viernes, 9 de abril de 2021

Todos somos estrellas


Esta película se siente como una sentencia, un salto definitivo al ostracismo, de lo tan franco o revelador que es, que se muestra su protagonista contando cosas demasiado íntimas y un poco sórdidas, también por acceder a grabarlo un poco apurados por el deseo de novedad, atractivo y éxito. Es una película que busca ver que fue del director de cine peruano Felipe Degregori, director que poco a poco fue desapareciendo de su actividad como cineasta, hasta que el 2012 lo dejó, y terminó recluido, aislado, por decisión personal. Vive en el Rimac, distrito cero pituco, que su hermano decía era una pose de pobre y él muy dócil da a entender que no es así o quizá ni lo ha pensado bien, simplemente actuó dicho a grandes rasgos. El documental de Patricia Wiesse va en busca de su actual historia, el documental es del 2017, que la cuenta Felipe mismo. La cosa es que Degregori está deprimido y disminuido, se le percibe con muy baja autoestima, y empieza a contarlo absolutamente todo, hasta impudorosamente, pero paradójicamente esto es carne para lograr un documental interesante sea dicho. Degregori se menosprecia constantemente, no le importa en absoluto su imagen, ni lo que piensen de él, parece hallarse muy deprimido que no puede contenerse. Se compara incluso con Blanche Dubois de la obra de teatro y película Un tranvía llamado deseo (1951); cae en la obviedad, pero también en la absoluta apertura de su sentir y hasta futuriza un final triste en su vida. Es un filme que incomoda un poco y hasta duele al sentirse cierta empatía. Degregori cuenta que es gay y que paga por favores a veinteañeros del barrio, gente que lo trata como zapatilla vieja finalmente, con ese criollismo tan nacional; se relacionan con él por interés, y él yace consciente, lo dice, como todo, y muestra cierta baja autoestima envuelta en sus actos. Degregori tiene una película que me encanta, Ciudad de M (2000), que curiosamente el documental no halla interesante y ni la menciona. Su película más popular que da título a este documental cuenta Degregori que lo arrastró curiosamente hacia el inicio del sentir de su derrota personal y existencial -esa que compara con el éxito de su hermano, el antropólogo y escritor e investigador Carlos Iván Degregori-, cuando su primera película, de 1980, la película de acción Abisa a los compañeros, fue todo un éxito de taquilla y hasta de crítica. No obstante, aunque no se especifica en el documental (salvo un guiño  por el título), Todos somos estrellas (1993) es la película por la que lo recordaran siempre. Éste es un documental que es demasiado pesimista y lacrimógeno, es un martilleo exagerado, Degregori no se da tregua con nada, se golpea sin parar, sin cortapisas, pero también es porque está solo, medio abandonado en su casa, que yace muy descuidada. Faltan amigos, faltan familiares. Como curiosidad hay que mencionar que hay mucho pensamiento de transexualidad también en su mente. Menospreciándose, imagina que nunca hallará el amor, duda si alguna vez lo hallo. Se compara con su hermano, pero no desde la envidia, se percibe sincero afecto y nostalgia hacia él, propone un buen recuerdo en general, aunque su franqueza lo lleva a criticarlo un poco, sutilmente no lo pone como dentro de una relación tan idílica como se espera. Es un documental poco sutil, aun no teniendo imágenes explícitas, aunque ciertamente te genera mucha atención e interés, en su expurgación exhaustiva desde el propio protagonista, para bien y para mal.