Ésta es una película que tiene humor negro, pero también se
deja ver seria. Tiene a tres actores en roles muy atractivos. Ebbing es un
pueblito donde los policías tienen mucha libertad de acción. En éste lugar el
director Martin McDonagh juega a ironizar un poco sobre el abuso policial, con
las golpizas que a veces tienden a dar –en especial a los afroamericanos- y ese
toque de intimidación que produce en su sociedad la policía americana.
Uno de los protagonistas es el jefe de policía Willoughby (Woody
Harrelson), un policía que todo el mundo quiere, quien propaga el amor y la
ayuda en su comunidad, pero que sufre de una enfermedad terminal. Otro es su
segundo al mando, Dixon (Sam Rockwell), un muchacho violento y alcohólico que
vive con su madre, pero que el filme lo matizará cambiando su eje con una
pequeña misiva de su mentor. Lo curioso es que éste cambio no se sentirá
abrupto, porque Rockwell siempre presentará un aura irónica en su brutalidad y
un extraño carisma producto de mostrar a veces un lado un poco lento. El tercer
principal es Mildred (Frances McDormand), una mujer que ha perdido una hija, y
el crimen no lo han podido resolver y esto la mueve a una acción potente y
fastidiosa para contra la policía.
El filme es sencillo y claro, pero lleno de interacción
interesante. Ésta propuesta tiene mucho de violenta, bruta y de ruda, pero está
recubierta con un tono que la hace mucho más amable. Hay mucha intimidación, la
muerte y violación por necrofilia de una muchacha es un caso serio y fuerte,
que trae momentos tristes y dolorosos, pero yace el filme manejado con tires y
aflojes de sucesos que traen una cierta chispa y sorpresa amena que está más
allá. No es un filme propio del mayor espectáculo hollywoodense, pero tiene un
manejo privilegiado.
Mildred trata de hacer que la policía actúe, que investigue,
que no sea ociosa, pero al atacar al jefe de policía todo Ebbing le guarda
enfado y muchos son de armas a tomar, como típico pueblo sureño, de gente del
interior americano. El espíritu de Willoughby es muy fuerte localmente, es un
gran hombre y un policía ejemplar, pero Mildred quiere al culpable y sus
carteles son su método para que lo atrapen. Un cambio de actitud es el
ejercicio pleno de la mezcla dramática y cómica del filme, un maridaje perfecto,
bajo un relajo que hace todo tan digerible, fácil, simpático y otorga un buen
estilo al producto.
Tiene líneas de diálogos muy avispadas y audaces, la actitud
de Mildred es oro puro también, con una Frances McDormand que encaja en toda
proporción y sabe de humor negro y gente de carácter. Una línea ironiza, no
botamos a los policías racistas porque nos quedaríamos sin policías, sólo con
los más gays. Pero al poco rato vemos que aparece un policía de color y en el
filme ningún policía se muestra racista, la brutalidad de uno no diferencia
raza al final.
El filme nunca es demasiado políticamente incorrecto, lo es
sí, pero en una dosis controlada y digamos que llevadera, no pretende ser muy
agresivo, polémico o mordaz, sólo algo picante. Ante todo es hacer un
entretenimiento inteligente y de manera transparente, suelta, despreocupada. Se
trata de un cine comercial valioso.