viernes, 19 de agosto de 2022

Hausu

Es una película harto curiosa, llena de originalidad, aunque algo fastidiosa de ver con esa marcada distinción visual y expresiva que la define, llena de escenarios de notorio cartón piedra, que se ven falsos de lejos, como si las personas fueran figuritas y estuvieran pegadas encima, como recortadas sobre un fondo barato. También se vale de animación y mucha postproducción para combinar distintas estéticas y hacer algo particular con la imagen y las secuencias y lo visual. Hay una fusión que parece en parte tipo el universo de lo que serán los Looney Tunes. El filme del japonés Nobuhiko Obayashi tiene mucha personalidad, partiendo de la ubicua banda sonora que luce teatral y melodramática, melosa hasta cierto empalago romántico y dulzón, que huele a telenovela, sin tener mucho de ello por la estética combinada general y por hacer cine en su gran originalidad. No cabría esto en ese formato porque la obra de Obayashi es rompedora, hasta conlleva desnudos completos, valiéndose de 7 muchachitas que van a visitar a una tía a una casona en el campo, la que perdió a su prometido en la guerra y quedó estancada en el tiempo en un maleficio y en un estado de bruja que se venga de las chicas solteras que la visitan, para reinar en otra dimensión alterna donde un gato blanco tipo el gato de Cheshire es propulsor de lo macabro. Es un filme que tiene mucho de comedia e irreverencia. A ratos parece una sátira telenovelera con la mujer abandonada por la tragedia, quien vive esperando revitalizarse con jovencitas virginales y rozagantes de vida y alegría, y a quienes robarles el alma asesinándolas de manera extravagante, cogiendo de éstas de cómo fue antes ella, antes de sumirse en la soledad y ver como su hermana lograba lo que a ella le quitaba el destino. Es una historia de romances colegiales y muchas risas en amistad, como contexto. Participamos de aventuras que terminan sumidas en el terror, pero desde la comedia de terror, dentro de un empaque notoriamente fantasioso como con la emulación de cartoons o un universo tipo el de Roger Rabbit, o imitando la música y la estética del filme El submarino amarillo (1968) con The Beatles. Es esa clase de universo rocambolesco, pero más descocado aun de lo habitual. Es una película sin duda curiosa, especial, muy llamativa y atractiva en su originalidad, aunque puede fastidiar con su musicalización y su cierto estado de tontería flagrante o su falta de tomárselo en serio. Tenemos en el filme vampirismo, canibalismo, mutilación, desintegración de cuerpos, brujería, maleficios, casas malditas, leyendas románticas (aunque con su cara estrafalaria yace por una parte en el espíritu gótico). Muestra mucho color con impronta kitsch, donde hay un mal gusto generalizado en lo visual, en lo estético, pero con mucho juego, mucha flexibilidad. Un piano desmiembra a una joven, se la traga prácticamente, y luego los dedos mutilados siguen tocando un estribillo musical que es parte de la identidad romántica y ñoña del filme; al mismo tiempo es como si estuviéramos bajo un festival de luces de discoteque. Es una ocurrencia tras otra, sobre todo con las muertes, como con la cabeza convertida en sandía. De principio a fin es un cúmulo de sorpresas, ingenio y sentido trasgresor en formas poco típicas del cine al que se adscribe, el cine de terror, es toda una revolución, un suceso, mezcla de géneros, melodrama con dibujos animados, terror con romance telenovelero, maldición macabra con sabor a comedia irreverente; poco miedo, pero mucha diversión.