WR: los misterios del organismo (1971) es propia de su
época, de la época hippie y de la época de luchas sociales, de fuertes ideologías
políticas, especialmente la socialista, pero con una mirada que ya lleva un
recorrido detrás y tiene noción de éstas ideologías. El director Dusan
Makavejev como ciudadano yugoslavo –actualmente Serbia- estuvo bajo un régimen socialista
y su posición es marcadamente contraría a ella, como exhibe la película.
La película parte de mostrarnos quien fue Wilhelm Reich que
tiene de eje, Reich fue un psicoanalista austriaco nacionalizado americano. Empezó
como un estudioso respetado llegando a ser asistente de Sigmund Freud, entusiasmándose
y compartiendo su fijación con el sexo que Reich llevó al extremo, en nuevos
tiempos. Como Reich habló en libros sobre fascistas –en contra- se ganó la
enemistad de los nazis y terminó finalmente en EE.UU.
Reich creo una filosofía que mezclaba la liberación sexual
con el marxismo –que no congeniaban- y se ganó el rechazo de todo el mundo,
encima inventó la idea del Orgón (organismo + orgasmo) y creo máquinas que
usaban la liberación sexual para alegar que podía curar las peores
enfermedades, lo que le trajo una alerta y finalmente dos años de cárcel por
considerar sus ideas, libros y curaciones, un fraude. Reich terminó señalado de
demente y murió en el tiempo que estuvo recluido en la cárcel. Seguramente influenció
mucho su persecución no sólo tenerlo por un pseudo científico sino un comunista
en los 50s.
Con ésta partida el filme busca mofarse del socialismo, tomárselo
relajadamente con respecto a esa falta de corazón de no poder congeniar liberación
sexual con marxismo. El filme no busca la reivindicación de Wihelm Reich, la
idea aparte de ser una propuesta original y entretenida es darle un puntapié a
la ideología reinante en Yugoslavia, con lo cual obviamente se ganó la censura
en su país. Pero el filme va mucho más lejos aún, ganando censura por donde
iba, porque también es exigente con espectadores más abiertos, aunque en medio
de la revolución sexual, de la liberalidad combatiente, había un espacio por
ocupar.
El filme en su gran parte documental –en mayoría; con la
imagen de la vida de Reich detrás- muestra la liberación sexual de los 70s,
éste mundo hippie, de manera radical. Vemos como Nancy Godfrey esculpe –de forma
muy clara y metódica- el miembro reproductor erecto del director de la revista
pornográfica Screw, de Jim Buckley, que aguarda desnudo tranquilo la labor de
Godfrey que crea un especie de consolador. La liberación sexual siempre tiene
una carga política al lado, en este caso mediante el sonido o por quienes son
los participantes. Screw es una revista también con ideas políticas, como
contra el gobierno de turno.
Otro caso es el de Tuli Kupferberg con quien el filme se burla
de la guerra, disfrazado de soldado harapiento cantando una canción
contradictoria y disparando imaginariamente. Kupferberg dirige la banda de rock
The fugs de corte político y cómico. Otra muestra del uso de neoyorquinos típicos,
neoyorquinos freaks (mucho más para le época), es ver al travesti Jackie Curtis
simplemente paseando por las calles mientras acompañada de su pareja saborea un
helado; luego la musa de Andy Warhol hablará de sus experiencias sexuales.
El filme del atrevido Dusan Makavejev no expone todo de
golpe o seguido, sino mezcla todo, juega con todos su contenidos, presentando
un collage visual intenso, siempre coherente, con el eternamente heroico y pionero
de la liberalidad sexual Wihelm Reich y sus misterios del orgón abarcándolo
todo. Vamos viendo de a partes hasta completar el retrato documental de sus estrafalarios
protagonistas americanos. El filme siempre es novedoso, muestra y va creando,
su aspecto documental tiene suma variedad, autoría y potencia, hay muchas
muestras de una misma cara: W.R. Inclusive hace uso de la manipulación del
found footage con locos en tratamientos extremos o en sus actos enajenados;
igualmente con los filmes propaganda sobre Stalin, a quien vemos llorar un acto
impuro a su supuesta condición.
Y aún hay más, existe una parte de ficción, con una historia
contextualizada en Belgrado, con una mujer que queda enamorada de un patinador héroe
de la URSS –llamado como Lenin- con lo que se proclama pura sátira, como ver fácilmente
desnuda a la amiga de la fan obsesionada como animal en celo; Makavejev no
tiene ni miramientos con la revolución sexual. En la ocurrencia máxima el filme
termina creando una historia macabra, que suma una irónica melancolía melodramática
por tanto conflicto.
La locura es manejada con mil tratamientos, como uno de un
seguidor de Reich con una terapia mediante gritos, el filme es la extravagancia
absoluta, pero entendible sin dificultad, aunque no del todo seguramente para
su tiempo. La broma sigue indetenible, imperturbable, la manipulación del
aspecto documental está a la par de la descocada ficción, incluso cuando se trata
de rescatar un poco la imagen de Reich con entrevistas a sus familiares. Pero
que un barbero rústico muy cliché hable de que no había problemas con el loco
psicoanalista comunista en su clásico pueblito americano es lo mismo que decir
que la propuesta de Dusan Makavejev no representa un remezón de originalidad e innovación,
un hito cinéfilo.