martes, 22 de junio de 2021
The Mitchells vs the Machines
En el prominente debut de los directores Michael Rianda y Jeff Rowe, producido por Phil Lord y Christopher Miller (directores de The Lego Movie, 2014) la animación se moviliza en famosas ideas del sci-fi, en películas como Terminator (1984). El enemigo es la inteligencia artificial, y para ser más precisos un celular inteligente dejado de lado por una nueva versión más moderna, el que en venganza ha decidido destruir a la raza humana y empoderarse junto a sus reemplazantes, unos robots de punta. El filme es muy familiar, muy sano y excelente, hay mucho material para ser memorable, hay muy buen feeling con la familia como centro. La familia protagonista es una familia rara, así la presentan; discuten mucho; en realidad, la hija mayor y el padre, pero sin nada violento de por sí. Así mismo el más pequeño ama con locura los dinosaurios (un dato curioso es que científicamente el amor en los pequeños por los dinosaurios es atribuido a inteligencias excepcionales). El personaje más notable es la hija mayor, Katie, que como Anton Ego, crítico gastronómico (y representante del ejercicio de la crítica en general), marca un hito en la animación, como una cinéfila de streaming (desde una directora de cine); ella hace películas de cine B cómicas y de acción para youtube. Katie es una weird, una persona rara, particular, diferente, especial, no la más popular, es una outsider. Una vez que va a entrar a la Universidad a estudiar cine se ve identificada con mucha gente, muchos estudiantes, ella está feliz, cree que va a conocer a su gente, her people, sus pares en alma y personalidad. Entra entonces a tallar el hecho de que el padre y la familia Mitchells sienten que necesitan una chance para ganarse a Katie y no perderla, poder reestablecer el amor padre-hija, amor que en realidad tonterías desune, traducido en falta de atención, intereses disimiles (propios de la edad) o falta de conocer más del otro. El filme enseña sacrificio y también perseverancia, en más de un personaje, desde ponernos prioridades, pero con la familia siempre presente y en lo alto, no solo para la familia modelo y el slogan family first, sino también para la familia rara, imperfecta, entre ella faite. El asunto mezcla un típico viaje familiar en carro con algo fantástico, un apocalipsis de inteligencia artificial, con furbys de paso buscando pelea. Es una película super divertida e ingeniosa, con un perro estúpido confundido con un cerdo, pero aquí la idea es sutil y entrañable, no propia del sarcasmo tipo Los Simpsons, otra forma de hacerlo notable. El filme es cálido y audaz a partes iguales. Se maneja mucha inteligencia analizando la inteligencia artificial y nuestra dependencia con la tecnología, no hay blanco ni negro en ello, hay para pensar tanto negativa como positivamente, las ideas flotan en el aire, aun cuando es un filme para relajarse, para amar, luchar y defender a la familia, como también para querer a las personas distintas a la mayoría. Es un filme eléctrico, lleno de detalles y a la vez super práctico, una joya más de la animación y un mundo de sabiduría destinado al cine más amable y original.
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