El eje sobre el que gira éste western es sobre lo salvaje y
lo civilizado. El protagonista es un explorador, Jed Cooper (Victor Mature),
que es un hombre que se mueve a lo bruto, es como un típico adolescente
americano de gran tamaño, se alcoholiza, toma en sus brazos a las mujeres de
manera agresiva, hace bromas de mal gusto, es impetuoso, emocional y un hombre
de acciones más que de reflexiones, pero esto cambiará.
Lo que es el motor es que Cooper siempre pregunta por lo
civilizado –lo anhela habiendo un lado inocente en su persona-, él se tiene por
salvaje, su calidad de explorador es un reflejo de su personalidad, de quien es
él, esa vida a la intemperie, ese especie de aislamiento lo definen. Pero al
conocer al Capitán Glenn Riordan (Guy Madison) quedará enamorado de su traje
azul, de ser soldado, cosa que aún no está listo para ser, y curiosamente, o
poco típico, no implica el cuerpo, la violencia, las acciones, la cualidad de
sobrevivencia y combate –que le sobran- sino sencillamente la disciplina, lo
civilizado.
Pero aun así hay soldados que no merecen ser soldados nos
dice el filme del genial Anthony Mann, y se agrega una cierta confusión que
parte de adentro también, que se ve claramente en aquella negación de encerrar
al líder visto como enajenado. Todo esto se aprecia dibujado en la presencia
del coronel Frank Marston (Robert Preston), un hombre lleno de ira, de
violencia, amante de la guerra. El filme se aboca a enaltecer el nombre del
ejército asumiéndolo desde su mejor valor, lo civilizado, pero esto se piensa
de manera más libre, con anexiones, es decir, el soldado debe combatir, pero
antes tiene un deber con la ética y la justicia frente a sus acciones. El ideal
vive en el filme de Mann.
De manera inteligente, se ve que Cooper es el más apto para
la guerra de todos, a diferencia del regimiento del fuerte del coronel Frank
Marston que no están preparados y el filme pelea porque no se enfrenten a los
indios, porque es una derrota y muerte segura. Pero Cooper es un salvaje,
alguien criticable, y en más de una ocasión se deja ver esto, aunque se le dan
concesiones, es finalmente el héroe. Una muy discutible es con la mujer de
Marston, interpretada por Anne Bancroft. Con ella incluso se le dice a Cooper
que haga lo correcto, hasta se menciona lo cristiano, donde Mann como todo
gestor de arte se toma concesiones. El filme trata de la evolución de su
protagonista, aunque parezca algo leve, es hacia lo civilizado.
El filme tiene muchas excelentes escenas de acción, de
combates con harto indio y soldado matándose, incluso una más personal y
emocionante entre el héroe y un sargento. Cooper no agrada a todos, es también
inicialmente una mala influencia en la disciplina del regimiento, pero el
capitán Glenn Riordan y un explorador más viejo, Gus (James Whitmore), lo van
haciendo mejor persona. Se trata de creer en él, cosa que también la inteligencia
del filme dirige hacia Marston, aunque más desde un lado humanitario.
El filme hace a Cooper muy intenso, suelto en plaza, quien a
ratos parece un niño grande, se entiende de la propuesta en “descargo” que sea
salvaje, al punto que humillado llega a cachetear a una mujer, pero esto es
propio del siglo XIX –estamos en medio de la guerra civil americana- o, peor,
aun de los 50s, que podía ver sensual y quizá hasta necesario estos actos,
aunque hoy parezcan difíciles de digerir, tratar de menos a la mujer, eran
otros tiempos, como con aquella frase del marido militar que dice: amo el sabor
de la victoria, tú eres mujer, tú no lo comprendes. No es por defender éste
trato pero también se debía a la rudeza y ruralidad que enarbolaba el género,
aceptada en sus mujeres.
Lo que sí es que Mann en cierta manera estaba adelantado a
muchos de sus contemporáneos en el western en la imagen que hace de los indios,
parecía respetarlos, les ponía humanidad, heroísmo y no solo peligrosidad. Aunque
también le eran funcionales les daba razones, los mostraba maltratados u
ofendidos. En la presente propuesta se debe a la presencia de los fuertes y los
soldados y el atisbo de la dominación e invasión del territorio que se deja ver
puntualmente en la primera aparición de los exploradores y el cerco de los
indios.