miércoles, 19 de enero de 2022

Giulietta de los espíritus


Ésta película de Federico Fellini, el autor italiano más celebrado de su país, es muy rica en ideas, entretiene, es un poquito complicada, ya se ve a través de ella el cine que tendremos mucho hoy en día, el cine raro, aunque todavía se deja entender, aun mantiene un pie en lo clásico, pero ya la década de los hippies la tiene coqueteando con nuestra última modernidad. La musa de Fellini es Giulietta Masina, su esposa en la vida real y una estupenda actriz. Es curioso pensar cuanto de su vida personal (de su matrimonio) hay en ésta película. En ésta obra Masina se entera que su marido, Giorgio (Mario Pisu, que parece un Marcello Mastroianni de reemplazo, parecido un poco físicamente y en estilo), le engaña. Giulietta, un pequeño guiño quizá, se llaman igual, ama con vehemencia a Giorgio y pasa por un trance terrible al enterarse de su infidelidad y posible adiós. Es una historia donde Giulietta puede también ser infiel, pero un gracioso Fellini la hace ver demonios cuando lo pretende. Es un mundo donde hay mucha prostituta y circo. La prostituta no es una figura para maltratar, más bien se le enaltece, tal cual. Es una mujer fácil, pero también fuente de seducción, de pasión, incluso de enamoramiento. No deja de ser promiscua, ni sexual, pero puede llegar a ser una maestra de la vida en el imaginario de Fellini. Es el culto a los femenino, desde el deseo. La bella y apetecible Sandra Milo hace de prostituta, curiosamente va a instruir y mejorar la vida de la protagonista, una mujer de su casa. Masina más allá de una apariencia de señora elegante y educada, pero amable y simpática, como buena actriz no teme tomar riesgos y romper un poco su imagen preconcebida. No obstante Fellini tampoco la pone mucho en peligro. Giulietta pasará por varias tentaciones mientras trata de lidiar con la decepción. Es un filme un poco extravagante, de colores chillones propios de la época. También la protagonista tiene una fuerte carga psicológica, vemos figuras de represión partiendo de la infancia y también al abuelo como héroe. El filme igualmente plantea fantasía, como cuando Giulietta a través de un gato en lugar de un conejo entra en un especie de mundo de Alicia en el país de las maravillas, que irónicamente se trata del ingreso a un burdel donde Giulietta nunca se siente incomoda, sin ser promiscua. Sin duda hay ideas muy de avanzada, pero también es muy propio de los 60s. A Susy (Milo), que no duda en hacer un trio (Fellini sólo lo sugiere), no le cae mal cuando le dicen puta. Giulietta también tiene su personalidad, como con toda su interacción con esa vecina guapa de vestidos muy llamativos que suele buscarle. Fellini quiere ser raro, se le nota, por ello presenciamos a una anciana vidente que parece sufrir de alguna deficiencia mental (con una ayudante de la India que luce comedia gestual). Es una obra que se atreve a enfrentar el ridículo, no le teme, y finalmente triunfa. También porque siempre es coherente, por más especial que se ponga. Masina nunca deja de generar empatía y se mueve sin dificultad en un ambiente atípico a ella, esto otorga personalidad al producto. Giulietta luce como parte de cierta clase alta, pero se comporta con humildad natural. Puede que Fellini sea un poco ligero tratando la locura, pero parte de la idea de amor familiar tradicional y es interesante ver como sin vender su alma congenia con ideas distintas, el mundo del libertinaje y lo formal.