jueves, 23 de agosto de 2018

Canción de cuna para un cadáver (Hush... Hush, Sweet Charlotte)


Tras el éxito de la espléndida What Ever Happened to Baby Jane? (1962) el director Robert Aldrich se planteó hacer algo parecido y de esto nació ésta película que aunque es una nueva historia y no es ni secuela ni precuela de What Ever Happened to Baby Jane? tiene semejanzas, una misma base que es la manipulación y las falsas apariencias, además de compartir actriz protagonista, la genial Bette Davis.

La trama se enfoca en el desequilibrio mental de Charlotte Hollis (Bette Davis), vista en la vejez como la loca y la asesina del pueblo. El filme parte de que una joven Charlotte quiere huir con un hombre casado que le corresponde, John Mayhew (Bruce Dern), pero el padre de ella se interpone y terminamos presenciando el asesinato macabro de John, la gran escena de terror del filme; le cortan una mano y es decapitado, algo gore, pero muy cuidado.

El filme aunque señala a Charlotte como la asesina, la que se salvó de ir a la cárcel, pero quien quedó perturbada y en el delirio, va jugando con el misterio y propone producto del fuera de campo –no vemos al asesino- manipular el suceso central del homicidio, varias veces. En primera instancia no se comprende del todo la empatía que se le quiere atribuir a Charlotte porque el asesinato fue horrible, tras la imagen sugerente de la luz sobre un enorme machete de cocina, pero la propuesta la hace ver muy patética. Se le humilla, yace rastrera, perdida, enloquecida con el recuerdo de John. Davis hace tremendo papel, maltratada por su entorno.

Más tarde ésta empatía, por lastima, aun de un asesino tan cruel, se mezcla con otros puntos, como su defensa del lugar en que vive, también que no es una mujer materialista, sino una mujer digna del sur americano, a pesar de que tiene una cuantiosa herencia. Ella aun tan golpeada por el pueblo que habla mal de su entera situación quiere mantener la casa familiar en su poder. En un inicio la vemos combativa, pero esto desaparece y se hace peor con la llegada de su prima, Miriam (Olivia de Havilland).  

La parte de terror está colocada en las visiones de Charlotte, en la fijación hacia las mutilaciones, en la canción que le recuerda la muerte del ser amado, que oye en el piano, y en la expresividad de Bette Davis. También suceden muertes muy vistosas. La primera parte moviliza el mal que representa Charlotte, quien al mismo tiempo trata de manejarse contra el daño. Se le presenta como una especie de sobreviviente aunque en estado ruinoso, enfermo. Existe gente que siente lastima de ella, pero otros –la mayoría- se ceban en su mal. Hay un buen manejo del misterio en las consecuencias hacia los otros, de la prima Miriam.

La historia por la última parte se llena de giros, medio mundo cruzan líneas éticas, aunque todo queda coherente argumentalmente. Pero tantos giros quitan un poco de presencia al producto. Aquí muestra con más notoriedad similitudes argumentales con What Ever Happened to Baby Jane? (aunque ésta primera propuesta es mejor), mientras se vuelve un policial. Todo el filme se mueve en base al desequilibrio de Charlotte, que no es una santa, pero se trata de demostrar que tampoco un demonio.

Hay un quehacer de abogado del diablo con Charlotte que tiene un uso valioso en varias líneas narrativas, en la conmiseración y el melodrama de su existencia, la de un criminal, y en más de lo que en un inicio se cree aunque tampoco sea demasiado genial el meollo de todo, porque sobrecargan la maquinación, y esto se nota claramente con la resolución, con el último crimen, que aunque es un recurso muy simple se ve más efectivo.

También es notable la interacción que generan actores de la talla de Bette Davis, Olivia de Havilland y Joseph Cotten, y una menos glorificada en el cine pero muy buena Agnes Moorehead, recordada como la madre pícara de la serie Bewitched, en la presente como una inculta y algo chusca pero despierta empleada del hogar.