Tras el éxito de la espléndida What Ever Happened to Baby Jane? (1962) el director
Robert Aldrich se planteó hacer algo parecido y de esto nació ésta película que
aunque es una nueva historia y no es ni secuela ni precuela de What Ever
Happened to Baby Jane? tiene semejanzas, una misma base que es la manipulación
y las falsas apariencias, además de compartir actriz protagonista, la genial Bette
Davis.
La trama se enfoca en el desequilibrio mental de Charlotte
Hollis (Bette Davis), vista en la vejez como la loca y la asesina del pueblo.
El filme parte de que una joven Charlotte quiere huir con un hombre casado que
le corresponde, John Mayhew (Bruce Dern), pero el padre de ella se interpone y
terminamos presenciando el asesinato macabro de John, la gran escena de terror
del filme; le cortan una mano y es decapitado, algo gore, pero muy cuidado.
El filme aunque señala a Charlotte como la asesina, la que se
salvó de ir a la cárcel, pero quien quedó perturbada y en el delirio, va
jugando con el misterio y propone producto del fuera de campo –no vemos al
asesino- manipular el suceso central del homicidio, varias veces. En primera
instancia no se comprende del todo la empatía que se le quiere atribuir a
Charlotte porque el asesinato fue horrible, tras la imagen sugerente de la luz
sobre un enorme machete de cocina, pero la propuesta la hace ver muy patética.
Se le humilla, yace rastrera, perdida, enloquecida con el recuerdo de John.
Davis hace tremendo papel, maltratada por su entorno.
Más tarde ésta empatía, por lastima, aun de un asesino tan
cruel, se mezcla con otros puntos, como su defensa del lugar en que vive,
también que no es una mujer materialista, sino una mujer digna del sur
americano, a pesar de que tiene una cuantiosa herencia. Ella aun tan golpeada por
el pueblo que habla mal de su entera situación quiere mantener la casa familiar
en su poder. En un inicio la vemos combativa, pero esto desaparece y se hace
peor con la llegada de su prima, Miriam (Olivia de Havilland).
La parte de terror está colocada en las visiones de
Charlotte, en la fijación hacia las mutilaciones, en la canción que le recuerda
la muerte del ser amado, que oye en el piano, y en la expresividad de Bette
Davis. También suceden muertes muy vistosas. La primera parte moviliza el mal que
representa Charlotte, quien al mismo tiempo trata de manejarse contra el daño.
Se le presenta como una especie de sobreviviente aunque en estado ruinoso,
enfermo. Existe gente que siente lastima de ella, pero otros –la mayoría- se
ceban en su mal. Hay un buen manejo del misterio en las consecuencias hacia los
otros, de la prima Miriam.
La historia por la última parte se llena de giros, medio mundo
cruzan líneas éticas, aunque todo queda coherente argumentalmente. Pero tantos
giros quitan un poco de presencia al producto. Aquí muestra con más notoriedad similitudes argumentales
con What Ever Happened to Baby Jane? (aunque ésta primera propuesta es mejor), mientras
se vuelve un policial. Todo el filme se mueve en base al desequilibrio de
Charlotte, que no es una santa, pero se trata de demostrar que tampoco un
demonio.
Hay un quehacer de abogado del diablo con Charlotte que
tiene un uso valioso en varias líneas narrativas, en la conmiseración y el melodrama
de su existencia, la de un criminal, y en más de lo que en un inicio se cree aunque
tampoco sea demasiado genial el meollo de todo, porque sobrecargan la maquinación,
y esto se nota claramente con la resolución, con el último crimen, que aunque
es un recurso muy simple se ve más efectivo.
También es notable la interacción que generan actores de la
talla de Bette Davis, Olivia de Havilland y Joseph Cotten, y una menos
glorificada en el cine pero muy buena Agnes Moorehead, recordada como la madre
pícara de la serie Bewitched, en la presente como una inculta y algo chusca pero
despierta empleada del hogar.