sábado, 13 de junio de 2020

Trilogía de los Karnstein: The Vampire Lovers

The vampire lovers (1970), de Roy Ward Baker, es una película de terror notable. Está cargada de erotismo, pero mantiene una buena trama y es entretenida, más allá de lo sensual que en realidad es un adicional y una característica de los vampiros que retrata ésta trilogía de la Hammer. Ingrid Pitt seduce jovencitas, con su lesbianismo poderoso, aun cuando las chicas no se declaran así y resulta trasgresor para la época retratada (siglo XVIII), más no los 70s, desde luego. Pitt también seduce hombres, todo para chuparles la sangre, conseguir víctimas, sin importar el género. En un castillo vivieron los Karnstein, los llamados no muertos, y fueron casi todos asesinados por un hombre furioso por la muerte de un familiar. No obstante sobrevivió Mircalla (Pitt), o Carmila, o Marcilla, como se hace llamar, para engañar y engatusar a nuevas presas. Una señora, una esclava, la introduce y ella queda al cuidado de alguna familia aristocrática, entra a un hogar y pone en práctica su vampirismo. El filme hace fría para matar a Mircalla, pero suele ser muy falsa antes, atrayendo emocionalmente a las muchachas, que la creen una gran amiga, y terminan de fiambre. Un general (el gran Peter Cushing) padece en manos de Mircalla. Luego sigue hacia otra familia, ese es su sistema. Mircalla es muy seductora, erótica y audaz, hay buenos momentos de juego lésbico o bisexual de ésta manera. Mircalla no se conforma con sólo el trabajo laborioso con las muchachas ricas, virginales, también mata al azar a la intemperie a gente del pueblo que cruza el cementerio donde yace su ataúd. Por todo hay muy buena mítica en el filme de Ward Baker. Hay una escena donde Mircalla presencia un cortejo fúnebre y muestra toda la bipolaridad femenina, se enoja, luego se entristece, es un mar de emociones. A esa vera se vuelve sugerente con su joven y lozana acompañante, hablando curiosamente de muerte. La idea general es que Mircalla parece una persona inocente, confiable, una buena persona, aunque en ella se esconde un monstruo. Alguien "suspicaz" llega a sospechar del vampirismo metido en casa, pero no la imagina a ella como la culpable de la enfermedad que ronda. El asunto es que la belleza y fuerte sexualidad de Mircalla los tiene embobados a todo el mundo; lo que deseas resulta algo perfecto y hermoso a tus ojos, no posee fisuras. Eso es lo que sucede. Drácula observa a la distancia, ríe diabólicamente. El terror se posa en todas partes. Es un juego pleno de manipulación, Mircalla es un vampiro inteligente. Sin embargo ella se rige al folclore y en ese lugar están las claves para derrotarla. Mircalla es semejante a un asesino serial que teniendo tantas muertes encima deja rastro de sí, aun cuando se cubre bien. El final es inevitable, bastante potente también. Pero antes el vampirismo nos entrega tremendo entretenimiento.