domingo, 30 de enero de 2022

Festival de Rotterdam 2022: Malintzin 17


Malintzin 17 (2022) es una pequeña y humilde película, tanto como amable y en su punto de sensibilidad. El director es el documentalista mexicano Eugenio Polgovsky que murió inesperadamente a los 40 años, en el 2017. Éste material documental que forma el filme lo grabó durante el 2016; dejó la presente obra inconclusa -sin editar o musicalizar- y su hermana, Mara Polgovsky, lo halló y lo completó y es la que lo ha llevado a exhibir en la competencia principal del festival de Rotterdam 2022. En éste se documenta la simple cotidianidad, desde la ventana de un segundo piso que da a la calle que da nombre al título que es donde vivía Eugenio con su pequeña hija de 5 años con la que comparte toda la película. Presenciamos un fuerte y hermoso vínculo entre padre e hija, ellos conversan bastante mientras observan mucho su calle; la niña, sobre todo es la que habla al tiempo que se entretiene sin esfuerzo; la pequeña expone ideas infantiles y a la vez creativas desde la inocencia y espontaneidad de su edad. Eugenio le hace preguntas sencillas sobre que va pasando por su cabeza mientras comparten la grabación, cuando ella juega dentro de la casa con cosas intrascendentes o se pega por la ventana; su interrelación se siente muy fresca y relajada. Observan en especial día tras día un nido de paloma que yace sobre unos abultados y feos cables de luz -en un microcosmos rudo, peligroso, mezcla de lluvia con electricidad-; es el nido como el de ellos -de tenue melancolía- en el que se percibe identificación y un gran deseo de protección, empatía y sentimiento, como la propuesta, sin exagerar. Por la calle Malintzin pasan diferentes trabajadores, empleados de gas, cargadores de agua en bidón, barrenderos, vendedores de comida, etc. o simple gente que baja de sus autos, vienen de visita o regresan a su hogar, llegan a la zona tranquilos, distraídos en sus propias existencias anónimas para la cámara voyerista, positivamente valorativa y curiosa -esa que se escabulle a la menor inquietud-, o pasean laxos con sus perros o algunos juegan al skate entre otras cosas que el lente mira rodeándose de la calidez de lo simple y no menos atractivo. Es el aprecio por lo que damos por sentado u ordinario y no menos bello, más allá de las apariencias que tienden a minimizar estos momentos o hasta a darlos por aburridos.