La segunda película de terror de Tobe Hooper tras el hit The
Texas Chain Saw Massacre (1974) es sobre el dueño de un hotel de mala muerte en
Texas, el viejo Judd (Neville Brand), que yace al lado del pantano y tiene de
mascota a un cocodrilo que alimenta con los cuerpos de las personas que asesina,
una mascota que le ha arrancado una pierna. De Judd se dice que es un viejo
loco y retardado, no hay más indicativos de las motivaciones de sus crímenes.
El filme se inspira en un asesino en serie real, Joe Ball, llamado El hombre
cocodrilo (The Alligator Man). Hooper pone las cosas claras, en un hotel de
aspecto sucio y rustico, llegan clientes y Judd los mata sin contemplaciones
con herramientas agrícolas, sea una enorme hoz o una gran horca, o los empuja
hacia el cocodrilo que embiste. Judd secuestra a una bella mujer interpretada
por Marilyn Burns, la famosa scream queen y final girl de The Texas Chain Saw
Massacre que se dedica a lo suyo, a desesperarse, asustarse y gritar, aunque
hay otra que sale corriendo haciendo lo mismo. Tampoco faltan los desnudos y
las clásicas bimbos del terror. Por la pantalla pasan rostros reconocibles,
como Robert Englund (Freddy Krugger), quien trabajaría con Hooper en varias
oportunidades. Englund hace de chico típico texano, rudo, simple y con la
libido alta. Otro rostro reconocible es el de Mel Ferrer quien estuvo casado
con Audrey Hepburn por más de una década. También William Finley que trabajó
bastante con Brian De Palma y hace de estúpido, como el marido de Marilyn Burns
en el filme. Y una irreconocible -por la edad- Carolyn Jones (The Addams Family).
El filme es muy básico, pero entretiene, mantiene la tensión y la inquietud
todo el tiempo, es intenso y tiene su cuota de histeria, la que está mejor trabajada
con la niña que es perseguida hasta por el cocodrilo. Las muertes son fuertes y
llevan bastante dramatismo, salen un poco de lo común en cuanto a interpretación.
El cocodrilo se deja ver pero el que perpetra todo y domina el escenario es el
viejo Judd, que es el extremismo en persona, no disimula en absoluto ni su mal
humor.
Se basa en el cuento Lo prohibido (The Forbidden), del famoso
escritor inglés Clive Barker. Dirige su compatriota Bernard Rose. Es sobre una
leyenda urbana de un afroamericano asesinado por enamorarse de una mujer blanca
en el siglo XIX y que fue amputado violentamente de una mano por una turba pagada
por el padre de su novia y luego llenado todo su cuerpo desnudo de la miel de
un apiario matándole al soltarle las abejas, de esto nace el sobrenombre de
Candyman, el hombre dulce, como también significa el hombre de los dulces, que
es un eufemismo para comerciante de drogas. Esta dualidad está muy presente en
el filme, contextualizado en Cabrini-Green, Chicago, donde mataron a Candyman (Tony
Todd). Cabrini-Green tiene una zona de pandillaje, peligro y pobreza, de
población afroamericana. La protagonista es una estudiante de posgrado, Helen
Lyle (Virginia Madsen), que hace una tesis sobre leyendas urbanas y le atrae la
de Candyman. La historia es una mezcla de locura, terror psicológico, y algo
sobrenatural, paranormal. ¿Quién mata?, esa es la pregunta, y es como una
posesión tras el maleficio de repetir el nombre del monstruo 5 veces frente al
espejo, pero también vemos a Tony Todd no sólo como el Candyman del garfio,
también como un pandillero de la zona, lo que puede dar a entender que todo es
parte de la psiquis enferma. Por el final toma la forma de un nuevo cuento
urbano. La parte más interesante es el desequilibrio mental que proporciona
Candyman, pero el terror también yace importante en el titiritero vengándose directamente
de la humanidad, en éste Freddy Krugger afroamericano.
