sábado, 23 de febrero de 2019

La favorita (The Favourite)


La reina Anne (Olivia Colman) está enferma y medio que se desentiende de gobernar. La dama de sociedad, Lady Sarah (Rachel Weisz), casada con un alto mando militar, quiere que la guerra entre su país, Inglaterra, y Francia, se prolongue, aun cuando su marido está en el frente. El opositor Harley (Nicholas Hoult), hombre fuerte político, quiere que se firme la paz. Entre estos dos frentes Lady Sarah manipula a la reina, porque tiene un affaire con ella.

Con éste sencillo contexto sólo falta la llegada de una nueva sirvienta, Abigail (Emma Stone), mujer que fue una dama de sociedad, pero su padre la puso en apuesta y perdió su título. Abigail representa la otra relación de manipulación con la reina, representa a una arribista. El griego Yorgos Lanthimos pone a Weisz y Stone en duelo, aun cuando son primas. Lady Sarah tiene fuerte carácter y desprecia a Abigail, que es astuta y algo cruel –velado-. Se ve cuando pisa a un conejo, uno de los 17 que sintetizan el anhelo de afecto y paz interior de la reina.

El filme con la rareza, detallismo y artificiosidad de Lanthimos crece notablemente y se vuelve una apuesta imponente, tal cual la época que representa, el siglo XVIII, y propio de las luchas en los reinados, los privilegiados y las cortes. El filme es un poco cruel, como con soltar aves para que hagan tiro las damas; también en la corte hay un esnobismo bravo que se burla de todo, como cuando lanzan verduras a un bufón como pasatiempo. El filme propone la superficialidad como existencia, a lo Marie Antoinette (2006). El filme tiene de Kubrick, de Barry Lyndon (1975), pero menos de lo que se cree.  

Es una propuesta entretenida, de buen ritmo, con su toque de maldad, de humor sarcástico, con su infaltable extravagancia, típica del director griego, pero disminuida en comparación a sus anteriores películas. No obstante no deja de ser una película extraña, menos mainstream que las habituales competidoras del Oscar donde ahora se halla. Tiene un quehacer rudo si se quiere, proponiendo un lesbianismo muy poco romántico, interesado. Se puede ver que Lady Sarah es una mujer dura, que no se derrumba fácilmente, pero que algo da a entender que siente realmente por la reina, mientras Abigail es más parecida a una prostituta de la reina.

Es un filme audaz, con poco sentimentalismo, más al servicio de la estrategia, del interés político y social, es amar el buen vivir de la clase aristocrática. Abigail sabe bien lo que es ser pobre, las humillaciones y abusos a los que debe someterse, por ello es una arpía a la hora de trepar y mejorar su estatus. Hay bastante diversión al respecto, Stone es carismática, sumamente expresiva, es un salto a otro de gestos poderosos; puede ser una desgraciada, pero también lleva de alma sufrida –vendida como carne a un tipo desagradable, empujada literalmente al barro montón de veces-, y debe ser fuerte para salir del pozo. Pero en ese lugar no se busca enaltecerla, sino todo la lleva a la superficialidad del dinero.

La reina más es una mujer emotiva, digamos que una buena persona a grosso modo, pero que el mundo la hace ser un poco vil, pero está al servicio de su propia felicidad, no es una buena gobernante, Lanthimos la hace en parte infantil, arrebatada, caprichosa. Lady Sarah tiene todo el portento y la personalidad del líder político, pero no tiene el poder directo. Por ello debe recurrir a engolosinar a la reina también, debe ser dulce, rastrera. En todo esto Weisz, Stone y Colman brindan grandes actuaciones, están perfectas las tres. Lo mismo Hoult con este personaje suyo que tiene matices, parece un buen político, pero también es engreído y cruel.

Es una película de relaciones sexuales, de relaciones extramatrimoniales, para llenar un vacío, el de la reina, mientras las otras ganan beneficios. Lady Sarah luce algo hipócrita, aunque es difícil de catalogar, parece muy calculadora, pero más discreta que Abigail, que odia la pobreza, porque le ha brindado tantos maltratos. Es una película de feminismos, pero no idealistas, lo que puede hacer rehusar el título. Lady Sarah decide el futuro de su esposo, es una mujer activa, firme. Abigail, como se ve luego con su matrimonio, quiere hacer lo que le da la gana, como los aristócratas varones.  

Las mujeres luchan por tener el poder. La reina lo tiene, como toda privilegiada, de siempre y es más egocéntrica, busca el placer primero, le es algo indiferente la responsabilidad, sobre todo ante tanto sufrimiento físico y espiritual en su existencia, de esto que veamos su facilidad para desconfiar de sus amantes, como con la desaparición forzada de una, y el abuso con su mascota que termina en otro ciclo de humillación. Estéticamente la película es un portento, igual que por toda su adaptación de época, también por su detallismo narrativo.