viernes, 12 de abril de 2024
Memorias del subdesarrollo
Ésta es la película cubana más celebrada, más popular y más destacada de la historia de su cine. El cubano Tomás Gutiérrez Alea adapta la novela de su compatriota de mismo título, de Edmundo Desnoes. Es una película históricamente interesante, puesto que se contextualiza en pleno comienzo del gobierno comunista y revolucionario de Fidel Castro. La novela es de 1967 y la película de 1968. La toma del poder por los revolucionarios fue en 1959 y en 1965 se convierte Cuba en un gobierno comunista. Ésta propuesta combina una ficción con imágenes de medios de comunicación, archivo o en plena efervescencia sobre noticias y acontecimientos reales que atañen a Cuba en todos los 60s, como su fricción y tensión con EEUU por su postura política y apoyar a la URSS en la guerra fría. El protagonista del filme es Sergio Carmona (Sergio Corrieri), un tipo con poder adquisitivo, un tipo de plata y con cultura, que mientras la mayoría de gente de su clase social optan por salir del país él decide quedarse y adaptarse al cambio, a la nueva realidad. Con él se habla de la transición, o renacimiento para entrar en las filas del régimen, para la clase intelectual o sus postulantes, para la clase media alta que debe transformarse, aun cuando él es más pedestre, más simple. En su vida personal y por otra parte a la vera de la nueva realidad cubana siente que todo se le escapa de las manos, como que él mismo se está evaporando. Carmona representa el pasado burgués convirtiéndose en el presente proletario. Es un personaje complejo -puede caer antipático tanto como pasar por un gen de reflexión- aunque también sirve de vehículo para enaltecer a la revolución cubana, apostando a defender sus postulados, a pesar de que en su persona hay aun algo de cierta identificación con lo americano y europeo y como que contrasta un poco ambas formas de vida, ambas formas de ver el mundo. Es un tipo que inicialmente lo vemos portarse de manera infantil y atorrante con su esposa, a la que tacha (y se deshace de ella) porque la considera materialista, una mujer que quiere vivir como reina, a costa digamos de la identificación con la realidad nacional, con lo difícil que suele ser, con ese pueblo que ahora cargan todos encima. Pero el personaje va más allá, luego tiene una relación con una chica de 17 años, con Elena (Daisy Granados) y su exhibición de personalidad como que evoluciona, mientras hay coquetería, seducción, juego y choque intelectual entre ellos, produciéndose mucho entretenimiento a esa vera, generándose diversas capas para ver en éste filme. La palabra subdesarrollo yace muy presente en el relato, se adscribe éste país tropical a un lugar de mucho conflicto, no sólo ante lo obvio (la fricción con EEUU) sino desde lo natural, diario o habitual, y tal cual representa la palabra en cada cosa, deficiencia. Carmona juzga su entorno, a los propios cubanos, a ratos de manera bastante dura, que algunos pueden señalar de clasista. Incluso por momentos como que se contradice o se desmiente lo que dice, como que se ponen a prueba algunas ideas para desmontarlas o desarmarlas, que van desde lo banal hasta lo trascendental, desde lo cotidiano, universal o común y ordinario hasta la realidad política y a su diestra la realidad social. Es el lente y la luz colocados sobre Cuba como país desde el ser opuesto de su nueva realidad, pero quien se nota a todas luces que quiere pertenecer al presente nacional, a ésta revolución y a éste gobierno popular, que hasta se autocritica abiertamente, es autoconsciente de la clase a la que pertenece y a la que el gobierno comunista ha movido a desterrarse, tanto que sabe que puede perder su casa y sus propiedades. No obstante hay un resquicio para la duda, quedándose sutilmente sin hacer nada en plena soledad o cierto abandono y sentimos la proyección de la austeridad y la necesidad -que puede traslucirse sobre el resto-, al tiempo que al tomar conocimiento del armamento militar cubano que circula cerca de la playa es como que en la mirada del protagonista no todo encajara, como quien no sabe si se estarán haciendo bien las cosas del todo o son las mejores salidas, es la vida nueva golpeándole también, como esa otra capitalista y americanizada que ya ha sido desnudada, triturada y echada a la basura por el régimen y la ideología reinante y dominante, como deja ver bastante material real político que muestra la película. Carmona -aunque termina cavilando más al respecto- es un poco un Don Juan, o un hombre de mujeres, es también la historia de sus relaciones amorosas, de aventuras, de rupturas, de comparaciones, de errores, tal cual en otro ámbito más profundo lo representa la revolución cubana, de la que se entiende de las mujeres que seduce o interactúa el protagonista. Es un acompañamiento que se entrelaza muy bien, y no suele pasar, puesto que la ideología política se discute con fuerza y cada parte marca su presencia. En un momento se desromantiza al mismísimo Ernest Hemingway, y en ese trayecto se postula apologético con la proclama de pueblo, de notoria identificación social, que es tan determinante para la razón de ser de la nueva Cuba, como así mismo Carmona llega a criticar algunos privilegios, desde su humildad como ser político que pocos quieren escuchar o van a escuchar, sin embargo como el propio Gutiérrez Alea dan vida al régimen, porque lo insufla de gente pensante. Y en sí el filme también se permite ser un poco osado y presentar personalidad, si bien la postura izquierdista predomina, es un canto de adaptación a ésta.