La pequeña hija de John y Laura Baxter (Donald Sutherland y Julie
Christie) muere ahogada en un estanque, en un pequeño pantano, en la casa de
campo inglesa del matrimonio Baxter. John sangra y su sangre se mezcla con una
fotografía que muestra a alguien con un impermeable rojo en el interior de una
iglesia, esto es una profecía encubierta que pronto entenderemos con la
película. El filme maneja la idea del doble, representando en aquel impermeable
rojo con el que muere la hija de los Baxter y que John suele ver al vuelo y
anónimo y se siente atraído por las calles, de la que nace la lectura de que el
dolor te persigue hasta destruirte cuando no lo logras manejar, para el caso la
muerte de un hijo que es la temática central de la propuesta. El filme produce
flashforwards (visiones extrasensoriales del futuro) tanto como flashbacks (fijación
en el dolor). Laura por su lado cree en una vidente ciega y su hermana que la
cuida, pero el filme de Nicolas Roeg que se mueve en el misterio y el suspenso
las pone en constante duda, hasta parecer una especie de brujas (se hace
énfasis en la risa y se pone a la vidente como destello en la memoria). Puede
sonar ridículo pensar que una viejita luzca tan peligrosa, pero terminada la
película habrá que creerlo para salir contento. Al mismo tiempo hay un asesino
suelto, aunque todo se ve muy leve, accesorio, aunque aquí tenemos un thriller.
El filme maneja distintos caminos, llegando a optar por el terror gore. Pero es
bastante un drama, el ver como se reconcilian como pareja y con la vida los
Baxter, a ese respecto vemos una candente y famosa –por la censura y creerla
real- escena de sexo entre Sutherland y Christie. Roeg hace ver a todos raros y
sospechosos, desde el policía (Renato Scarpa) al que llaman por un secuestro, al
Obispo (Massimo Serato) de muy cambiante mirada, hasta al propio John Baxter
(un perfecto Donald Sutherland en quien brilla siempre la extravagancia). El
invierno de Venecia y sus solitarias calles tienen un rol trascendental, la
mimetización con la trama, los asesinatos, la desconfianza perenne y el duelo.
The Texas Chain Saw Massacre (1974) marcó un hito, impresionó
a muchos, no sólo a espectadores, también a la gente que hace cine, ya que con
muy poco presupuesto fue un hit, de ingresos en pocas palabras, por lo que
muchos querían tener su éxito comercial, de la misma manera. The Toolbox Murders
(1978) fue una de ellas, dirigida por Dennis Donnelly quien siempre se dedicó a
la televisión y fue ésta su única película de cine. Ésta propuesta se divide en
2 partes. En la primera aparece un hombre con una caja de herramientas y un
pasamontañas y empieza a matar mujeres en un edificio. A cada una la mata con
una herramienta distinta, con un martillo, un taladro o una pistola de clavos.
El asesino es muy tranquilo y muy seguro, apenas se mueve, muestra gran
frialdad. En ésta parte abunda el gore. Uno de los homicidios es todo un
acontecimiento. Ésta muerte la interpreta Kelly Nichols, actriz novel que solía
posar desnuda para revistas y más tarde se convertiría en actriz pornográfica.
Nichols yace masturbándose en la bañera cuando aparece el asesino y ella
completamente desnuda empieza a correr por el apartamento perseguida por el lento
criminal. La primera parte salvo las muertes en sí son momentos muy poco
intensos, o es que se deja todo a la fuerza de los sanguinarios efectos
especiales. Tras el comienzo de la investigación, que poco importa, pasamos a
la segunda parte. Antes termina con el secuestro de una chica de 15 años, que
hace Pamelyn Ferdin, la niña que encuentra al soldado del norte en The Beguiled
(1971). Ferdin se dedica a hacer lo mismo que hiciera Marilyn Burns, llorar y
tener miedo, pero poco después empieza a manipular a sus captores. Esto es otro
punto del WTF de la segunda parte, la identidad del asesino de la caja de
herramientas se ve llegar de lejos, pero tiene un “compinche” salido de
prácticamente la nada. En ésta segunda parte todo es producto de la locura, no
hay mucha coherencia que darle al asunto, pero se hace bastante entretenido así
el filme, imperfecto, extravagante y algo absurdo. En la película aparece Cameron
Mitchell, actor muy popular por la serie El Gran Chaparral quien en sus horas
bajas se dedicó a actuar en películas de terror de todo pelaje, con la dignidad
del caso, con más de lo que aspiraban los filmes. The Toolbox Murders (1978)
dice haber dramatizado hechos reales.
