domingo, 26 de diciembre de 2021
Drive my car
Ésta película se basa en un cuento de Haruki Murakami. Dirige el nipón Ryusuke Hamaguchi, director que ha sido la sensación del año 2021 para la cinefilia internacional, en especial para la cinefilia hardcore. Estuvo compitiendo en el festival de Cannes por la palma de oro 2021 y ganó mejor guion en el evento. Hamaguchi junto con Wheel of fortune and fantasy (2021) ha llegado al top máximo y se vislumbra que clasificará al Oscar 2022. Ésta película nos muestra a un director de teatro y reputado actor teatral, Yusuke (Hidetoshi Nishijima), y su gran amor por su mujer, Oto, pero que esconde algo sórdido, ella es promiscua y lo engaña continuamente, hasta tiene sexo en su propia casa, y él sabe. Esto es tratado de diversas formas, una de ellas es la principal, pasivamente, pero en la historia del sueño se dice claramente que ella en realidad esperaba una reacción, pero Yusuke por miedo a perderla nunca la enfrentó y se siente culpable por ello, siente que eso es parte del devenir de Oto. Oto tiene una cierta justificante, si bien la corrupción no se justifica nunca, no debe justificarse. En ésta película se mezcla la realidad y cotidianidad de los personajes con el teatro, con la obra en particular de El tío Vanya, de Antón Chejóv, y sucede que fuera de la ficción dentro de la ficción se repite la obra de Chejóv y se comunicaran entre sí, como intentado dar respuestas a la obra teatral, auscultando intelectualmente la temática de las ausencias o carencias y la sordidez empujada a esa vera o quizá ésta acaece medio accidentalmente, de manera inconsciente. Yusuke participa de la puesta de Chejóv y es asignado con un chofer, una muchacha llamada Misaki (Toko Miura), aquí surge otra línea narrativa que en buena parte es similar a lo que ha vivido y vive el patrón Yusuke. Lo de Misaki también guarda secretos muy íntimos y anida la culpa; se dicen que pudieron salvar a esa persona amada y conflictiva, la persona de sus vidas. Murakami suele utilizar el sexo con atrevimiento, con modernidad, y plasma una mirada occidental -incluyendo lo intelectual- donde se apuesta por cierta originalidad. De esto nace otra vertiente de análisis o de respuesta, la normalización de los sucesos, señalar una ordinariez de los hechos claves, de lo que hace Oto, donde se expresa no hay mayores explicaciones, donde todo dan a entender es secundario, y se ve con tranquilidad lo que en realidad no es así o no suele verse así. Yusuke se apoya en Misaki y entablan una amistad de duelo, de llevar una misión trunca, de completar el vacío y lo que dejaron de hacer, aquellas conversaciones difíciles, complejas, y que más que seguro incluían terapia. Notemos que la madre de Misaki incluso es media Norman Bates, un ataque y alarde de creatividad de Murakami. Entre Yusuke y Misaki hay una relación sofisticada, no implica sexo de ninguna forma, ni tampoco amor, su amistad es muy clásica nipona, analítica y mística a partes, muy educada y con distancia -no hay que olvidar que existe una relación laboral y una pirámide-, pero se hablan de manera autentica y sincera, conocen y piensan los más oscuros secretos mutuos, si bien el mal no proviene de ellos en realidad, ya que lo suyo fue cobardía y debilidad, y pasividad, dejar que las cosas pasen y les pasen por encima -aunque Misaki si se llegó a agotar-, no perversidad, aun cuando ahora son gente fuerte, seria, de carácter, pero aun nobles. Hay otra línea narrativa del filme también importante y de interrelación jugosa, con un muchacho y amante de Oto, Koji, que de lo existencial llega a la autodestrucción, el que va revelando secretos que van cambiando como él se ve frente a la historia y otros. Lo de la esposa muda sí luce intrascendente, se manifiesta ripio, aunque pinta de sensible y supuestamente profundo y hasta quiere ser curioso y en realidad no lo es. No obstante le agrega matices al conjunto, atempera lo sexual en la obra de Murakami. Hamaguchi es joven, tiene sólo 43 años, y se nota muy talentoso. Su debut en el cine fue un trabajo universitario, hizo una adaptación de Solaris (2007); por encima del resultado que fuera denota su ambición, ese gen de querer hacer algo distintivo e inmortal, actualmente más propio del ingenio que del presupuesto y es un éxito.