lunes, 5 de septiembre de 2022
75 Festival de Locarno: The Adventures Of Gigi The Law (Gigi La Legge)
Premio especial del jurado, segundo puesto, en la competencia principal. Dirige el italiano Alessandro Comodin. Es una docuficción. Vemos la labor de un policía de pueblito de campo. Es un filme austero, pero creativo a un punto. Se toma sus tiempos bastante. Gigi, el policía protagonista, fuma y el tiempo va a su ritmo, se lo toma con tranquilidad, así es el filme de Comodin, la cámara se mueve al paso parsimonioso de su especie de estrella, si bien no tiene todas con él, hay gente que no gusta de su persona. Una policía de su misma edad, en la mediana edad, lo pone en su sitio, lo trata como si fuera una esposa mayor. Gigi es educado, se mantiene muy controlado y relajado. Gigi tiene también un lado loco, en sí el filme juega mucho con la psiquiatría, hay varias posibilidades de historias con esto. Se juega a la identidad secreta de locura, hay alternativas de interpretación. En una lectura Gigi se siente muy identificado con el caso de un chico llevado a un hospital mental, parece que fuera él mismo dicho sutilmente, además la policía contemporánea le achaca haber estado en una clínica psiquiátrica. Suena extraño que un policía halla estado recluido en un centro mental, puede en una lectura ser que Gigi cree ser policía, quizá no lo es en realidad y esto es una fantasía suya. En un momento cree ver en una zona llena de vegetación, como una selva donde perderse, su propio jardín, cuando a todas luces no lo es. Gigi se comporta ahí raro. Comodin maneja ambigüedad. El filme yace en un pueblito donde no suele pasar nada, Gigi se pasea en su carro conversando con todo el mundo; en la particularidad de la propuesta sus interlocutores yacen en fuera de campo, solo los podemos imaginar. Así mismo hay una mujer novata que trabaja en la radio policial con la que se plasma un juego de seducción entre Gigi y la mujer invisible a la cámara. Gigi por ratos parece encantador, un tipo de lo más simpático, muy relajado, tanto que no parece policía, quizá así son los que han crecido o vivido toda la vida en un mismo lugar, un lugar pequeño donde todos se conocen. La mujer policía de su edad parece una amiga de toda la vida, quizá por eso sabe más de lo normal sobre él, también por la mucha confianza con la que le habla, hasta sobrepasarse un poco. En el pueblito hay un tren que pasa por el lugar y nunca se detiene, a la vera de éste suceden suicidios. Gigi sospecha más de lo normal, cree que ahí hay un caso criminal, no cree que sean simples suicidios. Éste caso puede ser parte de la imaginación sumada a la idea de no ser Gigi en realidad policía. Son posibles lecturas y deducciones, aunque el filme aparte de plasmar éste tipo de flexibilidad, es una docuficción y Gigi en realidad es familiar del director del filme y éste es él mismo haciendo una película sobre su cotidianidad, sobre que no suceda nada y para paliar el vacío se fabula un poco de ficción. Llevar a una muchacha joven a un psiquiátrico puede ser tal cual, pero se presta además para seguir dejando volar la imaginación. Es un filme creativo porque sino sería ver a Gigi no hacer prácticamente nada, conversar tonterías y rodar tan sólo en la patrulla. Dos veces, de la intrascendencia general, terminan cantando. En una oportunidad es carismática la mención e interacción con Sono Un Pirata, Sono Un Signore (Soy un pirata, soy un
caballero), la canción en italiano de Julio Iglesias, con la que seguramente Gigi se identifica; y en otra oportunidad la aparición de la canción italiana Amore Disperato produce más bien cierto ridículo.