El remake, Toolbox Murders (2004), lo haría Tobe Hooper y
sería completamente distinto. Empieza bien con la participación de Sheri Moon
Zombie (Baby, de la familia Firefly, The Devil's Rejects, 2005), aunque no
llega a la altura de la memorable escena con Kelly Nichols. Lo de la guapa Sheri
Moon Zombie es convencional, además de no presentar polémica alguna. Después el
filme se presenta como típico contemporáneo con su gente –inquilinos de un
edificio de mal aspecto- entre algo trash y cool y pinta feo como producto,
manido. Adam Gierasch interpreta al tipo raro y marginal, del cabello largo
tapándole la cara, que arregla el edificio, uno donde suelen llegar aspirantes
a actores; también es el guionista del filme –junto a Jace Anderson- y más
tarde director de películas de terror. La protagonista es Angela Bettis (May, 2002)
y simplemente está bien. Una vez avanzado el filme, ver al pandillero
maltratador, a la muchacha fácil y sobrada, al chiquillo mañoso con la cámara
web y al dueño del edificio fumando marihuana, la trama crea un poco de misterio,
más allá de la existencia del asesino de las herramientas. Nell (Bettis) es
curiosa y muy tensa, suele llamar a la policía a cada ruido o griterío que oye,
luego de varias falsas alarmas nota que el edificio tiene cosas extrañas y se
lanza en pos de descubrir que pasa. De aquí en adelante la película toma ritmo
y atractivo y terminamos conociendo a Coffin Baby o al hermano de Darkman
(1990).
El filme empieza satirizando la levedad con la que un
psiquiatra, Dr. Leo Bain (Donald Pleasence), se refiere y trata a los
psicópatas asesinos, esquizofrénicos, con los que se interrelaciona como si
todos fueran una comunidad de hippies. Hay un piso especial para estos enfermos
y peligrosos asesinos. A la residencia médica del Dr. Bain llega un nuevo doctor
sustituyendo a uno muy querido, el Dr. Dan Potter (Dwight Schultz, a un año de
convertirse en el loco Murdock de esa genial serie de mi infancia The A-Team),
que curiosamente hace de un hombre muy estable, educado y pausado. El problema
llega cuando los psicópatas del piso especial creen que el Dr. Potter ha matado
en realidad al anterior psiquiatra y quieren vengarlo. Ésta simple idea es el
motor para generar toda la película y el terror. Con la ayuda de un apagón
general en la ciudad 4 psicópatas escapan de la institución mental y van en
busca de la casa del Dr. Potter. Esto sucede a media hora de empezada la
película y presenta distintos clímax, intentos, crímenes y apaciguamientos, producto
de que el Dr. Potter es algo lento en darse cuenta y reaccionar. Los 4 dementes
lo conforman un hombre que se cree predicador pero se toma muchas licencias de
interpretación bíblica y es pirómano (Martin Landau, que pone una cara de loco
precisa); Ronald Elster, alias Fatty (Erland van Lidth, un ex luchador olímpico
de 150 kilos), que es un abusador de niños; un hemofílico que vemos tras una
máscara de hockey; y el gran Jack Palance como un veterano de guerra que fue
prisionero y es el gestor de la cacería, pero que no vemos nunca matar
directamente, sólo sugerirlo llevando él una ballesta. Dirige Jack Sholder y es
considerada una película de culto.
El director americano Alfred Sole se inspira en Don't Look
Now (1973) para hacer su película. Se ubica en Paterson, New Jersey, pero con
tanta presencia del catolicismo/cristianismo uno duda un poco. El filme gira
alrededor de una niña de 12 años llamada Alice (Paula E. Sheppard) que tiene
acciones crueles y algunos hasta la consideran desequilibrada. Cuando su
hermana menor (Brooke Shields) es asesinada en una parroquia a la que asisten a
su primera comunión todo el mundo señala a Alice como la culpable, a pesar de
que es un niña. En pantalla vemos al asesino con un impermeable amarillo,
zapatos y medias blancas, el uniforme del colegio femenino St. Michael, y la
máscara con la que suele jugar Alice. Todo apunta hacia ella, el filme trata de
como una niña puede ser una posible psicópata homicida. Alice es muy segura de
sí y vengativa, además celosa de la bondad y el cariño que genera su hermana
pequeña. Sus padres la defienden pero su tía le tiene miedo, encima su tía es
atacada por el mismo asesino y entra en crisis gritando que fue Alice. El filme
va agregando cada vez más indicios de que Alice es la culpable. Alice lo niega,
pero no deja de mostrarse impasible y dura. La película trata a la niña como a
una adulta en muchos casos, incluso la hace defenderse de un posible abuso
sexual con suma autosuficiencia y sin trauma alguno, aparte de frialdad y hasta
maldad. El filme utiliza mucho la religión, está por todas partes, pero Alice
como que vive al margen de su profundización. El filme guarda el misterio,
siempre cabe el despiste, nunca muere la duda, pero al ver al asesino baja un
poco el interés, la originalidad y el encanto descienden aun con la coherencia
de su lado, pero queda la curiosidad de ver la resolución de la trama una vez
que todo está expuesto. El filme explota harto la figura de Alice, se hace muy
rica su participación, la niña mantiene bastante la picardía y astucia. La
película es elegante en gran parte, la religión le da un toque y estética muy
familiar y se van arrojando destellos de sordidez.
