jueves, 13 de abril de 2023

Sans Soleil

Sans Soleil (1983) del francés Chris Marker tiene una parte luminosa y otra críptica. Es un documental interesante, que tiene de falso documental pues juega a que es la interpretación analítica de alguien X sobre imágenes de un camarógrafo igualmente X. Aunque se digan sus nombres, no obstante siguen siendo de cierta manera anónimos. Éste camarógrafo es un viajero no identificado, un amigo del narrador digamos, cuando en realidad hay diversidad de material, perteneciente a variopintos directores, archivos, y un sinfín de procedencias creativas, incluso hay extractos de películas de ecléctico y curioso terror japonés o fragmentos de filmes muy conocidos como Vértigo (1958) y Stalker (1979). Es un ensayo cinematográfico donde Marker deja volar su mente en muchos temas que le interesan, como también sobrevuelan ideas filosóficas o muestra admiración por teorías locas y una gran pasión futurista por la tecnología. Hace incluso uso de un sintetizador de video, algo de punta para su época digamos, que distorsiona las imágenes y lo usa muy a menudo para entablar un diálogo propio del sci-fi que previsualiza la creación de la obra Matrix (1999). Es un ensayo libre muy curioso e inventivo, muy imaginativo, donde hay hasta harta cinefilia, como cuando interpreta el conocimiento abstracto mediante la locura que ve en el protagonista de Vértigo. También recurre mucho a la mítica de La Zona de Stalker. En todo esto hay cierta oscuridad, rareza, ya que Marker trata de liberarse un poco del pensamiento convencional y apelar a la filosofía e introspección personal, que busca entender lo que de cierta manera no existe, es por ello que es un documental propio del sci-fi y la literatura tipo H. G. Wells donde anhela visualizar el futuro o sentar los pasos hasta éste, y ahí cree verlo a través del videojuego. Así mismo manipula plasticidad en la adquisición de la memoria, y de la historia del mundo, moviéndose bajo la subjetividad del individuo. Pero al mismo tiempo éste documental es un diario de viaje, un diario realista, aunque busca ciertas cosas singularmente llamativas o extravagantes, cosas que planean sacarte una cierta sonrisa y sorprenderte un poco, para bien. Ésta es la parte luminosa, aunque menos científica si se quiere, ya que Marker pretende eso también, una apertura hacia un nuevo conocimiento; la parte luminosa nos lleva a nuestra humanidad, aunque también es muy parte de ello eso otro que toca, el sufrimiento y la pobreza, y hasta pasa revista a ideologías como el socialismo y hasta el quehacer de la guerrilla armada -haciendo alusión a ese tipo de cine, de paso- y la traición de un gobierno africano a esa vera, cuando la guerrilla y las ideologías fueron tan propias de una época, mucho de los 60s, y alcanzó a todo el planeta. Éste filme se ubica sobre todo en múltiples caras de Japón, un Japón especial, lleno de un lado freak y al mismo tiempo tierno, humano y rico en humanidad, pero viaja por otros lugares, como hasta África, por Guinea-Bisáu, en particular; y también por Cabo Verde. Quien sabe si Marker le ha dado un poquito de inspiración a Pedro Costa, cuando a su vez, claro, Cabo Verde tiene historia con Portugal, como antigua colonia portuguesa, población de donde Costa ha sabido recoger la humanidad y personalidad en medio de la pobreza material. Marker también, aunque leve, deja volar buscar tener empatía -con una mirada cosmopolita- hacia la pobreza del mundo -y por ende, el sufrimiento del prójimo- y puede que aluda ser un poco moralmente socialista, humano en toda cosa. Pero Marker piensa en muchos temas, no obstante finalmente en su lado más experimental los reúne todos, creando un cierto orden de lo que parece no fusionable, colocando teorías futuristas al lado de ritos medio rocambolescos como la quema de muñecas como en una especie de santería y o hacernos participes de rendirle culto a los gatos de la suerte nipones llamados Maneki-nekos, desde la alusión a una amada ánima animal. Es una propuesta que en su parte de diario de viaje busca anexar la belleza y la felicidad. Éste documental es muchas cosas, como quien se mete en una mente inteligente y ve aparecer ideas propias, mil pasiones, mucho conocimiento, mucha cotidianidad y tranquilidad además, mucho hedonismo también como por el cine al que, sin duda, Marker le rinde culto, o pasa por identificarse uno con sentir entusiasmo al hallar un método de comunicación con mujeres fuertes africanas que se rinden finalmente a sonreírle a la cámara y ser fuente de gran hermosura natural, espontánea, olvidando contextos deprimentes o bastante golpeados. El filme recurre un poco a lo medio impenetrable, pero además como con una secuencia de una juventud festiva de Islandia recurre a lo básico, a lo esencial, al goce primario, y como conjunto al enriquecimiento de un mundo inconmensurable de cierta manera.