Luna de papel (1973), de Peter Bogdanovich, es una película
tierna y dulce, de las mejores suyas. También es muy divertida. La relación que
se forma entre padre e hija, en la vida real, y padre e hija supuestos en el
filme es maravillosa, entre Moses Pray (Ryan O'Neal), un pícaro, un estafador,
pero un tipo simpático, gracioso, para el espectador, y Addie Loggins (Tatum
O'Neal), niña que en el entierro de su madre, pareja fugaz de Moses quien
asiste al entierro, le es entregada para que la lleve donde su tía.
No obstante en el camino la niña descubre que Moses es un
estafador, inventa llevar de encargo biblias a viudas que encuentra en el
periódico rindiendo tributo a sus maridos, mujeres que manipula para ganar
compradoras, sentimentales y medio obligadas, en medio de la época de la
Depresión Americana, los 30s, en el sur estadounidense. Conocido esto, la niña
en lugar de decepcionarse o asustarse muestra que también es muy pícara y aún
más audaz que quien cree su padre, y lo ayuda a vender las biblias. De ahí en
adelante la niña exhibe otros engaños, al igual que Moses, hasta meterse con un
contrabandista de alcohol y éste resulte tener un comisario de hermano, con lo
que el asunto tendrá sus repercusiones.
En ésta propuesta no se busca castigar la vida licenciosa de Moses, no
es esa clase de película, sino divertirse con él y la niña, por eso estamos más
cerca de la comedia, aunque suave, del entretenimiento ligero, con una pareja
de compañeros poco comunes de cierta manera. No es extraño que Tatum O'Neal
ganase el Oscar, más allá de la primera impresión, aun a los 10 años de edad y
en su debut en el cine, porque realmente está espectacular, y el filme de
Bogdanovitch le exige bastante, la mayor parte de la película se trata de sus
aventuras y astucia. Ella incluso genera un plan maestro para deshacerse de una
pareja romántica de su compañero de correrías, alguien que compite por su
atención y llevaba la partida ganada, con la interpretación genial de Madeline
Kahn, como una artista y medio mujer de la vida –también se enamora-, pero que
al igual que Moses paradójicamente exuda simpatía, exotismo y complicidad del
público, donde lo negativo no consume su imagen general.
A ese respecto el filme es audaz, propio de una época de
sobrevivencia, donde todo el mundo carga la pobreza, no solo literal, también
simbólica; nadie es juzgado con rigidez, más bien hay ligereza y mucha
tolerancia con lo que habitualmente nos mantendría alejados. De todas maneras
vender biblias no suena tan terrible, aun cuando estriba sobre la muerte de
alguien, pero esa es la picardía, ironía, travesura y libertad del filme que
busca ser intrépido.
No es típico que una niña haga de antihéroe, sin tampoco ser
una comedia de trazo grueso, pero es más importante el vínculo que forma con el
que cree su padre, aun cuando éste se basa en pequeñas estafas. Esto no toma
mayor trascendencia, producto a su vez que hasta la policía rural tiene de
corrupta, a la que se le suma un buen toque vulgar, rustico, propio de la
imagen popular del sur. Todo es ligero y veloz, así mismo el castigo a Moses no lleva demasiado melodrama. La separación es lo capital, y es curioso
a un punto que sea la niña la que solidifique su vínculo, que sea ella la que
lo mantenga. El filme se apoya bastante en la pequeña, y aun así no resulta
incoherente o fantasioso, tiene mucho realismo, lo cual es tremenda virtud,
proponer mucha naturalidad con algo poco visto, una niña realmente astuta.
El filme es cálido y amable, y se mueve dentro de una mezcla
perfecta, de consistencia, humor y relajo, tiene de ligera, de entretenida,
pero sin perder un interés mayor, y no se adscribe al drama tampoco, aquí no
existe llanto, pero igualmente no hay burla fácil. El filme también se las arregla para ser
sensible, en medio del hambre y la extrema necesidad de una época. La gente es
propia del imaginario del sur, gente más tosca. Bogdanovich tiene habilidad
para retratar el opuesto a la que llamaríamos su realidad. También papá e hija
encajan y al mismo tiempo sobresalen; no rompen la figura, aun siendo
especiales. Maridajes en su punto, así debería llamarse éste filme; un filme
familiar a fin de cuentas, pero una película que le va a encantar a todo el
mundo, que tiene la sensibilidad en la medida y brilla a través de ello.