- Eduardo Camac (Cristhian Esquivel). El Principal es el hombre más
poderoso del pueblo, de la región, y éste va cambiando, a medida que se impone
la ley del western. El Principal Don Abelardo (Juan Manuel Ochoa) es un tipo
que se aprovecha de todos. Finalmente cuando sucede la pelea entre Don Abelardo
y el hermano menor de los Camac empieza digamos que la acción. El filme en
realidad carece de escenas intensas, es un filme muy calmado, que se toma su
tiempo además, que recorre el (clásico) drama familiar y social, la lucha
contra el poder abusivo. La historia de amor la provee la actriz Mayella
Lloclla, sugerente, pero aun así algo erótica en su amalgama con una pequeña
argumentación. En los momentos de acción pareciera que fuera un filme
defectuoso, pero en realidad éstas escenas excesivamente austeras, apagadas, alejadas
de todo espectáculo, en momentos de confrontación claves, las volvemos a ver
más tarde en mejor estado como una revelación, la maquinación de Supay.
Finalmente esto toma distinción, como esa lentitud y actitud como dormida del
filme y genera un cierto encanto que palia el sentir de imperfección dominante.
Es rescatable su personalidad andina, aun recurriendo tan sólo a lo elemental,
el paisaje rural, unos cuantos nombres autóctonos, la denuncia social. No es un
western típico, debido sobre todo a que no posee intensidad, no es un filme de
grandes escenas de acción, no es un filme de género en toda la palabra. La
última escena de acción que es la más directa es muy básica, pero sus formas se
sienten como identidad, hay una coherencia. Es un filme humilde, pero
simpático. Tiene a ratos su toque arty en la puesta en escena, como con ese
cuarto de cárcel desnudado al mínimo en que pasa sus días el héroe. También se
puede sentir la presencia de José María Arguedas en esas escenas de las
reparticiones de agua, tan burocráticas, insustancialmente formales. No es una
propuesta tampoco demasiado social, prefiere ser un tipo de entretenimiento, un
filme contemporáneo, y así se percibe con la figura del Principal, quien
sepulta sus homicidios él mismo a pico, le rezan mujeres en secreto, es un tipo
duro que se impone al resto y luego quizá se termina corrompiendo, lo cual se
acerca a la esencia del western aunque en la combinación con lo andino mediante
la lógica de lo rural.