viernes, 14 de abril de 2023
The Fabelmans
El filme termina con un encuentro capital, llamémosle así, entre ese amante del cine que es Sammy Fabelman (Gabriel LaBelle) y el legendario John Ford, interpretado por el gran David Lynch. Sammy está haciendo que su pasión se convierta en su profesión, en éste especie de biopic libre sobre el propio director que dirige, el también ya legendario Steven Spielberg, quien será estudiado en el futuro como otro John Ford. Éste encuentro entre el joven Sammy, el joven Spielberg quien ha contado antes la anécdota de éste encuentro, podría ser un cortometraje. En éste pequeño encuentro John Ford ya es gigantesco. Vemos como la cámara pasa revista a los pósters de sus películas y ahí hay una tras otra obra maestra. John Ford, el todopoderoso, éste genio de grave e intimidante carácter, le preguntará dónde se halla el horizonte en los fotogramas de sus películas. Eso será todo lo que dirá, lo que le enseñará, ¿donde pones el horizonte en el encuadre? Esto parece poco, pero ha dicho mucho en realidad. Le ha hablado de hacer arte, es decir, de cómo filmas, cómo debes filmar, cómo vas a conseguir arte, cómo usas la cámara, como plasmas el tiempo, el contexto, a los personajes, la narrativa. Ford le dice con esto que no haga películas aburridas, está plasmando la diferencia de cierta manera entre un cine popular pero artístico y uno arty y minoritario, justamente con ese horizonte, tal cual como si le dijera a Lav Diaz, no dejes morir la cámara en la toma. Aun más, lo interesante, es que cuando el joven Sammy sale de la oficina de Ford, la mismísima cámara de Spielberg o el ojo cinematográfico rápida, inteligente y muy didácticamente pone en juego tres tipos de horizonte y queda más que claro todo lo que ha dicho igualmente de sencillo y clarividente el mítico director. Spielberg hace una película tal cual le ha dicho éste maestro, una película que en dos horas y media jamás aburre, se manifiesta ágil, de dotado ritmo, es cautivante, y aunque hablamos de un especie de biopic se enfoca y sintetiza muy bien momentos capitales en la vida del joven cinéfilo que fue y el futuro cineasta que será. No se dispersará ni habrá sobreabundancia de memorias. Desde el inicio Sammy va desarrollando su pasión por hacer cine, vemos sus progresos y actividades, sus primeros filmes amateurs (obras bélicas, westerns, películas promocionales escolares); así como la marcada influencia de chico y en familia de su primer encuentro con una película, ésta es The greatest show on earth (1952). Ahí descubre algo que lo acompañará siempre de cierta manera en su arte y a muchos directores de cine popular, que el cine recurre mucho a la violencia y al impacto visual, aun tratándose bastante de escenas y secuencias hechas con mucho cuidado y en un cierto orden clásico o amable a la vista. Sammy, con su cámara, detendrá el tiempo, cogerá una experiencia y podrá vivirla un millón de veces, como un tipo de catarsis y puede que hasta una fantasía; vivirá, comprenderá, un lugar para soñar, alucinar y experimentar el mundo, sin provocar ningún daño en su libertad creativa. Esto estará inspirado y escenificado en el descarrilamiento de un tren y el choque con un vehículo deportivo. Otra cosa que acompaña siempre al filme y al protagonista es la familia de Sammy, incluso se dirá directamente que tendrá que escoger entre uno y lo otro. Sammy curiosamente optaría por el cine si habría que escoger, pero nunca deja de sentir compenetración, un fuerte vínculo, con sus padres y hasta con sus hermanas. No obstante es muy indulgente con su madre, la que justifica su honestidad y libertad dentro de una infidelidad y ruptura, como quien no se debe a nadie más que a sí misma, aun siendo egoísta, y diciéndolo y justificando ese egoísmo por el que cree el amor verdadero. Spielberg muestra ésta infidelidad y endiosamiento de la madre muy meticulosamente, arma todo muy lento y claro, se ve venir, se argumenta y queda muy bien, aun siendo discutible. Spielberg llena su filme de mensajes bastante relajados y un poco indulgentes como éste, dentro de hacer un buen cine, muy visual, que no están tampoco mal y hasta son especie de consejos útiles frente a la dureza del mundo, pero la vida puede ser más complicada que lo que deja ver (por decir uno importante, se minimiza el dolor del padre, queda él medio anulado, invisible o en un muy segundo plano), como decir que el fumar marihuana asemeja el caos del mundo y ese relajo que uno debe asumir frente a éste, lo ilustra en la sensación y los efectos de fumar marihuana, lo dice desde la juventud de la imagen. También explica con un evento climático, con un inesperado tornado que persigue su locuaz y medio extravagante madre, como que el mundo no necesariamente tiene un gran sentido o no todo es muy coherente o profundo o implica una razón secreta (como aquellos que suelen decir que todo pasa por algo), da a entender nuestro libre albedrio y nuestra capacidad para decidir de manera simple y práctica, sin esperar demasiado o embrollarse en elucubraciones difíciles y sin salida muchas veces, lo cual es un buen consejo. Así mismo en otro consejo interesante que deja ver éste buen filme, analizando vivir en medio de tanta ruptura y un especie de caos o tener conocimiento de la vida vista como un limbo, no saber por donde ir o qué viene o cómo hacer para avanzar, en reflexión directa sobre el sufrimiento, dice como que hay que aguantar, fluir y esperar, que pase el sufrimiento simplemente, que las cosas naturalmente vuelvan al cause o pasen, y que hay que dejarse estar en el sufrimiento o mejor dicho no pensar en éste, tratar de minimizarlo emocionalmente, todo lo que puede sentirse propio del Zen o el budismo. Tiene muchísima gracia, entretiene