Inferninho (2018), de Pedro Diogenes y Guto Parente, tiene
de protagonista a un travesti, Deusimar (Yuri Yamamoto), que por falta de
empuje nunca se ha movido de su bar, y por curioso que parezca decide hacerlo
cuando prácticamente es echada del lugar. Pero antes conoce al amor, a un
marinero, a Jarbas (Demick Lopes), quien le traerá problemas. En su bar llamado
inferninho hay tipos vestidos de superhéroes pero de manera muy pobre, muy
rudimentaria, hay hasta un Wolverine. Deusimar se mueve con mucha naturalidad,
mostrando todo su físico ambiguo. Jarbas de todas formas está plenamente
seducido por ella. En inferninho una mujer canta todas las noches, es una
música propia del lugar, barata. Deusimar termina paseando por especie de
protectores de pantalla de computadora aludiendo que está viajando finalmente
por el mundo. Todo el filme es muy precario. Es un filme con poca narrativa
también. En inferninho hay montón de freaks, es un refugio para los marginados,
esa es su gran justificación. Deusimar es tratada con afecto por todos, en
particular por alguien vestido de conejo, aun cuando Deusimar tiene también mal carácter.
Aunque no es una película desechable, tampoco es una maravilla, más interesante
de Guto Parente es su otra película del mismo 2018, O Clube dos Canibais. Ésta
busca ser una película marginal, y se queda bien ahí. Es una conformación de identidad, pero le falta
mucha gracia, no tiene mucho don.