viernes, 7 de enero de 2022
El castillo de la pureza
El castillo de la pureza (1973), de Arturo Ripstein, es una de sus más grandes películas y de su país. Es una historia basada en ciertos hechos reales. Es un filme que claramente parece haber inspirado Canino (2009), la película que puso en el centro de atención -dio a descubrir- a Yorgos Lanthimos. Lanthimos y su guionista Efthymis Filippou sin duda han debido conocer de éste filme, aunque el suyo es propio de otra época, de esa modernidad que expone cine raro. Lo de Ripstein es algo muy realista, claro y directo, tanto como con fuerza. No obstante versa sobre algo extraordinario, cómo un padre mantiene encerrados a sus tres hijos y esposa por más de 18 años, pensando que el mundo es muy corrupto y dentro de su casona los mantiene seguros de esa corrupción. Lo "curioso" es que éste hombre, Gabriel (Claudio Brook), es como todos, imperfecto, y lo que prodiga tiene encima de hipocresía, como con lo sexual. No solo eso, es un hombre violento; desencantado de la vida su frustración lo tiene enojado y abusador dictador contra su propia familia; llega hasta amenazar de la manera más vulgar y peligrosa. Su mujer, Beatriz (Rita Macedo, con unos 48 años muy bien llevados y que recuerda de rostro aunque levemente a Sophia Loren), ama a Gabriel a pesar de tanta locura, pero ama también a sus hijos y es inteligente, ha prometido protegerlos, entonces al tener a Gabriel siempre en estado de pelea trata de traerlo a la normalidad si es posible, aun aceptando vivir encerrada. El único que sale a la calle es Gabriel, a vender lo que fabrica con sus hijos, que es otro atractivo del filme, hacen raticidas, y vemos cómo es el proceso de hacerlos, y cómo hasta la hija pequeña está al tanto de todo, participa. También el filme tiene una gran dirección de arte con esa lluvia constante que yace sobre la casona, tal un mundo a puertas de desbarrancarse. Al estar encerrada la familia bajo un yugo férreo todo apunta a autodestruirse, observando para peor que la cabeza está desvariando un poco, y para furiosa, le falta cordura. Es una obra que por la actitud y poder de Gabriel te mantiene en vilo todo el tiempo. Se ve interesante cómo muchas cosas de aquí están reflejadas en Canino pero llámese mediante una actualización más freak, propia del nuevo cine griego y del cine último moderno. Lo que no se puede negar es que es mejor la de Ripstein, aunque la de Lanthimos tiene su atractivo y virtud también.