lunes, 11 de julio de 2022
Psycho II
Psicosis (Psycho, 1960) es una de las mejores películas del maestro del suspenso, el thriller y el terror Alfred Hitchcock, y top 10 de la historia del cine de terror. Hacer una buena secuela suena complicado, pero al cabo de 23 años aparece Psycho 2 (1983) y es una película con cosas a criticar pero bastante bien para ser la secuela de una obra tan redonda, tan grande. La dirige el australiano Richard Franklin, tótem del exploitation de su país quien a los 12 años de edad vio la emblemática película de Hitch y empezó a soñar con convertirse en cineasta. Franklin vino a estudiar a EEUU y logró un primer sueño, tener de invitado al mismo Hitchcock en una presentación a su cargo. Quien diría que el fan número 1 de Psicosis y de Alfred Hitchcock lograría dirigir al cabo de 3 años de la muerte del maestro la primera secuela de ésta gran película y haría algo bastante interesante, destacable, aunque, lógicamente, mucho menor. El guionista de Psycho 2 tampoco sería cualquiera, fue el talentoso Tom Holland, si bien recién empezaba como guionista y tenía 40 años cuando escribió el guion de la secuela. Estaba a 2 años de debutar como cineasta con una muy buena película del género, la notable Fright night (1985) y a 5 de marcar un hito en el terror como director y guionista con Chucky (1988). El filme tiene ratos que parece cine de bajo presupuesto o telefilme, como en su apertura con el juicio; tiene ratos que parecen cine B, con cierta cotidianidad y americanismos, pero en general tiene muchos momentos buenos y es bastante interesante, tiene una investigación sólida, sobresale en su manejo del misterio aun nadando en aguas tan conocidas y un background a respetar y que hasta homenajea abiertamente. No se guarda de clamar su admiración por Psycho pero tiene la voluntad de la cierta novedad y la propia personalidad. Contiene sus curiosas y decentes vueltas de tuerca. Hasta agrega reinterpretaciones como en esa reconstrucción y enaltecimiento de las bases de qué es Psycho y quien es Norman Bates y su relación enfermiza con su madre que es la apoteosis final, de cierre, con su saborcito a Viernes 13 (1980) y a Mrs Voorhees (Betsy Palmer). Da más vida, contenido, a antiguos personajes como la hermana de Marion Crane, interpretada nuevamente por Vera Miles, quien tiene un poco de mujer histérica, y bastante de vengativamente cruel. Anthony Perkins está perfecto, como siempre, en su papel capital, es un Norman Bates más humano, pero igual de freak, de inestable, luchando contra no perder la razón nuevamente, pero ahí aparecen notitas malsanas y misteriosas llamadas de teléfono, ambiguas, diversas, pero finalmente serán precisadas y con su toque creepy. Psycho 2 juega al asesino secreto, aun cuando todo apunta a Norman Bates y nunca deja de estar en la mira, pero agrega buenas sospechas, aun cuando no hay muchos personajes. A ratos Norman habla de manera ridícula, pero está en su papel; en esto se entiende un porqué y hasta la propuesta agrega su argumentación con cierta irónica escena maestra de cuento de terror bajo la chimenea al final de la jornada, hablando de las jornadas que tapan cadáveres con carbón o sumergen autos y pertenencias en el pantano. Puede que el filme peque un poco de demasiado explicativo, al querer dejar todo siempre muy claro y temer perder el lugar de ser un filme amable y fácil de entender para el público, pero también en sus aportes narrativos e investigación exuda ambición y pudo quedar extraño más que complejo. Psycho 2 tiene una interacción curiosa, pero bastante decente también, entre un Norman Bates cincuentón y que se sabe de él públicamente que es un antiguo asesino en serie absuelto por demencia aunque tiene un trato afable y humilde con los demás, con los pocos que interactúa porque está un poco aislado, y la joven mesera de 23 años, Mary (Meg Tilly). Esa es otra buena ocurrencia, hacer de Norman Bates un cocinero de restaurante de carretera; ésta ocurrencia huele a cine B, pero se maneja con mayor sabiduría. Dicha relación, entre Mary y Norman, es el centro del filme. Cómo se da la conclusión (el culpable en lo oficial) con el disfraz de la madre disecada es un alarde de atrevimiento, tensión e ingenio, donde nunca se pierde la coherencia, si bien toda la secuencia se acerca al despelote y la mala broma. Los asesinatos son secos y rápidos en general, sencillos, pero ese que atraviesa desde la boca el cráneo es de una brutalidad y maravilla macabra. Mención especial de Robert Loggia y Dennis Franz que están como anillo al dedo en sus personajes secundarios. Tilly tiene pinta de chica sencilla, muy poco sensual, pero cuando cerca de la cama se saca las botas de amazona luce apetecible, y entra a tallar que Norman Bates tiene un trauma tan grande con su madre que luce incapaz de cumplir sexualmente con alguna mujer, y ahí hay una lectura, no sólo de impotencia, también del magma que nace de la inspiración real de Robert Bloch, la definición sexual del asesino en serie Ed Gein. No obstante Norman dice que Mary huele bien, ¿y a qué huele?, al recuerdo de la madre posesiva.