bastante, ver la vida diaria de Sammy filmando a sus amigos o compañeros de clase y a estos haciendo de su primer público, durante su época del colegio, o ver cuando se enamora de una chica particular que está obsesionada con Jesús -en plan irónico de Spielberg- y la religión católica, interpretada por la novel, una jovencita muy bella, Chloe East, aun cuando lo de la novia juega a anécdota popular que asumen muchos como propia. Toda la secuencia con ella es de gran belleza y tiene un aire leve cómico muy bueno. Con el típico chico popular del colegio, del tipo deportista, fuerte y galán, Spielberg no se ensaña, más bien parece alentar la popularidad, como quien defiende los íconos, y de paso el cine comercial de autor. Éste chico es un poco patán pero Sammy/Spielberg lo reivindica, aunque el director le da una chiquita, habla con él de falsas expectativas, de tener que buscar llenar los zapatos (particularmente en el futuro) y de un engrandecimiento que puede no tener en realidad o puede perder, por eso en el resumen escolar donde Sammy lo pone como una celebridad él se siente intimado por esa figura que debe llenar. Pero finalmente, al menos, en el colegio, queda de éste chico popular un recuerdo memorable y al fin y al cabo justificado; con esto se trata también de la honestidad de las imágenes, a la que se deben los autores auténticos, aunque es un juego a su vez con los sueños y la ilusión del séptimo arte que se ve en la idealización que logra el ecran con sus historias y en particular el cine de Hollywood, con Spielberg como un gran autor o el mejor de éstas canteras. La ruta -que se ve venir, ante la excesiva confianza con el amigo- de la infidelidad de la madre es seguida muy detallísticamente, es gran parte de la trama. No es que Spielberg esté a favor del divorcio, nadie creo, pero como que lo entiende y toma incluso una posición, la que es muy contemporánea y muy liberal además, con un marido que más parece un cero a la izquierda pero que se dice que es especialmente inteligente (hablamos de un pionero con las computadoras), y a través de quien parece quererse indicar, de Burt Fabelman (Paul Dano), el padre de Sammy, que las emociones priman por sobre lo intelectual, la trascendencia más bien está en las emociones positivas que nos hacen sentir parece decir, también como síntoma de identidad del cine con el que Spielberg trata, le satisface y le hace sentir más y mejor realizado, al que se rinde su manera de ver y hacer el mundo con la gran pantalla. La elección del cómico Seth Rogen es una gran elección, está perfecto en su sencillez formal pero con una gracia cuidada y muy digna. Hay un trabajo de personalidad, de un tipo menos inteligente que Burt Fabelman, pero alguien que hace reír a Mitzy Fabelman (Michelle Williams), por ende la hace feliz, con menos esfuerzo y más naturalidad (y harta empatía), porque se parecen de paso, aun cuando Burt es un buen tipo, pero alguien ya demasiado pasivo y a ratos bastante nulo como pareja (ya no parece noble, sino medio tonto en realidad y es normal muchas veces ser así, inteligente para algunas cosas y todo lo contrario para otras), aunque al menos Spielberg lo hace ver como un padre un poco cómplice (y accesible) de su pasión. Cuando Burt dice románticamente que la madre de Sammy siempre será parte de su vida, aunque es cierto lo que explica (muy dócilmente, demasiado racional o contenido), suena más a telenovela o a melodrama naif (o al típico nerd que parece haber sido). Se endiosa abiertamente a la madre, con una Michelle Williams sobreexplotada, aunque con infaltable carisma y personalidad. No obstante ciertamente se le sobredimensiona, incluso peca de loca light, con mono incluido, literal (y simbólico si bien en ello el tipo luce más tranquilo de lo esperado). El filme como es condescendiente con el chico más popular (que incluye el nombre clásico de su tipo), con Logan Hall (Sam Rechner), hace pagar las culpas al lacayo abusivo, a Chad Thomas (muy bien Oakes Fegley), el chico que parece no tener ningún atributo y es en realidad un parásito y un antisocial. El filme no es tan contundente o no genera tanta empatía con lo judío (como que genera cierta indiferencia), se percibe de baja fuerza, los insultos de ésta clase también son muy manidos, pero Spielberg no lo explota demasiado tampoco, no exagera con éste tipo de empatía fácil, aunque también es, lógicamente, parte de quien es y se comprende siendo aparte una autobiografía, la que finalmente -para bien- es de cierta humildad biográfica. No obstante queda como rasgo de identidad, parte de un conjunto, pero su universalidad funciona mejor, los pasos de un coming of age común o más general, el colegio, la pareja o primera relación, la familia, hasta el tío viajero -de estilo circense- motivador de la profesión, la abuela de pocas pulgas -y visionaria de la realidad-, el amor por el cine que está por todas partes. Lo del matrimonio y la infidelidad es temática a lo Ingmar Bergman pero desde el estilo y el cine popular de autor made in Steven Spielberg o el mejor Hollywood moderno o el mejor cine popular americano, totalmente Spielberg, asumiendo una historia de relaciones afectivas pero de manera bastante dinámica y muy actual, llena de belleza aun en el dolor, dueña de una poética relajada y una mirada en pos del entendimiento de lo femenino con la madre como centro del universo (aunque se trate de la mirada de un hijo y no de un marido). Es un filme notable de entretenimiento, donde aunque muchos pueden creerlo algo narcisista por ser la vida del propio director, éste ha hecho una historia atractiva para muchos, una historia universal, que se puede leer independientemente, y aun así suena interesante que sea la vida de tremendo director y maestro.