jueves, 18 de agosto de 2022

Nosotros (Us)

La segunda película del director afroamericano Jordan Peele es como una inmersión en la Dimensión desconocida, con el uso de clones o dobles. La premisa es simple, pero da mucha riqueza de acción pura y dura y bastante entretenimiento. Una familia –papá (Winston Duke), mamá (Lupita Nyong’o) y 2 hijos chicos, una adolescente (Shahadi Wright) y un niño (Evan Alex)- veranean en un lago cerca de una playa californiana cuando de pronto aparece una familia idéntica a ellos, como clonada, pero en versión un poco monstruosa, el niño pequeño yace quemado con una máscara para quemaduras y se mueve como un animal, como un felino o un mono; la madre habla con dificultad y lleva los ojos saltones, la mirada intensa; la hija tiene un rostro demoniaco, como pasmado en una expresión perversa; y el padre es un manganzón funcional, a la orden de la violencia. Estos clones explican o dan a entender como que son gente de muy bajos recursos, gente que vive de mala manera, se autodenominan sugerentemente de sombras, quienes sienten que no los han tratado como seres humanos. Lo expresado implica 2 lecturas, una de sci-fi con las réplicas maltratadas como experimento, como si fueran subhumanos o carne en un frigorífico, y otra de lucha de clases con la diferenciación de la situación económica y vivencial que produce resentimiento y venganza contra la sociedad indiscriminada, por el simple hecho de desquitarse de una vida miserable. Todo ello da mucho juego, mucha violencia y gore, peleas directas y explosivas, buenas coreografías llenas de salvaje y gozoso sadismo y diversión, y yace en gran parte en el filme. Luego se repite la premisa y se mezcla interracialmente. En un momento salta la ironía con la famosa canción hip hop Fuck tha police, del grupo musical NWA, cuando surgen asesinatos, como quien dice que finalmente la policía es necesaria y los suelen tener por gente que odian o desconfían de ellos. El filme tiene una sólida personalidad afroamericana, de cómo son sociológica y culturalmente, como se comportan, desde una mirada cool y no exenta de ironía a ratos, le mete Peele mucho relajo. Ésta descripción de comportamiento es un poco novedosa en el cine, otorga distinción general al producto. La idea del filme (la clonación) está muy bien explicada y desarrollada, otorga mucho movimiento, es una obra muy práctica. La idea se explica sin mucho rollo, lo anormal es acción más que argumentos o palabras y así se ve el filme, es un filme de género hecho y derecho. La crítica social va hacia la necesidad y precariedad económica que distingue incluso entre sí a los afroamericanos; la gente rica de color digamos está blanqueada si se quiere leer así, adaptada, pero los pobres son monstruos que hacen cadenas humanas por el cambio, bajo la normalizada invisibilidad (salvo la lógica de lo extraño, esconderlo por su naturaleza experimental), que vemos solo a través de la toma aérea, en medio de la vegetación y las montañas. Sobre el intercambio, aunque tiene de típica añadidura perversa -a lo el brazo saliendo de ultratumba de Carrie (1976)- también indica que todos somos intercambiables y que la situación de uno puede ser la del otro (con simbólico y potente uso de la casa de atracciones, del juego de los espejos, mostrándose a un clásico vagabundo con mensaje bíblico), o sea es un llamado de consciencia general. Esto trasciende, no solo es para los afroamericanos, aunque lo de la pobreza sea determinante en cierta manera para ellos, como moderna esclavitud o ser relegados al submundo o a la vulgaridad. Puede leerse además como que el mal vive entre nosotros, también entre los más afortunados, o indica su indolencia con los otros, a los que conoce, pero no pretende ver. Como película de terror se da un buen uso de la memoria (expuesta desde el trauma) y de la identidad, cierta paranoia inicial y la tergiversación.