Ésta historia es una leyenda urbana americana convertida en
película de terror. Una niña compra un pequeño cocodrilo y lo tiene de mascota,
pero un día su padre se molesta con el animal y decide echarlo por el inodoro.
El cocodrilo llega hasta las cloacas, crece y de pura casualidad empieza a
alimentarse con unos perros muertos que tiran donde se halla, pero está la particularidad
de que estos perros son trabajados científicamente, se agigantan, cuando buscan
hacer ganado más grande. El cocodrilo por tanto llega a crecer hasta 10 - 12
metros, y como se alimenta de lo que
tiene cerca esto incluye gente que cae en su zona, con lo que partes humanas
desmembradas salen a la superficie. Un policía que tiene mala fama, los
compañeros que salen con él terminan muertos, lo interpreta Robert Forster, se
obsesiona con el caso del cocodrilo, pero nadie le cree, buscan a un asesino en
serie. Forster trasmite mucha simpatía y relajo, y así se luce el filme de Lewis
Teague, con guion de John Sayles (director independiente; guionista de Piranha,
1978; y sería co-guionista de Aullidos, 1981). Esto genera que se sume al
conjunto humor algo tonto y cierto cariz de cine familiar, pero también hay sus
momentos prodigiosos de gore y espectáculo, como cuando el cocodrilo sale a
plena ciudad y se mete en un matrimonio y se come a casi todo el mundo,
incluyendo a los malvados. El cocodrilo está en su propia fiesta masticando a
cuanta persona se le cruza. Con esto se podría decir que la propuesta de Teague
mezcla distintos espectadores, al hardcore y al naif. El policía que hace Forster
logra la ayuda de una herpetóloga (Robin Riker), que aporta muy poco, es una
simple compañera. Forster es el único personaje que brilla (Perry Lang como
Kelly, un joven e impávido policía, tiene su gracia, además), aunque por algo
el filme lleva ese título. El filme es sencillo, práctico y muy entretenido. Al
cocodrilo se le ve en toda alevosía, y aparte de verlo tragar personas y luego
ver restos de su comida, tiene varias escenas memorables, como cuando lo
observamos moverse enorme sobre una gran pista de Chicago.
Éste filme luce bien independiente, de bajo presupuesto, y
no tan programado, se ve algo descuidado o dígase de aspecto espontaneo, pero de
esta manera es interesante. El director americano John D. Hancock nos presenta
a Jessica (Zohra Lampert), a su marido y a un amigo trasladándose a vivir a una
casa de campo en una isla en Connecticut. Para raros llegan en una carroza fúnebre.
Jessica siempre anda tensa, suele hablar en su mente, solemos escuchar muy
seguido sus pensamientos, cómo trata de no parecer una loca, de comportarse lo
más normal posible, de disimular (tal cual lo hacía Norman Bates al terminar en
una celda), cuando recién acaba de salir de un instituto psiquiátrico, aunque
sonríe y se porta amable con todos. Su amabilidad la lleva a invitar a una
mujer que estaba viviendo de polizón en su casa de campo a que se quede con
ellos. Su nombre es Emily (Mariclare Costello, la que tiene un cierto parecido
con Meg Ryan), y aunque tiene de hippie es una mujer educada. Ella generará
seducción en el ambiente y aunque pretende siempre irse es retenida por el
grupo. En el pueblo hay mucha gente extraña, los ancianos lucen como salidos de
un sanatorio mental, tienden a agolparse hacia los recién llegados. El filme
siempre maneja una atmosfera enrarecida, es perenne el suspenso de que algo
anda mal o va a terminar mal, provocando expectación y vigilancia, mientras
Jessica y compañía tratan de adaptarse a su nueva vida y buscan relajarse entre
ellos. Jessica desde el arranque de la historia (un flashforward) nos presenta
la disyuntiva si lo que vive es su locura o una verdad sobrenatural, duda que jamás
se resolverá, y es donde anida el terror, transparente, básico y muy libre, dentro
del terror psicológico, pero el que se toma muchas licencias. El filme alude a
una tal Abigail que se ahogó en el lago próximo a la casa de campo y que el
folclore local la señala como un vampiro que pasea por la zona, pero su
presencia llega a tener muchas expresiones, es un fantasma, una asesina en
serie propia de un slasher, un monstruo a lo Jason Voorhees que está dentro del
lago y un vampiro e historia que recuerda a la Carmilla de Sheridan Le Fanu.
