El brasileño Adirley Queirós hace cine social, político, de
guerrilla, ubicándose en Ceilandia, ciudad satélite de Brasilia. Tiene 3
protagonistas, la ex presidiaria Andreia (Andreia Vieira); un hombre en silla
de ruedas, Marquim (Marquim do tropa); y WA4 (Wellington Abreu), el personaje
más curioso del grupo.
WA4 es un guerrero intergaláctico que ha recibido el perdón
de una pena carcelaria a cambio de una misión, matar al presidente brasileño
Juscelino Kubitschek, pero WA4 se pierde en el espacio, mientras fuma como
chino en quiebra y come parrilla en su pequeña nave espacial. WA4 demora poco
más de medio siglo viajando para llegar a la tierra.
Como cine de guerrilla el filme de Adirley Queirós luce un
presupuesto magro, se nota en los elementos que le dan a su propuesta el carácter
de película de ciencia ficción, aunque como se ha visto en otras propuestas
para hacer un sci-fi indie interesante –tipo Primer (2004)- tampoco se necesita
de una gran cantidad de dinero. La nave espacial de WA4 luce como el recurso de
un pedazo de lata, un pedazo de la carrocería de un auto y su viaje
intergaláctico el uso de fuegos artificiales y una máquina de humo. La llegada
a la tierra es algo graciosa, parece que el artificio se da por medio de una grúa
que deja caer la nave/carrocería con fuerza.
Un casco de soldador y una linterna de minero de cabeza dan
forma y estilo a la apariencia de los guerreros, porque luego aparecen más o se
les mezcla; a la gente del pueblo se les atribuye la denominación de guerreros intergalácticos
y aparecen como combatientes marciales a punto de un torneo de mma, pero con un
toque fantástico, humilde, campechano y estrafalario, aunque se ve boxeo,
capoeira y kendo entre los participantes. En esto presenciamos sentido del humor,
juego y entretenimiento.
Lo más simpático del filme es la parte de sci-fi que le ha
dado Queirós, a la que le otorga la simbología de la lucha social, la lucha por
una vida mejor. El filme también recurre al hip hop que se fusiona muy bien con
lo social y lo fantástico; y a distintos tipos de protesta, que tienen de
lúdicas y extraordinarias -como estar inmerso en una distopía- como con la
explosión de un auto por un disparo de un arma casera de uso futurista. De la
misma manera oímos historias de pobreza y crimen de voz directa de sus
protagonistas, quejas secas.
Andreia suele aparecer en un puente peatonal, la calle como
espacio de confesión, que tiene un aspecto un poco ambiguo. Andreia tras el espeso
enrejado observa sutilmente melancólica y misteriosa hacia la noche donde
circulan algunos autos. Marquim también mira a los políticos con recelo, mira
hacia el paisaje -en una toma estática- que impone oír la votación del Congreso, que se ubica en Brasilia, en una impresionante infraestructura creada por el famoso
arquitecto brasileño Oscar Niemeyer.