martes, 30 de agosto de 2022

75 Festival de Locarno: Tengo Sueños Eléctricos


Compitió en la competencia principal por el leopardo de oro 2022 y ganó 3 premios, mejor actor, mejor actriz y mejor director(a). El debut en el largo de la costarricense Valentina Maurel es una maravilla y una sorpresa por venir de un país no tan reconocido por su cine. Maurel hace una película como su título, reminiscente a una famosa novela de Philip K. Dick (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), Tengo sueños eléctricos, cargada de intensidad, electricidad, poder, llena de velocidad y mucha novedad, plagada de detalles, sobre una chica de 16 años que debe enfrentar el divorcio de sus padres. Eva es esa joven, interpretada por Daniela Marín Navarro. Eva quiere vivir con su padre, con Martin, interpretado por Reinaldo Amien Gutiérrez. Tanto Reinaldo como Daniela impresionan como actores, y ganan merecidos premios por sus performances. Martin es medio loco, tiene mucha violencia en el cuerpo, pierde la compostura como si cargara una enfermedad, esa que describe uno de sus poemas (en consonancia con la melancolía), que una fuerza lo impulsa a ser violento, una sinrazón, viene de afuera de él. Ésta locura lo lleva incluso a autolesionarse. La relación padre e hija es muy fuerte y rica en pantalla, muestra un vínculo más allá de la autoridad, de la paternidad, son como amigos, compinches también, aunque siempre la figura del padre está por encima, hay una verticalidad invisible, no dicha, aun cuando Eva tiene mucha personalidad y carácter. Martin es permisivo, pero tiene buen concepto de su hija. La edad de Eva la hace próxima al descubrimiento sexual, como vemos en pantalla. Algunas chiquillas llegan a lucir -como se dice- ligerillas, tal tenemos así a la mejor amiga. Eva tiene algo de ello, pero nunca llega al extremo, a lo burdo o penoso. El filme maneja muy bien cierta vulgaridad, lo popular, lo ordinario y cotidiano, hay muy buen realismo, incluso puede molestar cierta fealdad que tiene la propuesta. El gato familiar refleja el sentir de Eva, mea fuera de su caja como síntoma del divorcio, del dolor silencioso, del choque del cambio. Cuando quieren botarlo, tanto el padre como la madre por su propia cuenta, Eva defiende al gato -es la única que le quiere y muestra su nobleza-; se siente defraudada y hasta enfurecida con que quieran botarlo, es decir, siente que se le niega cariño a ella, comprensión, que se le maltrata, y ésta muchacha no pretende ser una víctima, ni lo permitirá, porque su rebeldía no es tanta, hay una cierta lógica y hambre de vivir propio de su juventud. Los padres han sido como ella, muy libres, muy intensos, queda claro con su acercamiento de ambos al arte, con la danza y la literatura, y con la participación de drogas y bohemia que bien refleja el amigo del padre, El Paloma (que es otro tremendo personaje, que rompe con los estereotipos en todo sentido), y además se comparte en el ambiente un aire de seducción latente y quizá promiscuidad; lo sexual en el filme se maneja perfectamente, con libertad, pero sin regodeo o efectismo. Hay la participación de una gringa bisexual que no luce forzada, así mismo la chica de las tetas al aire en el juego mecánico sirve de sueño surreal y lisérgico junto con la mujer gorila. La sexualidad y la violencia están muy presentes en la trama, con un pie una en lo criminal y la otra en sentir que defraudamos nuestras propias expectativas. Eva es una chica normal, pero inteligente, es un gran personaje, muy contundente y al mismo tiempo con matices. Es un filme lleno de pequeños momentos grandiosos, muy sustanciales y viscerales, muy realistas, muy prácticos, y también atractivos, y además no buscan ser estéticos, flagelan a la superficialidad. La fealdad del filme no se ve como demérito, es parte del halo popular del filme que se siente aunque austero parte de la producción de arte, del realismo, del instante. Es un filme que con la madre muestra un estatus mayor y hay otras estéticas y decorados más elaborados. Incluso que el padre escuche reggae es un plus de identidad y originalidad. En la búsqueda de apartamentos no se maneja una sola clase social, sino varias, y ahí anida un filme que no se encasilla, que puede ser popular -como con la masturbación con la mesa-, pero también trascender y ser complejo -toda la relación e interactuación con el padre, un milagro-.