sábado, 24 de septiembre de 2022

Susana (carne y demonio)


Quien diría que Luis Buñuel haría una película católica y encima una muy buena. La hizo en su etapa mexicana. El filme defiende la familia y el matrimonio y hace ver a la amante -y arquetipo- como una loca, y es literal, en sentido de que se ha escapado de un reformatorio y la busca la ley. No se dice exactamente el porqué ha estado ahí, pero todo nos enseña que seduce a los hombres con su belleza y sensualidad y digamos que los corrompe. En la propuesta Susana quiere un hogar, su propio hogar, y finalmente se da cuenta que lo puede obtener si se convierte en la mujer del hacendado rico que la acoge, de Don Guadalupe (Fernando Soler), cuando le abren las puertas por humanidad, al verla sola, tan joven y sin nada en el mundo. Susana (la argentina Rosita Quintana) también tantea antes, seduce al hijo de ésta familia, un muchacho estudioso y correcto pero algo inocente, aunque con su carácter. El capataz de la hacienda también se vuelve loco por Susana, pero como no es un pez gordo es rechazado por Susana. No obstante en el fuera de campo vemos que Susana por presión acepta avances de él. El capataz es más vulgar, más tosco, típico macho mexicano, un cowboy, y trata de doblegar, forzar, a Susana. Es gracioso ver que quieren entrar a su cuarto y al final ella les chanca la mano con la puerta. Susana tiene un lado muy lógico, común, es una chica abandonada a su suerte en un mundo duro donde pasar frío y hambre y quiere un hogar, no tiene muchas oportunidades y ésta hacienda es su refugio y después quiere que sea su casa para siempre. Quiere romper con su servidumbre (lo cual está bien), pero su elección finalmente es inmoral. Esto la moviliza a seducir al patrón y a enfrentar a su esposa que lentamente se despierta y nota que Susana representa un peligro para ella, habiendo entrado además a tallar la empleada vieja y leal que detesta a la muchacha desde el principio -como buena bruja- y se comporta como un perro guardián de la señora. Ésta empleada vieja adora a dicha familia y rápidamente se percata que Susana es una amenaza para su unidad y tranquilidad, de la mano de su belleza, juventud (hay cierta envidia escondida también, y honra como personalidad de fe, y cualidad de sumisión) y su coquetería, ese juego con el escote del vestido, que es algo muy elegante del filme para sugerir sensualidad (y sexualidad). Lo de la pierna, mostrar y dejarse tocar una bella extremidad, puede ser más directo, pero ese ya es un recurso mayor, e igual aun cuidado del filme. Buñuel no solo recurre a la lógica en Susana, la define hacia un extremo, pero lo hace ver genial, te hace cómplice de cierta ironía, cuando Susana sonríe malévolamente al momento que logra seducir  a un hombre. Es pues (abiertamente) una mala mujer, así queda definida, en un especie de demonio, una amenaza a éste bello hogar. Esa sonrisa de triunfo cuando logra enloquecer a un hombre es pues la clara idea de que ella es la malvada del filme. A la que hay que vencer. Es curioso ver que la propuesta opta por la señora de la casa y no por la empleada humilde; y es que no es una típica telenovela mexicana, no son las ideas modernas que gustan tanto hoy y que se usan como políticamente correctas de cierta manera actualmente. La señora se siente humillada -y el filme la apoya- cuando el patrón y su esposo no acepta que la dueña de casa se imponga a la empleada, a Susana que tiene un poco un tono de altivez (aunque guarda aun las formas); no acepta el patrón que imponga su condición de patrona. Es un filme coherente, pero no del típico que vende hoy en día. Es, a todas luces, un filme de otro tiempo; es un clásico, aunque tampoco un clásico cualquiera porque tiene ideas que estilan condición social defendiendo a la patrona por sobre la empleada, si bien es mucho más raro hoy en día; es decir, no es algo demasiado vendedor. No obstante éste filme fue todo un éxito en su época, y es muy bueno así, aun pudiendo contrastarse algunas cosas, pero es extraño que un filme de corte católico digamos logre ser así de efectivo y perfecto, atribuyéndose cotidianidad, no santería que sería algo más usual de conseguir empatía. Susana es la destructora de hogares, atenta contra la familia, con su carne, con su cuerpo hermoso, esto, sin duda, no es común que se vea así en el cine. Todo esto, por lo dicho, entonces es una curiosidad y maneja distinción, aparte de que Buñuel a ratos exagera bastante o quizá está plasmando ironía secreta. Como se llevan a Susana al final es un alarde de absoluta y total incorreción, propio quizá de la comedia que aguanta de todo, pero por lo mismo es jugársela entera dejando en claro muchas cosas que representan riesgos de empatía muy notorios. Éstas exageraciones le dan personalidad a la obra, triunfan finalmente, es un filme muy contundente y ahí hay otro logro, cuando es algo que por lo general tiende a fallar. Buñuel tiene todo para perder, pero curiosamente no lo hace, paradójicamente le queda un filme muy bueno y es, sin duda, una rareza, un filme peculiar en todo sentido, sin perder un gran porcentaje de revestirse de clásico, con personalidad mexicana. También es genial ver que desde ya habían filmes latinos realmente buenos, que no envidian a ninguna superproducción, sino son obra del ingenio, de la inteligencia y creatividad por sobre todo. En un momento la empleada leal le da un látigo a la patrona y le dice que le de su merecido a Susana (¡a esa perra!). Todo está ahí, pero el filme se las ingenia para hacer de Susana un demonio, una hazaña en cierta manera. La patrona le pide a Dios la ilumine, pide que no destruyan su hogar, y en efecto Susana quiere quedarse con todo, quiere reemplazarla. El capataz ciertamente es una rata, pero lo hacen ver como mejor de lo que es. El problema también es la torpeza de Susana, como hacer que el hijo se enamore de ella y pelee con el padre. Inicialmente ella no tiene una dirección, tampoco obviamente quiere al viejo hacendado, aun habiendo agradecimiento por aceptarla en su hogar por humanidad, pero está claro que cuando el viejo siente atracción carnal él se suaviza bastante. Hay una cierta inocencia de culpar solo a Susana. Inicialmente ella le pide también a Dios, escapar de su cárcel, pero lo que viene es más bien falta de oportunidades. Ella denota no ser tan inteligente. Pero el juego es otro, la gracia es otra, es tener a Susana como un demonio, si bien ciertamente la opción que toma es la de destruir un hogar, la de ser la amante ambiciosa, y al usar la sexualidad queda sentenciada su personalidad, quien es, es decir, toma malas opciones, pero eso somos, nuestras decisiones. Susana tiene una oportunidad y la desaprovecha (cuando Dios le oye), aunque también el mundo es un lugar cruel. El filme leído con ratos de ironía gana mucho.