Una jovencita, Jeanne (Esther Garrel, hija del director),
pelea con su enamorado, rompe su relación, y se va de su apartamento, sin no
tener a donde ir va donde su padre, Gilles (Éric Caravaca) que vive con una
muchacha, Ariane (Louise Chevillotte). Mientras Jeanne detesta la vida y se
haya muy desolada sin el hombre que ama, Ariane ve la vida con mucha libertad y
promiscuidad, engaña a Gilles con amantes de un día, como indica el título. El
director Philippe Garrel se mueve como pez en el agua en las complejidades de
las relaciones amorosas, la temática de sus películas. Suele ser muy relajado
en su exposición; Gilles es profesor de filosofía pero sus respuestas son muy
sencillas, como el filme.
Hay un manejo interesante de cómo nos relacionamos, de cómo
se presentan distintas miradas y cómo éstas se complican cuando se interrelacionan,
producto de que las personas están en diferentes momentos en sus vidas. Gilles
quiere una relación seria y antes ha sido liberal con las mujeres, les ha sido
infiel, y puede que le toque como karma ahora sufrir lo que antes fue e hizo él.
Ariane está en una etapa de no limitar su ánimo sexual, si quiere algo lo busca,
pero tiene una relación formal, sólo que cree que no debería afectarse por su
decisión de acostarse por sexo a la vez con otros. Ariane quiere las dos cosas,
y aunque está consciente de que no es viable, igual lo practica, lo cree normal,
pero, claro, lo guarda en secreto.
Hay dos líneas narrativas en el filme, dos lugares de
profundización de las relaciones amorosas. En la otra, Jeanne ama con locura a
un único hombre y éste sin mayor importancia la ha echado de su hogar. Jeanne
valora mucho lo que tenía, aunque en un inicio fue dura con su amor. Ella está
tan deprimida que llama a su reciente ex pareja y no habla en el teléfono,
espera un especie de milagro de reconciliación, que el hombre recapacite. Garrel
no nos dice exactamente a qué se debe la ruptura, pero se entiende que en
muchos los afectos son volubles, un día quieres y otro no, o te hartas de
aquella persona sin que haya algo grave de por medio, es así de simple y a la vez
insoportable el existir, como se ve en Jeanne, que aunque luce una mujer
hermosa en muchas capas y leal sufre por desamor.
Como unión narrativa de los casos está la relación de Jeanne
y su padre, y ambos argumentos se relacionan, hablan entre sí, pasando porque
el tema central es la fidelidad y el amor entregado. Es un filme en blanco y
negro, muy cálido y amable, entretenido, como son los filmes de Philippe
Garrel, que ausculta y piensa sin ínfulas sino como una persona como uno, una
que genera empatía, su sabiduría viene de ese lugar, de identificar y hablar
como muchos; pero sin ser demasiado conservador ve en la madurez de las
personas. Existe un compromiso. Esto puede sonar algo contrario al uso, cuando
la liberalidad y permisividad impera en los discursos, pero se entienden sus
argumentos. Jeanne es ese catalizador, porque a pesar de que ama a su padre no
delata a Ariane en su sensualidad con otros ni con los desnudos, y es que al
querer a Ariane, Garrel también quiere a la liberalidad, pero son etapas y consentimientos.