Una empleada de limpieza muda llamada Elisa (Sally Hawkins)
descubre que a donde trabaja han llevado a un espécimen sinigual, un anfibio
humanoide (Doug Jones), para estudiarlo. En el lugar es cuidado por un agente
policial, Richard Strickland (Michael Shannon), y estudiado científicamente por
el doctor Robert Hoffstetler (Michael Stuhlbarg). A Strickland le importa muy
poco el espécimen, sólo quiere avanzar en su trabajo y pasar a otra cosa. Strickland es cruel con éste monstruo, que
recuerda a El monstruo de la laguna negra (1954). No obstante el anfibio del
filme de Guillermo del Toro es tratado también de manera diferente, mostrando
lo freak que es el director mexicano haciendo que la película sea una historia
romántica.
Elisa es una mujer solitaria, en el filme esto está también
en su vecino, el que hace Richard Jenkins, mejor amigo y cómplice de Elisa. A su modo
Strickland también está sólo, sumido en la típica vida americana, pero con un
trabajo especial, cuidar a un monstruo. Strickland es interesante, además de
que Michael Shannon es un gran actor. Este hombre parece aburrido de su vida,
pero está dispuesto a seguir hacia adelante a toda costa. Su problema es que es
un tipo frío y excesivamente práctico, y esto no solo lo hace más fuerte que muchos otros sino también una mala persona. El mejor personaje del filme es sin duda
Strickland, aunque más tarde caiga en la convencionalidad de que se cuente una
historia made in Hollywood.
Lo que sale del lugar común en ésta propuesta es el hecho de
cómo se llega a tratar más tarde al doctor Robert Hoffstetler, un agente ruso encubierto
en la guerra fría de los 60s, que finalmente es pura nobleza, por encima de cualquiera
de sus trabajos. También sale de lo común cómo Guillermo del Toro retrata la vida sexual de su
protagonista, una perfecta Sally Hawkins, en un mundo que parece en varios
momentos el de Amelie (2001). Ciertamente luce todo una locura, pero Guillermo
del Toro de la forma más inocente lo hará ver muy poético, salvo lo sexual, los desnudos y la insinuación
de la dependencia de Elisa de la masturbación (que lo tratará de contrarrestar
comiendo cereal y, desde luego, no le funcionará). Lo poético incluye el musical y el baile clásico. Para esto, realmente su anfibio humanoide,
salvo por unos momentos a lo E.T. (1982), se comportará tan salvaje como El
monstruo de la laguna negra. Apenas se comunicará (aparte de decapitar a un
gato de una mordida), aunque con Elisa será muy dócil, a cambio de unos huevos
duros (disculpen la ironía anexa de un vulgar doble sentido).
Pero metiéndote en la fantasía, aventura y simpatía del relato de Guillermo del Toro, con unos ataques de justificada crueldad (que
otorgan madurez al producto y reducen lo cursi), sumando algo de buen noir, el
filme gustará bastante. Es prácticamente ineludible caer rendido al muy noble y
dulce sentido que busca dejar la película, el de aceptar el amor
poniendo lo físico en un muy segundo plano, éste no importa, entendiendo cómo
el amor verdadero sin límite alguno desaparece la soledad, la tristeza y genera
un estado de felicidad y fortaleza contra todo pronóstico. Éste sencillo, pero potente
mensaje es honestamente hermoso. Será manejado a través de un escape y persecución romántico. El filme brilla de la mano de sus extravagancias,
justificadas, en una bonita historia de amor con su toque de horror.