jueves, 4 de abril de 2024

Les Photos d'Alix

Una fotógrafa, Alix Clio-Roubaud, una fotógrafa de verdad, de 30 años de edad, muestra fotos suyas a un amigo y empieza a hablar exagerando lo que ve, aunque lo hace muy relajada, fumando, contenta consigo misma. Las fotos que muestra se miran a la cámara, frente al espectador, y son muy simples, pero ella les da otra dimensión mayor y cada vez la ironía o el truco de Jean Eustache es más notorio. La fotógrafa –como una efigie que seduce- denota que sabe o tiene buen conocimiento general pero el trabajo en sí es distinto a como lo describe, marcando la diferencia entre lo que creemos y lo que en realidad es, como si habláramos de un trabajo trascendental que lo hace desde lo minimalista o austero, desprovisto de detalles. En sus palabras las fotos son algo complejo, mientras lo que se ve en sí es básico, en un juego que llega hasta lo obvio, puesto que el mecanismo se repite e intensifica. Se nota una mujer algo presuntuosa y ella le da además un elemento personal al asunto, íntimo. Ella misma llama al material y al trabajo de su fotografía como algo sentimental, manifestando una cierta poética, y no suena mal porque le habla a un amigo con el que parece tener mucha confianza, pero hay abierta grandilocuencia en su verborrea de mujer que se estila sofisticada o muy moderna. No obstante el material parece desmentirla y ahí brilla la “originalidad” o lo políticamente incorrecto de Eustache, puesto que se lee como un filme sobre relaciones entre hombres y mujeres, a lo Truffaut, donde la mujer cae en la personalidad extrovertida, de las que no llevan contención y es material sutil –por el compañero que quizá está un poco ciego- y no tan sutil –por el director- de crítica del hombre. Se nota más porque el joven, Boris Eustache, hijo real del director, que por entonces tenía 22 años, parece en realidad un muerto, no exuda mucha personalidad, entonces el contraste es notorio. Es un filme un poco machista, juega al cliché del tipo sencillo, humilde, sin pretensiones, el típico hombre que no se hace problemas –o le teme a toda intrepidez-, y la mujer demasiado habladora, demasiado ella, pero también habla de juventud, mientras el chico es más maduro digamos o así lo parece su recato, aunque más plano, incluso autoconsciente (que también es complicado de hallar). El muchacho parece interesado en la mujer y es todo oídos y amabilidad. Ella simplemente está en pleno ejercicio de sentirse atendida, objeto de atracción. Sea por su belleza o su personalidad extrovertida, diga lo que diga. Es un filme que se puede catalogar de sencillo, de los híper realistas, pero que es sólido y condensa muy bien su idea y lo hace provocando una narrativa autosuficiente en tan solo 18 minutos, logrando cocinar un pedazo de vida entre las relaciones hombre-mujer, de lo que no sorprende que exista el feminismo –mucho más lógico de lo que creemos, aun viviéndose demasiado ubicuo hoy-, frente a cierto estado de velada superioridad de algunos frente al objeto de adoración (o deseo de posesión), pero también de tortura. Cuando uno ve un filme -que a eso remite el contexto de la fotografía y seguramente al propio trabajo de Eustache- uno puede ser muy básico, muy práctico, muy informativo, muy escueto, parametrarse en lo más seguro, pero también un tema o una interactuación visual puede despertar muchísimos ángulos del mismo tema. No es que inventes sino es flexibilizar o manipular partes menos obvias y limitadas por lo más abierto y notorio, si bien todo trabajo artístico es un trabajo subjetivo, y tanto la crítica como la película son complementarios puesto que pueden enriquecerse mutuamente. No es solo repetir lo que está delimitado de manera general, la narrativa central. Hay critica que puede aspirar plantear literatura –la riqueza y la libertad de la palabra, romper con las reglas pero sosteniéndolo con los propios argumentos- y pensar con libertad un tema, es sacar sustancia de lo que vemos, pero tampoco es un trabajo fácil, no todos pueden exprimir un tema, es más común sólo poder ver el mundo de manera encerrada y cuadriculada. Si bien el filme de Eustache como que se burla de esto, lo que en realidad determina que es bueno y que no es la argumentación, sostenerlo, mostrar lo que pocos ven. Y aquí la chica es mofa de la personalidad femenina que seguramente Eustache se ha topado o ha conocido en gente de su entorno, gente que magnifica lo vacío, lo ordinario. ¿Dónde yace la diferencia? En reconocer interesante lo que se percibe. Uno puede burlarse como el chico no lo hace porque está seducido por la belleza y la amistad de la fémina, pero si como un Eustache que plantea un elogio de nuestra simpleza, como muchos hacen, pero nunca olvidemos el poder de tener una mirada atípica, o simplemente un ángulo nuevo que enriquece el mundo, un mundo que nunca se acaba, ni debe acabarse, aun luchando frente al canto de nuestra elementalidad.