Como es normal la profusa variedad le induce
a ser una obra irrefutablemente irregular, la calidad varía en la independencia de las piezas, por lo que habrá
retratos que no nos gustaran, tanto que pueden hasta parecer idiotas o insulsas
algunas de las tantas breves viñetas (lo cual acotamos es relativo y hay que rascar en la superficie
muchas veces para ver la luz que esconde la simplicidad, no desestimando que
hay un sentir ideológico y coherente que formalmente pretende cierta
espontaneidad creativa también, no habiendo un cálculo absoluto, aunque hay claramente
noción de sentido), y otros que saltaran a la vista empáticamente al apreciar
que son tópicos de aire particular pero obviamente reconocibles, partiendo de momentos
comunes, incomodos, raros, incluso inquietantes. Mezclando pequeños
dramas con comedia.
Revisando la filmografía del director de la película, Juan
Cavestany, notamos que la obra que nos aboca ahora si bien es como un grito de
completa libertad artística, continuando con una especie de transformación en su quehacer de director, siendo en su estructura y en su sentido del absurdo algo
revolucionaria en el séptimo arte español, llevada a cabo con un presupuesto ínfimo, y
una estética austera producto de un equipo básico donde incluso se hizo uso de la
luz natural (como ha declarado el cineasta), y actores que han querido
colaborar con él y su trabajo por encima del pago, recuerda características de sus primeras realizaciones, como de El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (2004)
que es una comedia con el carismático Santiago Segura, donde hay cierto trazo grueso
o bromas tontas de tipo comercial, sobre unos “perdedores” que no quieren
madurar aun estando en los treinta, sin embargo hay un encanto que la hace
sobrevivir más allá de lo primaria que es y se debe a cierto estilo seco que se
da en medio de todo, o una contención de no llegar a exagerar y caer pesado,
aparte de entender que se requiere de una trama y no solo de la ocurrencia (no
es poca cosa, muchos lo olvidan, como se justifica en la crueldad de dejar que
una chica tonta pero linda, protagonista, se acueste con un tipo aprovechado ante
no tener sus lentes y creerlo otro), a un lado de su declaración de intenciones
en aquella ironía del mundo interior por sobre la superficialidad. Como a su
vez a Gente de mala calidad (2008) que es un costumbrismo de orden particular
de la sociedad española urdido como entretenimiento cómico.
Gente en sitios (2013) es un filme que no hay que
sobrevalorarlo ni esperar de éste maravillas, pero tampoco despreciarlo, es una propuesta pequeña pero auténtica,
que deja un pequeño pozo sobre la libertad y la condescendencia, tiene un mensaje, y es
audaz en como lo sostiene, tantas veces. El cine tiene distintos mecanismos, y que mejor que
tener algo que realmente se quiere decir, y hacer, siendo el arte un acto tan
personal de desnudez y honestidad de un mundo interno o lo que lo contiene.