miércoles, 6 de febrero de 2019

Aterrados


El filme del argentino Demián Rugna es una potente propuesta de terror que no escatima momentos de miedo, poniendo todo al servicio de ello, poco le interesa hacer un filme de feliz resolución o de ya está, terminamos, combatimos lo extraño, fin; lo que le importa es poner escenas impactantes una detrás de la otra, pero armadas dentro de una lógica, en su propio mecanismo de miedo.

No se trata de momentos que se perciban efectistas, vacíos, sino son el meollo del asunto tal cual, muy sencillos argumentalmente, propios del enorme poder siniestro contra el cual pelean los protagonistas, dos doctores de ciencia paranormal, Albreck (Elvira Onetto) y Rosentock (George L. Lewis), y un ex policía forense, Jano (Norberto Gonzalo), ayudados en el trayecto por un capitán de la policía, el comisario Funes (Maximiliano Ghione).

La trama no explica el mal en todo, en realidad lo hace en muy poco, no hay mucho que explicar tampoco, en lugar habla de guardar la información como novedad, por lo que todo es enorme de enfrentar, prácticamente imposible de detener y no se espera que el bien venza necesariamente. El mal habita en un vecindario de clase media de Buenos Aires.

Los investigadores paranormales van al lugar y cerciorados de que todo es real están medio en el limbo contra tanta actividad extraordinaria, lo que en lugar de ser un defecto significa pura diversión para el espectador, que padecerá sus tantos momentos de alto impacto. No se sabe hasta dónde llegará todo, siempre con el complemento de tratar de explicarlo con lo normal y esto será superado siempre.

Rugna es muy abierto con los sustos, es muy directo, austero como narrativa, pero sumamente efectivo visualmente, sabiendo apreciar tanto background del género que hay ya. No es un filme de narrativas sesudas, arduas, todo es muy práctico y bastante simple. Es ir a luchar/ver lo paranormal y punto, no pidan mucho, pero todo funciona a la perfección como disfrute. 

No para hasta el final de exhibir sorpresa tras sorpresa cada vez más terrorífica, bien distribuidas y manifestadas, aunque hay algunos pocos momentos endebles, como lo de los vidrios en los ojos, pero toda la parte del muerto debajo de la cama que recuerda al monstruo de Rec (2007) está excelente, igualmente el niño con el vaso de leche.