jueves, 28 de julio de 2022

Tel Aviv on Fire


Tel Aviv on fire (2018), del director palestino Sameh Zoabi quien radica y es catedrático en EEUU, compitió en la sección Horizontes del festival de Venecia 2018. Horizontes es una sección ecléctica pero que apuesta por las nuevas expresiones o nuevos lenguajes del cine. En la sección se hizo merecedor del premio de mejor actor su protagonista, el actor palestino Kaiz Nashif, que realmente demuestra tener talento, y aunque no ha tenido una carrera tan reconocida es uno de los actores principales de una película icónica palestina, su debut como actor en el cine, Paradise now (2005). Kaiz es Salam, un hombre serio y formal, pero a quien se le achaca curiosamente de lo contrario, de ser indisciplinado en su vida, pero la oportunidad de ayudar en el guion de una popular telenovela que produce su tío le cambia la perspectiva aunque esto tiene de elipsis. Salam no sabe escribir guiones, pero conoce muy bien el idioma hebreo y los diálogos requieren de ese idioma. La telenovela que graban, Tel Aviv on fire, habla de la relación romántica entre un general israelí y una secreta para él guerrillera palestina. Todo el mundo -judíos y árabes- ve ésta telenovela, pero esperando distintas resoluciones. Salam trabaja en Palestina, en Ramallah, pero vive en Jerusalén Este y tiene que cruzar una garita de control israelí. El militar encargado de la garita, el capitán Assi (el israelí Yaniv Biton), al saber que Salam es guionista de la telenovela favorita de su esposa quiere hacer que éste ponga cosas en su favor y de la mirada sionista. Como gran curiosidad está ver que Assi tiene talento natural para el cine y Salam lo usa de apoyo para aprender. Se entabla una cierta amistad, pero lo que divide a palestinos e israelís pronto aflora, lo político, lo social, incluso la telenovela está ambientada en la guerra de los 6 días, en 1967. Salam está también en parte obligado a obedecer al capitán al tener que pasar diariamente por su puesto de seguridad. Éste control hacia los palestinos deja en claro esa fricción entre los 2 pueblos, sin tener que recurrir a algo más descarnado, hay sutilidad. Los soldados pueden ser toscos en su trato, aunque Salam es muy educado e inteligente y sabe no chocar contra ellos. Salam es un tipo muy tranquilo, hay un cierto ideal en él de comportamiento y personalidad, aun cuando hay una elipsis que lo sentencia de vago y se conoce que le ha roto el corazón a la mujer que ama, a Mariam (la bella palestina Maisa Abd Elhadi). Entre Mariam y Salam hay un simpático y ligero romance muy bien tratado, aunque sin tanto vuelo ni riesgo. La actriz principal de la telenovela que graban en la trama, Tala (la belga de ascendencia marroquí Lubna Azabal), tiene una muy buena participación como ésta estrella popular que hace, pero que tiene sus ínfulas artísticas, y en sí el filme lo dice literalmente, hay ganas de querer hacer dinero y también de querer hacer arte, arguyéndolo desde una telenovela, lo pop. Tala exhibe una pequeña elipsis también; de cierta forma aunque no es vulgar se le pretende seductora aunque discreta con Salam, a quien tilda de genio, y con esfuerzo duro y motivación éste lo logra, el filme lo hace sin grandes pretensiones, así va todo en general, con un estilo relajado, pero competente, dentro de un filme sencillo, amable, pero muy bien hecho. El capitán israelí gusta del hummus, clásica comida árabe, con esto se entable cierto diálogo sutil. Pero como bien dice el filme, tampoco uno puede engañarse y no ver que existen diferencias, fuertes conflictos y que los militares israelís no son tampoco mayormente dóciles, y nuevamente entra a tallar la delicadeza expositiva, pero sugiriendo que puede haber amenaza y abuso, y violencia y hasta muerte, como suelta aquel secuestro, aunque sin proponer mucha tensión o atmósfera de sofoco (no obstante acotando que hay una gran escena con el muro que divide). Ésta propuesta se erige como comedia, si bien no llega a ser todo lo obvia en ello. Su tono y exposición luce a cine familiar, sin perpetrar un grado de ñoñez que impida hacer un filme para adultos con cierta dosis de exigencia artística. Tras poner un poco de matices en el filme, aun cuando la producción no solo tiene de europea sino hay coproducción israelí, el relato apuesta por plasmar conciliación y al mismo tiempo cierta audacia, proponiendo lo que se ve mucho en la historia entre manos y personajes, aun desde lo popular, es decir, amor por el arte, y proclamando la felicidad hacia el prójimo desde la identificación, el romance y de cierta manera la reivindicación existencial, que esto último lo dice incluso directamente el tío y productor. Mientras tanto Salam palpa el éxito, sin ser rimbombante, siempre humilde.