sábado, 26 de junio de 2021

Shorta


Debut de los daneses Frederick Louis Hviid y Anders Olholm, presentada en la semana de la crítica del festival de Venecia 2020. Es una muy buena película de acción, pero más artística que una de acción pura y dura, con un manejo inteligente de la realidad, con un análisis sólido de la sociedad de Dinamarca y de Europa en general, con respecto a la migración árabe. Nos ubica en un ghetto de árabes en Dinamarca donde acaba de ocurrir el arresto violento de un muchacho por parte de la policía, y esto ha generado que se levante la gente, pandilleros en mucho, y éste ghetto se convierta en especial zona de peligro. Dos policías son enviados a investigar, a palpar la zona, y se hallan en una batalla y sobrevivencia frente a la revuelta del lugar. Los árabes gángsters del guetto suelen reclutar chiquillos, les dan armas. Esto, desde luego, pone las cosas más difíciles, porque los chiquillos se enfrentan a la policía, y la policía termina respondiendo. No es que la policía sea santa, pero aparte de ser gente ruda están como entre la espada y la pared. También el poder corrompe, saber que uno tiene la fuerza de lado hace que uno pueda tender a cruzar la línea. La inmadurez, rebeldía natural y temeridad de los muchachos es otro factor. Tampoco a la policía le tiembla la mano. Todo esto genera odio y mala imagen. De igual forma la pobreza y marginación del ghetto influye en el panorama. Tener otra cultura, o incluso ser muy devoto de la religión, una más de responder que de poner la otra mejilla, puede pesar además. El filme pone a un policía, a Mike (Jacob Lohmann), a parecer racista inicialmente, intratable incluso, un tipo muy rígido con sus convicciones y prejuicios, con su vocación y mirada del otro, pero a medida que pasa el filme y van sucediendo cosas, algunas con demasiada coincidencia, Mike se muestra más humano, más reflexivo y más compasivo con los árabes del ghetto. El otro policía, Jens (Simon Sears), luce como una buena persona, tranquilo, amable, justo, pero su justicia es demasiado idealista quizá, es como que está por encima del mal. Ésta película ciertamente es un poco tramposa, pero se presta para juzgar el bien y el mal más allá de lo perfecto, lo blanco y lo negro, colocar matices y poner en jaque al policía ejemplar, algo que puede fastidiar y no es tan común, sobre todo cuando Mike es percibido como el opuesto y hasta rajan feo de él en el arranque, incluyendo a Jens en dicho raje. No obstante ésta es la audacia del filme, generar algunos cambios o complementos a la personalidad de los protagonistas. Finalmente entendemos un poco a Mike, de quien se argumenta digamos su punto mediante la trama. Pero con el corazón de Jens presente en el tramite, cosa que nunca se pierde de vista, solo que él entra en un halo de desesperación, en un derrumbe, en una crisis que sólo un tipo curtido y algo más perverso puede solucionar, y ahí es tal cual la vida misma (la imperfección general, que tampoco es claudicar en los ideales, sino tenerla presente), con ello también llega la gloria de la propuesta, en una película que recuerda a la magistral Tropa de élite (2007).