Todo se relaciona a un retrato del siglo XIX de los antiguos dueños de la casa
de campo, la familia Bishop. El filme se presenta con un espíritu hippie, muy
suelto, pero finalmente toma sentido, de lo alejado y despreocupado del terror
que está se convierte en una revolución, una avalancha, de elementos del género.
Se basa en una novela del famoso novelista americano Richard
Matheson, quien se encarga además del guion. Un millonario le paga a 3
estudiosos de lo paranormal por ir a la casa Belasco, alias La casa del
infierno (Hell House), a comprobar la veracidad de la vida después de la
muerte; al Dr. Lionel Barrett (Clive Revill), a la médium Florence Tanner (Pamela
Franklin) y al estudioso del espiritismo y sobreviviente de Hell House Franklin
Fischer (Roddy McDowall). Junto a ellos va la guapa esposa de Barrett, Ann (Gayle
Hunnicutt). La leyenda habla de un asesino en serie llamado Emeric Belasco que ha
dejado embrujada la casa con sus asesinatos. El filme tiene escenas y sustos bastante
buenos, como cuando los objetos enloquecen y son lanzados violentamente por
algún espíritu contra el Dr. Barrett. Aquí se prueba la potencia y facilidad con
la que pueden matar los espíritus. También es interesante la posesión erótica y
sexual, los fantasmas llenan de lujuria y liberalidad a las mujeres
protagonistas, y hasta intentan tener sexo con ellas. Una de las muertes con
una enorme cruz cayendo encima tiene su encanto. El filme verbaliza mucho por
su parte la depravación y las posibilidades. El lenguaje y la investigación tienen
un toque (pseudo) científico bastante elogiable. Aunque éste filme es más técnico
y serio más tarde Los Cazafantasmas (1984) reinventaran sus usos. Movilizaran
la idea del ectoplasma que llegamos a ver, de Hell House como una gran batería
y de una máquina para jalar dentro a los fantasmas. A Belasco lo llaman el
gigante rugiente (Roaring Giant), para cuando llegue la solución esto y el
filme sonará ridículo. Pero el filme de John Hough ya habrá cumplido, nos habrá
entregado una buena película de terror.
Dirigida por el famoso novelista Clive Barker quien Stephen
King llamaría el futuro del terror. Hellraiser se convertiría en una
franquicia, con 9 secuelas en su haber. Se basa en la novella The Hellbound
Heart (que traducida sería El corazón atado al infierno), del mismo Barker. Es
una gran película, una gran historia, pero tiene algunos cabos y ratos
imperfectos, como aquel dragón salido del fuego, también aquel monstruo del
laberinto está intrascendente, y la desaparición de los enemigos parece más de
ciencia ficción cutre que de película de terror. Pero el resto es una delicia
para el fanático del género. Un hombre totalmente perverso anclado a
experimentar con los límites del sexo llamado Frank (Sean Chapman) compra en
Marruecos un cubo de rompecabezas, que es una puerta y llave a otra dimensión y
al placer y al dolor, un dispositivo mecánico y místico llamado La Caja de
Lemarchand, o La Configuración del Lamento. Esto lo relaciona con los cenobitas
y su líder, el icónico en el género, Pinhead, que apenas aparece. Los cenobitas
son gente desfigurada, mutilada o monstruosa pertenecientes a un culto
destinado al sadomasoquismo que es tanto el cielo como el infierno. Los
cenobitas parten en pedazos a Frank en una de sus sesiones extremas, pero Frank
regresa a la vida con la sangre que gotea sobre su cuerpo por el piso. Frank
vuelve como un cadáver de muy poca piel sediento de más sangre, interpretado aquí
por Oliver Smith. Larry y Julia Cotton (Andrew Robinson y Clare Higgins) se
mudan a la casa donde está Frank, que es el hermano seductor del obediente y dócil
Larry. Frank fue el amante de Julia y ésta no deja de sentir placer y devoción con
su recuerdo, con sus encuentros sexuales. Julia se encargará de proporcionarle
sangre a Frank trayendo tipos excitados a su hogar y matándolos. Los efectos visuales
del filme son tremendos, muy terroríficos, no dejan espacio a la imaginación, tiene
un buen manejo del gore y lo grotesco y desagradable. La explicites, estética y
potencia de Barker es su mejor marca, aparte de la subyugante y entretenida historia
que tiene entre manos.