Es la historia de una chica de 17 años, Milla (Severine Jonckeere), que pasará del mundo de la inmadurez y rebeldía típica juvenil, primero vive con su
novio Leo (Luc Chessel) ocupando una casa abandonada y cogiendo cosas de la
calle, a tratar de mantener a un hijo por nacer, cuando su joven novio
embarcado en un barco pesquero decida no regresar. El segundo filme de la
francesa de ascendencia armenia Valérie Massadian retratará los pormenores del día
común de Milla, ese estar y no estar con el novio, y no hay nada espectacular
en su vida, todo es muy cotidiano. Milla quien en un inicio no para de reírse
de todo –y es hasta molesta- pasará a verse muy bien retratada en una escena fantástica
y potente, con la canción Add it up, de Violent Femmes, de cover, que muestra cómo
se siente interiormente. En ésta escena una chica sexy exhibirá toda su furia, frustración e
impotencia. La propuesta se pega a las imágenes –imágenes sencillas-, contiene muy poco diálogo, pero el efecto de realismo, de retratar la vida
relajada al inicio y la vida pesada después exige paciencia, la intrascendencia
puede llegar a ser mayúscula. Quedan claros los dos trayectos existenciales, Massadian lo trabaja bastante, son dos horas de película. La
cuestión para cada espectador es meterse en los extensos y humildes momentos. La propia Massadian actúa en el filme como
compañera de trabajo de Milla. La primera parte la domina la presencia
de Leo, quien hasta declama poemas de amor, y siente que todo es felicidad.
Pero pronto las necesidades y la rutina salen a flote y el mar le llama. Milla tiene que tomar la
batuta y sin tanta explicación se las arregla, pero carga un peso emocional. Massadian
invoca los silencios, interioriza el dolor; luego viene el desfogue con la
canción, el glorioso momento punk y feminista del filme.