martes, 9 de abril de 2024
Assalto ao Trem Pagador
Expuesto de manera sencilla y sin extenderse demasiado, vemos el robo de un tren al parecer del estado que transporta mucho dinero. Pero lo que importa es lo que viene a continuación, cómo éste grupo de ladrones tiene que no dejarse atrapar, para ello deciden no llamar la atención, gastar solo un 10% cada uno de su parte, puesto que quitando al que concibió la idea del robo todos viven en favelas, es decir son gente pobre y no sabrían justificar tanto dinero repentino, sobre todo cuando éste robo ha sido uno de los más llamativos de la historia de Brasil, basándose el director brasileño Roberto Farias en un robo real. El líder físico, de las acciones, no intelectual, es un hombre de color llamado Tiao (Eliezer Gomes) y es el tipo más rudo del grupo, pero con un cierto sentido de lo justo que veremos durante la película. Tiao amenaza al grupo, si gastan más de la cuenta, él se hará cargo de esa persona, deberá matarlo. Pero como suele pasar, no siempre las cosas se cumplen como se espera, y la mayoría empieza a gastar más de lo acordado, incluso el líder intelectual, Grilo (Reginaldo Faria), se da a la buena vida, aunque en una discusión se justifica desde las diferencias raciales y sociales. Roberto Farias lo hace como parte de que Tiao luzca como el negro inteligente -autosuficiente- y poderoso, como un especie de ser heroico, aunque desde lo políticamente incorrecto, desde el crimen, el deseo de tener mucho dinero cuando no tenemos esa oportunidad. El jefe de policía llega a sentir admiración por éste hombre de color que de cierta manera a sus ojos rompe el molde. Quien tiene 2 familias, 2 mujeres, muchos hijos. Se llega a mencionar que el robo parece hecho por extranjeros, y en cierta forma es un autoelogio al propio filme que tiene muy buena pinta, muy buen acabado, como si fuera hecho justamente por hollywood dirían. Pero no, está hecho por brasileños. Y hace mucho uso de su identidad, desde el cine social, con un realismo portentoso, mostrando en toda fuerza la realidad de las favelas y articulando y extendiéndose ahí el presente noir, produciendo un gran manejo de lo popular, de lo nacional, alrededor de un acto criminal, de vivir sin ser descubierto. El dinero empieza a gastarse y a tentar a otros en la favela y empiezan a surgir problemas como con el tío chantajista. El que no le teme a los hombres le pone al descubierto Tiao antes de hacerse cargo de él, de ésta molestia. El personaje más importante es Tiao. Farias le da personalidad y lo utiliza muy bien con la identidad social que tiene. Es un ladrón que respira pueblo, un tipo que intenta burlar muchas cosas, las reglas, al estado, el peligro, intenta hacerlo con el destino y un poco huele a justicia social -aunque es para uno mismo-, retando todo ello. No obstante es cuestión de tiempo caer detenidos -frente a un poder notoriamente mayor- y el filme tiene mucha vida en ese trayecto, produciendo mil entretenidos momentos -varios tensos-, desde el cine que le habla fácil al público otorgándole algo notable. La mujer de un ladrón hace como talón de Aquiles para él y no para de complicarle la existencia y de paso a los demás, añade mucho al conjunto. En ese sentido se ve a Tiao cómo domina a las mujeres, quien lleva mucho de guerrero tribal en la imagen de un humilde camionero. Incluso en un momento les dice a sus 2 parejas, ambas presentes, que deben llevarse bien entre ellas, implicando como principal la solidaridad económica. Igualmente se ve como se les ilumina los ojos a sus inocentes hijos cuando le ven, habiendo en la propuesta varias imágenes donde choca ver la pobreza desde la infancia y es un elemento que implica pensar más que en Tiao. Las actuaciones son buenas, como la de una de las esposas -una morena guapa desprovista de adornos- que se quiebra frente a la presión policial -luciendo estos como buitres, aunque están cumpliendo con su deber- y de los medios y produce tremenda secuencia hacia lo melancólico, mostrándose una mirada social dentro del abandono de los pobres y te hace reflexionar aunque no solemos hacerlo. También son memorables las escenas con el popular actor brasileño Grande Otelo como un borracho lleno de risa (picardía) en su pequeño e intenso cuerpo.