sábado, 26 de junio de 2021

Un hombre lobo americano en Londres


Éste es un super clásico moderno del cine de terror, película de culto y exitosa en lo popular, perteneciente a la leyenda del cine de comedia John Landis. Aunque a Un hombre lobo americano en Londres (1981) muchos la consideran una comedia de terror, en realidad es buen terror con algo de comedia e irreverencia. La irreverencia yace cuando aparece la segunda transformación del protagonista en Hombre Lobo, de David (David Naughton), que sucede en un cine que proyectan porno y hay un buen grupo de cadáveres quejosos presentes. Esa escena se nota adrede irónica. Otra escena de humor, más de comedia ligera, es cuando David deja de ser Hombre Lobo, vuelve a su cuerpo humano, y se halla desnudo en un zoológico y debe volver a su casa en esas condiciones, cuando es de día y yace en plena calle con mucha gente. Termina robándole unos globos a un niño para taparse. El filme cocina el background del filme con tranquilidad, pero con buen ritmo; luego cuando ya el protagonista es Hombre Lobo pone un ritmo aun más veloz, se desencadenan con intensidad las escenas de salvaje ataque y terror del monstruo. David es Hombre Lobo solamente por dos días seguidos, dos días de luna llena y basta y sobra, hay gran cine aquí. Las secuencias de terror desde el cambio central o epicentro son largas y muy buenas. El filme también presenta originalidad en el folclore del Hombre Lobo, cuando muestra que la gente que mata el monstruo se convierten en no muertos, y van pudriéndose en pantalla, mientras deambulan como fantasmas, haciendo señalamiento de culpa a quien lleva la maldición del pentagrama, ese que vemos rústicamente pintado en el bar El Cordero Degollado. El mejor amigo de David, Jack (Griffin Dunne), aparece como no muerto en tres oportunidades y es de lo más escalofriante que uno puede ver en el género. Éstas apariciones marcaron mi cinefilia temprana, le pusieron momentos de memorable y saludable ligero miedo a mi infancia, ese miedo que yace mezclado con afecto y diversión por el cine y el género del terror. Jack es sarcástico pero también directo, le explica a su amigo qué acontecerá con su persona, le pide a David que se mate antes de la luna llena, antes de que salga a matar como una bestia. Pero David tiene un gran romance, es un hombre feliz, con la enfermera Alex (Jenny Agutter), ha encontrado a su otra mitad amorosa. Suicidarse suena delirante, así como lo que cree en un inicio son alucinaciones, al ver que Jack muerto le habla. El filme hace recuerdo de la mítica y maestra The Wolf Man (1941); en el clásico hablaban de la locura, de la dominación mental de cara a cualquier creencia fantástica e irreal como verdadera; en la película de John Landis hacen ver que la locura puede hacerte criminal, hacerte creer que no tienes autonomía sobre ti y creer que eres un ser fantástico, moviéndote bajo ese disfraz psicológico. Desde medio filme todos están enterados de que David sufre de desequilibrios, lleva un trauma lógico a vista de todos también; no creen, desde luego, sea un Hombre Lobo, pero al mismo tiempo todos están atentos a él sea lo que sea, por lo que el filme se pone frenético con las cartas sobre la mesa desde temprano. No hay secretos, todo está tal cual abiertamente y eso le agrega ingenio y originalidad al filme. Ésta película puede que Landis la halla hecho pensando en una comedia, dentro de cierto relajo, con pocas expectativas, pero le sale curiosamente una obra maestra. Esto desde la gente tensa y desconfiada del bar El Cordero Degollado y la mítica del misterio y folclore de pueblo hasta esa transformación gloriosa -con grandes efectos especiales- con pelos y señales de David en Hombre Lobo -anunciada diáfanamente y cumplida por lo alto, previa introducción musical moderna- hasta las dos impresionantes y extensas secuencias de ataque del monstruo suelto en toda la ciudad, en Londres. Todo ello hacen del presente el mejor que se ha hecho en el subgénero de Hombres Lobo.