viernes, 29 de julio de 2022

Llovizna


Llovizna (1978), del mexicano Sergio Olhovich, es una película de postulados obvios de critica social, sobre el menosprecio hasta lo criminal hacia los indígenas mexicanos. El filme es simple, un hombre va a cobrar un dinero -una suma importante- que tiene que llevar a su jefe, éste hombre es Eduardo (Aarón Hernán). Al ir por carretera su pequeña camioneta se atasca en el barro y 4 indios, como los llama el filme, le ayudan a salir de ahí, pero estos albañiles venidos del campo que cargan con la pena de una muerte reciente (a manos del abuso policial) le piden que los lleve. Eduardo que es sumamente racista acepta por obligación, pero todo el viaje se lo pasa entre el miedo y la desconfianza, y el enojo con maltrato hacia el padre de estos indios, que por la muerte de su hija pequeña, dolido, anda alcoholizado y por ende se comporta un poco mal producto de la intoxicación, pero Eduardo no lo comprende, no sabe tampoco de la muerte, aparte de que tiene toda la pinta del tipo indolente, déspota y cruel con los indígenas, reflejando, señalando y denunciando Olhovich el comportamiento de su sociedad. El viaje se convierte en una aventura de temor y un poco en expectativa psicológica, si bien todo es físico y práctico y bastante sencillo. Eduardo imagina incluso ser asesinado por los indios para robarle su dinero. El filme tiene momentos ridículos como cuando Eduardo echa a correr gritando para que lo salven, de su imaginación diríamos, y luego regresa en medio del WTF que deben tener los indios en la cara ante éste arrebato de miedo y que parece locura. No obstante no son tan rápidos y no suelen captar mucho de lo que en realidad pasa con Eduardo. Pero es por el obvio racismo de éste hombre, y sentirse superior ante ellos y verlos como una amenaza para su falsa autoproclamada civilización. Un indio en especial interpretado por el talentoso Salvador Sánchez lo mira extrañado y algo molesto por tanto menosprecio claro, pero trata de apaciguar lo imposible de apaciguar, porque son prejuicios y racismo muy hondo lo de Eduardo. Desde el principio vemos que Eduardo es un tipo típico de su clase, una machista y colonial; él es el clásico mujeriego, aunque lleva el pan a la mesa de su casa y finge ser el ideal familiar y laboral. Su mujer también es la condescendencia en persona y el respaldo de todos estos defectos maritales y de su sociedad. No hay mucha complejidad en el protagonista, lo suyo es proclamar la tesis y la denuncia del filme. El viaje tiene su hilaridad, así como su pequeño suspenso; en el camino más miedo da la policía (que es corrupta) que los indios, pero, ¿quién convence a Eduardo?, que llega hasta el epítome de éste racismo. No hay medias tintas en éste filme, incluso no hay humanidad. No obstante aunque es una obra muy básica, es entretenida de ver y puede que hasta humanice un poco al espectador. La denuncia es propia del cine latinoamericano comprometido de su época, con las reivindicaciones sociales, época de cambios también.