viernes, 16 de febrero de 2018

Good manners (As Boas Maneiras)


Todo empieza como una película de cine social. Una mujer de color (Isabél Zuaa), pobre, sin un buen currículo, se presenta a trabajar donde una mujer joven con dinero (Marjorie Estiano). La dueña es exigente y fácilmente la rechaza, pero por un momento de esos repentinos ella cambia de idea, ve su potencial práctico. Es contratada y demuestra que es muy competente, comprometida y sensible. La mujer dueña de la casa, Ana, tiene una enfermedad y es sonámbula. Esto traerá la curiosidad de que la película de los brasileños Marco Dutra y Juliana Rojas es una película de cine fantástico y de terror, aportando mucha imaginación.

Una parte es como cualquier película dramática. Una mujer, la empleada de Ana, Clara, tiene un niño que cuidar, pero no es cualquier niño, tiene que hacer uso de su ingenio para que éste no deje salir a la bestia que lleva dentro. El filme sería común sin ésta parte, además de que en algunos momentos los efectos son austeros y la propia historia muy sosegada. En la parte fantástica hay creatividad, la manera de combinar una historia sencilla de cotidianidad entre madre soltera e hijo y una de monstruos clásicos tiene distinción, sumando que el cine fantástico latinoamericano aun no es muy prolijo o abundante.

Los momentos fantásticos están dosificados, no son muchos, pero cuando llegan generan suma atención y espectáculo. Es como presenciar dos películas en una, que van cediéndose la posta en las dos horas de metraje, una de género, intensa, emocionante, llamativa, propia del entretenimiento, y otra de cine indie, de cosas mínimas, comunes y donde no pasa nada extraordinario. En el filme entra a tallar mucho las relaciones humanas, se sostiene de ellas, como en la parte indie de una relación homosexual.

Los vínculos son muy importantes, generan una sensibilidad especial, que en el filme está muy bien tratada, como cuando Clara tiene que decidir entre su humanidad y caridad y la indiferencia por la fealdad del mundo y el miedo a la violencia. En el filme Clara siempre está dispuesta al sacrificio, a la responsabilidad especial. En esto hay mucho tratamiento, es parte central de originalidad. No hay que esperar una justificación de origen seria (sobre lo fantástico), un filme de género se vale más del movimiento de sus fichas. Es una película que no tiene tanto de terror, es más cine fantástico. Sabe combinar música pop brasileña con memorias románticas, puedes ver el loable maridaje entre cine comercial y cine arte, como de buenos resultados teniendo un presupuesto pequeño. Exige un poco de paciencia, no es cine de género frenético, pero exhibe una construcción hibrida interesante.